Spanish Girl’s Club: “las niñas” que se convirtieron en las pioneras del fútbol español

Las mujeres que formaron este equipo desafiaron las normas sociales de la 1914

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Las jugadoras del Spanish girl's
Las jugadoras del Spanish girl's club (imagen de redes sociales)

El fútbol femenino continúa trazando su propio camino en el mundo deportivo, demostrando su crecimiento y consolidación. En los últimos años, se ha evidenciado este apoteósico ascenso, con la profesionalización de este deporte en el año 2021 como punto de partida. El aumento de aficionados en los campos, el aumento del sueldo de las jugadoras o los contratos televisivos, son prueba de ello, así como los logros deportivos como el Mundial de Australia. Verónica Boquete, Alexia Putellas o Aitana Bonmatí son algunas de las deportistas que lo han hecho posible, aunque para llegar hasta aquí tuvieron que existir unas pioneras que pusieran la primera piedra.

En 1914, un grupo de mujeres en España desafió las normas sociales de la época al formar el Spanish Girl’s Club, el primer equipo de fútbol femenino del país. Estas deportistas se enfrentaron a un entorno hostil, marcado por la incomprensión y el desprecio hacia su incursión en un deporte tradicionalmente reservado para los hombres. A pesar de las adversidades, lograron organizar el primer partido de fútbol femenino en España, un evento histórico que marcó el inicio de un largo camino hasta llegar a la actualidad.

En los primeros años del siglo XX, las mujeres en España se enfrentaban a limitaciones sociales que las relegaban a roles domésticos, bajo la creencia de que pertenecían al “sexo débil”. Practicar deportes, y menos aún el fútbol, se consideraba completamente inapropiado. Sin embargo, alrededor de 1914, un grupo de mujeres en Barcelona comenzó a desafiar esas normas. Ataviadas con bombachos, medias altas y blusas largas, entrenaron bajo la guía de Paco Bru para formar el Spanish Girl’s Club, la primera iniciativa organizada para el fútbol femenino en España.

Bru, quien había sido jugador del FC Barcelona, árbitro y seleccionador nacional, asumió el reto de reunir y preparar un grupo de mujeres en un tiempo récord de 45 días, con el objetivo de que disputaran partidos benéficos. No fue una tarea fácil. Desde los uniformes hasta las duchas tras los entrenamientos, cada decisión se enfrentó a las reticencias e imposiciones de una época profundamente machista.

La selección española femenina de fútbol se ha proclamado este domingo campeona del mundo por primera vez en su historia después de superar en la final del Mundial de Australia y Nueva Zelanda a Inglaterra (1-0), un partido decidido por un gol de Olga Carmona antes de la media hora de juego.

El primer encuentro del Spanish Girl’s Club tuvo lugar en el campo del Real Club Deportivo Español, reuniendo a dos equipos formados a partir del grupo de jugadoras. Los equipos fueron bautizados como Montserrat (vestidas de blanco) y Giralda (de rojo), en homenaje al monasterio catalán y al monumento sevillano. Con Paco Bru como árbitro, el partido arrancó a las 17:15 ante una grata asistencia de espectadores.

El marcador final fue 2-1 a favor del Montserrat. Más allá del resultado, el partido se jugó con fines benéficos, destinándose la recaudación a la Federación Femenina contra la Tuberculosis. Sin embargo, la cobertura mediática que recibió el evento reflejó el choque cultural generado por el fútbol femenino. Crónicas en medios como Mundo Deportivo y El Diluvio no se enfocaron tanto en lo deportivo, sino en las apariencias y el físico de las jugadoras, reafirmando los estereotipos y prejuicios de la época. Entre las pocas publicaciones que se hicieron sobre el partido, a las deportistas se las llamaba “las niñas futbolistas”.

Paco Bru y su lucha

El éxito del Spanish Girl’s Club no habría sido posible sin la determinación de Paco Bru, que rompió con la mentalidad de su tiempo al defender el fútbol femenino como un deporte igualitario. Bru fue mucho más que un entrenador: se ocupó de defender a las jugadoras frente a familiares, reglamentar su vestimenta y entrenarlas para que pudieran competir al más alto nivel posible dentro de sus posibilidades.

Su famosa frase, “Sportwoman, no marimacho”, pretendía reivindicar el derecho de las mujeres a practicar deporte sin ser estigmatizadas. Bru no solo mostró dedicación al fútbol femenino, sino que luchó por inculcar valores de unidad y compañerismo en su equipo. Exigió a las jugadoras condiciones de higiene y estar en forma, algo que para la época resultaba casi revolucionario.

La última jornada de la Liga F evidencia la necesidad de instaurar el VAR en el fútbol femenino: hasta tres goles en fuera de juego.

Tras el histórico enfrentamiento entre Montserrat y Giralda, el equipo realizó una serie de partidos en Cataluña y, progresivamente, en otras zonas de España. Sin embargo, los planes del Spanish Girl’s Club para alcanzar un carácter internacional quedaron truncos por el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, conflicto que reorganizó las dinámicas sociales y económicas de Europa. Aunque España fue neutral en la guerra, los efectos de la época acabaron con el proyecto.

Las jugadoras no pudieron continuar representando al club más allá de ese breve período, y el fútbol femenino en España quedó sumido en el silencio. Con el tiempo, los conflictos civiles y el franquismo consolidaron la marginación de las mujeres del deporte, y no fue hasta los años setenta cuando surgieron nuevamente equipos femeninos en España, en su mayoría operando de manera no oficial y sin el respaldo de federaciones deportivas.

El legado de las pioneras

Aunque el Spanish Girl’s Club desapareció, su impacto fue innegable. Representó un desafío directo al machismo imperante y dejó un precedente que tomaría más de medio siglo en ser retomado. Gracias a las jugadoras de aquel histórico equipo y al empuje de figuras como Paco Bru, se sentaron las bases de un camino que culminaría con el reconocimiento del fútbol femenino en España ya entrados los años ochenta. Hoy en día, el fútbol femenino español no sería lo que es sin estas pioneras que, con valentía y determinación, rompieron barreras en un tiempo en el que su simple presencia en el campo era vista como una transgresión.