
No está siendo un verano tranquilo para Pedro Pastor. Conciertos, promociones y algún que otro viaje para desconectar lo llevan de un lado a otro. La entrevista, pues, la hacemos en uno de los pocos momentos en los que pasará más de tres días seguidos en su casa de Rivas-Vaciamadrid, a unos pocos kilómetros de la capital. “Los músicos tenemos vacaciones un poco cuando podemos y queremos”, dice. “Es como una balanza en el calendario, donde hay que equilibrarse hacer el trabajo que hemos elegido y que amamos y cuidarse descansando”.
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Pedro Pastor tiene 30 años, pero ya lleva 15, justo la mitad, con su nombre sonando en el circuito de la música independiente española. Hijo de músicos, casi parece natural en él haberse convertido en cantautor, rodeado desde la cuna de figuras consagradas en este género como su padre, Luis Pastor, o su tío por parte de madre, Pedro Guerra. Así, a los 13 años compuso su primera canción; a los 15, actuó por primera vez en un concierto en solitario en el que compartió esas iniciales composiciones. Fue entonces cuando sacó su primer disco, también cuando decidió que iba a dedicarse a eso de tocar sus temas frente a los demás durante toda su vida.
Un proyecto conmemorativo y colaborativo
Desde entonces, van siete álbumes completos, varias giras, millones de reproducciones y diez años junto a Los Locos Descalzos. Esta banda cumple ahora una década a su lado, por lo que, para conmemorar este hito, se encuentran en pleno lanzamiento de un disco conmemorativo. “Tener la misma banda durante diez años ha sido un milagro y un regalo”, reconoce el cantautor, “Pensamos que era justo y hermoso dejar hecho este disco con la celebración de una década”.
De este modo nace el proyecto 10 Locos Años Descalzos, un álbum en el que rescata algunas de las canciones compuestas en diferentes momentos de su carrera y, según explica, permitirles “tener una segunda oportunidad de sonar con otras vestiduras”. Al fin y al cabo, algunas de ellas fueron grabadas cuando él era aún un adolescente que tocaba a solas en su casa o en bares frente a unos pocos asistentes. Para grabarlas, iba a la casa de un amigo, donde hacían maquetas caseras con solo un violín como acompañamiento.

10 Locos Años Descalzos parte, por lo tanto, de su “espíritu de solista”. Sin embargo, es también una celebración de la amistad y, sobre todo, de la música en común. Prueba de ello, también, son las colaboraciones, a las que si aplicamos el dicho de dime con quién andas y te diré quién eres, nos haremos una idea del camino recorrido de este músico. Rozalén, Silvio Rodríguez, Rupatrupa acompañan los primeros adelantos: Los Olvidados, Quererte, En Braille, respectivamente.
Tres canciones compuestas en diferentes momentos de su vida, pero que figuran entre las más destacadas y queridas de su trayectoria. “En Braille es la primera buena canción que escribí en mi vida”, afirma. En aquella época, exprimía al máximo el mundo que le rodeaba y se inspiraba de todo para, después, trasladarlo a toda la música que creaba. “Me acuerdo de cuando volvía de ver un concierto, me quedaba tomando una cerveza con mis amigos y volvía borracho en un bus nocturno para llegar a mi casa a las 4 de la mañana, y a las 8 tenía que levantarme para ir al instituto, porque estaba en primero de bachillerato”.
“Estamos metidos en una década en la que el sistema genera una pobreza del espíritu”
Desde esa época, un pensamiento se ha mantenido: “Para poder escribir de algo hay que ser un soñador. Si no, te vas a equivocar”. Puede que, al hacerse mayor, haya visto como quedaban atrás ciertos “idealismos y valores que los acompañaban”, pero es consciente de que son esos mismos valores los que le han “hecho ser quien soy”. Una idea que cobra especial importancia, dice, en una década marcada por la “pobreza de espíritu” que, por un lado, “hace que vivamos la vida como si fuéramos máquinas”, y por otro, nos hace tolerar o incluso defender “las barbaridades de los gobernantes genocidas poseídos por delirios de grandeza”.
A la pérdida de la sensibilidad, se le añade, tal y como él percibe, un desprestigio de lo público. “Miro por la ventana y veo a un hombre que limpia las calles, a dos calles del colegio público en el que me formé; recuerdo a los ocho años romperme el brazo y una persona formada me lo curó... No sé, cada noche se ilumina una farola en mi calle para que yo pueda aparcar, abro un grifo y sale agua, tiro de la cadena... ¿De verdad queremos que sean empresas privadas las que se encarguen de nuestras necesidades básicas? Hay muchísima gente defendiendo esas ideas y que aprovechan una ausencia de información y una falta de pensamiento crítico".

“En los 70, había músicos que eran incluso más importantes que los políticos”
El discurso de Pedro recuerda al de esos cantautores de los que es heredero. Los mismos que conquistaron las radios (y los discursos) hace varias décadas, especialmente en las décadas de los 60 y los 70, en pleno auge de la canción protesta. “Los músicos eran incluso más importantes que los políticos”, recuerda, gracias al contenido social de sus letras. “Ahora ya no es así”, lamenta. “Al ver que los chavales iban a seguir lo que dijeran, la industria buscó que calara el mensaje de que el arte no debe meterse en política”.
De pronto, transmitir ideas sobre el mundo en un mercado cada vez más masivo era sinónimo de arriesgarse a perder fans. Frente a eso, mejor no hablar de nada en concreto, o mejor aún, hablar solo de uno mismo: consignas aplicadas, para Pedro Pastor en el pop, la música electrónica y en parte de la urbana, donde solo desde el rap mantiene el recuerdo de que “el arte es el espejo de la sociedad”.
Por todo eso, le preguntamos al cantautor si tiene la sensación de haber llegado tarde, cuando los cantautores ya no tienen la fuerza de la que antes gozaban. Su respuesta es que no. “Al final la canción política no está en su mejor momento, pero sí se sostiene bastante bien. Además, mi padre fue una personalidad bastante importante en este país, pero cuando tenía mi edad no pudo tocar en la mitad de países en los que he podido tocar yo”.
Nuevas canciones y actuaciones en julio y agosto
Así, mientras su música se sigue escuchando en todo el mundo, Pedro Pastor acomete ahora las fechas que le quedan de cara al resto del verano. En julio le esperan conciertos en Campo de Criptana este viernes y en San Vicente do Mar el martes que viene. En agosto, tocará en el festival Sierra Sonora (9 de agosto) en la Rioja y en las Nits de Tramuntana (16 de agosto), cerca de Girona. Finalmente, para despedir el verano en septiembre, viajará hasta Burgos para tocar en el Festival Tribu.
Este viernes, además, saldrá otra canción de su disco de celebración: Sin rosas, acompañado de María Ruíz. Además, ya se encuentra disponible su reciente colaboración con Marta Gómez en Destellos de belleza. Esta canción habla sobre cómo las pequeñas cosas nos llenan de vida y nos alegran. Componerla fue, afirman sus autores en redes sociales, “un proceso sanador” que ahora pretenden compartir con todo el que quiera escucharles.
En eso trabaja Pedro Pastor desde hace 15 años. A pesar de que el mundo le invita cada vez menos al optimismo, recuerda aquello que, desde siempre, le ha hecho escribir canciones. “Si no hubiera sido así, hubiera firmado con Warner a los 19 años, cuando me lo propusieron, y hubiera vivido otra carrera”, dice. Lejos de los focos, del gran show, apuesta por lo que lleva dentro: un refugio del mundo a través del que, aunque suene imposible, empezar a vivir de verdad en él con los demás.
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