
Cuando se habla de pioneras en el fútbol femenino es posible que vengan varios nombres a la cabeza, pero cuando se trata de arbitraje solo un nombre emerge con fuerza: Marta Huerta de Aza. Desde pequeña tenía claro que su camino estaría ligado al deporte rey, primero como jugadora, donde se dio cuenta de que le iba a costar hacerse un hueco debido a la escasez de clubes femeninos. Fue entonces cuando dio el salto al arbitraje. Paso a paso fue ascendiendo a través de las distintas categorías hasta llegar donde ninguna otra mujer había llegado hasta ese momento en España: el fútbol profesional masculino. “Alguien tiene que ser la primera, pero lo importante son las que vienen detrás”, asegura en una entrevista con ‘Infobae España’.
Sus primeros pasos en el fútbol no fueron con un silbato, sino como jugadora en el recreo del colegio, junto al resto de sus compañeros. Allí mantenía arduos partidos, aunque a medida que fue creciendo se dio cuenta de que “no era tan accesible jugar en un equipo femenino”. Fue entonces cuando le hablaron de la posibilidad de hacerse árbitra. Tenía claro que quería seguir en el mundo del fútbol y esa era una posibilidad. En ese momento tan solo tenía 15 años y no contaba con ningún familiar relacionado ni con el deporte rey (que solo se veía en su casa porque Marta lo ponía). Probó y todavía no lo ha dejado: “Es algo que te va enganchando. Empiezas pitando en prebenjamines y quieres ver qué pasará después. Cada ascenso que vas logrando es como una superación personal que da pie a metas nuevas”, asegura.
En ese ascenso hasta los grandes estadios, asegura que ha “pisado mucho barro”, y aunque lo hacía con “mucha ilusión”, reconoce el mérito de los árbitros que ahora están en el fútbol base por “lo sacrificado que es”. “Te haces muchos kilómetros con el coche tú sola. Los inicios son duros, aunque la ilusión hace que esa parte negativa se convierta en positiva. Tengo muy buen recuerdo de mis inicios”, destaca.
Durante sus primeros pasos en el arbitraje también tuvo que lidiar con los comentarios de las gradas: “Los campos son tan pequeños que escuchas de todo y no te puedes abstraer como haces en un estadio”. Ella, que se define como una persona con “bastante carácter” y no se dejaba llevar por lo que oía, sino que trataba de defender la figura del árbitro y, en especial, a los niños, con el objetivo de generar un “ambiente en el que se encontrasen tranquilos”.

El machismo, aunque presente en los campos de fútbol, no ha sido algo que haya afectado a Marta: “Comentarios si escuchas, pero yo siempre lo he enfocado más en que a mí no me han insultado por el hecho de ser mujer, sino por el hecho de ser árbitra”, considera, dado que sus compañeros de profesión también sufren comentarios desde las gradas, como afirma. “A lo mejor, los comentarios que he recibido han sido creyendo que me iban a afectar más por ser mujer, pero es verdad que siempre he priorizado el comportamiento de jugadores y técnicos, que al final es a los que tú puedes manejar”.
Las gradas siguen siendo hoy en día un foco de comentarios de todo tipo en algunos campos y algunas secciones de las gradas. “Socialmente, se ha creado una tendencia que parece que en el fútbol todo vale y puedo expresar mi opinión sin que nadie pregunte. Y que hay gente que se transforma al cruzar la puerta y eso es una pena”.
El papel del VAR en España y sus nuevos retos
“Bendito VAR que nos quita muchos dolores de cabeza y evita errores, sobre todo graves para no llevárnoslos a casa, porque se sufre cuando se falla”, resumen Marta. Ella, al ser árbitra también de fútbol femenino, donde todavía no hay VAR en España, reconoce que lo echa mucho de menos, porque le da la tranquilidad de saber que las decisiones son “justas” y de saber que no está “dando un gol que no es por milímetros”. A nivel mental, explica, se hace mucho trabajo dentro del comité, dado que vuelven a ver el partido y hacen un autoanálisis, donde ven qué es lo que seguirían haciendo igual y qué es lo que cambiarían si volvieran a arbitrar el mismo partido. “Creo que los árbitros nos caracterizamos porque sabemos reconocer los errores, porque, si no, no avanzamos”, afirma.

Una pionera que se “ha perdido muchas cosas por el arbitraje”
Su trayectoria ha sido una historia de superación y esfuerzo y siempre ha tenido claro lo que quería hacer, aunque para llegar al máximo nivel ha tenido que renunciar a cosas de su vida privada. “Me da pena es que me he perdido muchas cosas de mi vida personal y de mi vida social por el arbitraje”, asegura. El alto nivel ha significado muchos torneos internacionales, estar un mes fuera de su casa. “Mi hija va a cumplir cuatro años y me he perdido, por ejemplo, su primer día de cole, su graduación en la guardería. Son cosas que no van a volver y ahí si me replanteo si realmente merece la pena el sacrificio. Con el tiempo parece que las cosas sí van saliendo”.
Ese sacrificio le ha llevado a ser una pionera del arbitraje español, la mujer que ha abierto las puertas a las demás. Fue en septiembre de 2024, cuando su nombre comenzó a resonar con más fuerza aún si cabe. Había hecho historia al ascender a Segunda División. “Fue un momento de subidón, algo increíble”. Ella sabía que ese día ya tenía fecha y no se despegó del móvil en todo el día.
“Fue una alegría inmensa. Estaba sola en casa y no sabía si chillar o llorar. No sabía qué hacer”. El fútbol profesional ha sido un paso más en una larga carrera llena de hitos. Estuvo ahí cuando, en 2017, la Primera División femenina pasó a estar dirigida exclusivamente por mujeres, donde ha dirigido la final de la Copa de la Reina, la Supercopa de España y partidos de Champions. También fue la primera árbitra VAR en España y participó en la Eurocopa femenina y el Mundial de Australia.

Tras una carrera semejante a sus espaldas, reconoce que no se imaginaba ni llegar a ni a Tercera División. “Para mí el salto de pitar prebenjamines, que era sin fuera de juego, a pitar ya benjamines y alevines, que había fuera de juego, fue un salto grande. Y del fútbol base al fútbol 11 ni te cuento”. Cuando llegó a Preferente siguió rompiendo techos y abriendo puertas al ser la primera mujer en Castilla y León. Después llegó Tercera, que pensaba que ya era su techo, pero llegó Segunda B y posteriormente Segunda. “Ni en mis mejores sueños, cuando empecé pensaba que llegaría al fútbol profesional”, asegura.
“Alguien tiene que ser la primera, pero lo importante son las que vienen detrás”, considera. “No me considero que tenga nada especial para haber sido la primera, sino mucha constancia, no darme nunca por vencida”. Y destaca: “Si ser la primera sirve para que todas las que vengan detrás sepan que esto cuesta, que hay que esforzarse y que hay que luchar y que no darse por vencida porque al final las cosas llegan, me alegro de haber sido la primera”. Y lo cierto es que cada vez son más las mujeres que se lanzan a coger el silbato y ponerse al mando de un partido. “El fútbol cada año va evolucionando más rápido y el nivel que está llegando es admirable y estoy segura de que muy pronto voy a tener compañeras compartiendo categoría”.