
Hasta el momento parecía un proyecto maldito. Desde hace décadas se había intentado adaptar el cómic de culto de Héctor Oesterheld sin resultado. Se trataba de una producción ambiciosa, inscrita dentro de la ciencia ficción en la que asistíamos a un apocalipsis tras la el corte de las comunicaciones y la caída de una extraña nieve que provocaba la muerte por contacto.
Sin embargo, El Eternauta se ha hecho finalmente realidad gracias al equipo de Netflix Latinoamérica que, en los últimos tiempos ha emprendido otros proyectos igualmente ‘imposibles’, como la adaptación de la novela icónica del ‘boom’ latinoamericano Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez.
El Eternauta se ha convertido en un éxito inmediato, convirtiéndose en la ficción más vista de la plataforma de habla no inglesa a nivel global y consiguiendo un reconocimiento unánime a nivel de crítica: estamos ante una obra importante.
Todo un hito teniendo en cuenta la situación en la que se encuentra el audiovisual argentino después de los recortes del gobierno de Javier Milei. Precisamente la serie se encarga de convertirse en un acto de resistencia ofreciendo una historia y unos personajes que entroncan a la perfección con la idiosincrasia del país.
Analizamos algunas de las cuestiones que han convertido a El Eternauta en un fenómeno sin precedentes dentro del audiovisual en habla hispana.
Aborda los miedos contemporáneos
Desde que tuvo lugar la pandemia parece que nos encontremos en una película ‘distópica’. El apagón que tuvo lugar en España y que dejó a la población sin luz y sin acceso a las comunicaciones solo hace reforzar la idea de que nos encontramos frente a un momento de incertidumbre en el que el individuo se encuentra a expensas de un mundo que puede virar al desastre en cualquier momento.
De hecho, El Eternauta comienza con un corte de luz, al que seguirán una serie de fenómenos extraños que pondrán a la población en una situación de crisis total.

En un mundo en el que dependemos absolutamente de la tecnología, la serie reflexiona sobre la manera en la que podríamos sobrevivir sin ella. De hecho, los protagonistas tendrán que ingeniárselas con lo que tengan, con los métodos más rudimentarios, para que la civilización siga subsistiendo.
El poder del grupo frente al individuo
Vivimos instalados, desde hace tiempo, en el individualismo, en una mecánica en la que damos la espalda al otro, ya sea por cuestión de egoísmo o desgana. Sin embargo, lo que planteaba Oesterheld en el cómic original, era que no se podía salir adelante sin la ayuda de los demás, que no somos nadie sin los que nos rodean y que, sin duda, resultaría imposible sobrevivir en una situación de crisis extrema sin una organización grupal.
Es uno de los pilares de El Eternauta, uno de los mensajes más importantes que lanzó el autor de las viñetas y que ahora ha recogido el creador de la serie, Bruno Stagnaro, que ha permanecido fiel a ese espíritu de lucha conjunta frente al enemigo hostil (sea el que sea).
Una reflexión sobre la manipulación de la sociedad
El último capítulo de esta primera temporada aborda un hecho crucial. Parte de los supervivientes han sido ’abducidos’ por una fuerza extraterrestre que no enseña su verdadera cara. Lo hará a través de unos seres que se encargan de manipular a los humanos para convertirlos en su ejército para, poco a poco, ir controlando a toda la población. Una idea similar a la que expuso Philip K. Dick o Jack Finney en su clásico La invasión de los ladrones de cuerpos, que resulta coetánea a la obra de Oesterheld.
La serie, en estos momentos en los que vivimos, adquiere una dimensión absolutamente contemporánea en tiempos de las ‘fakes news’, del auge de la ultraderecha a nivel mundial, pero también precisamente en Argentina... sobre todo si tenemos en cuenta que el propio autor fue uno de los desaparecidos durante la dictadura y que ahora esta serie se estrena en tiempos de crisis para la cultura del país. Por eso la frase ¡Viva la resistencia, Viva Argentina! adquiere un carácter simbólico muy especial y eminentemente político.
Cómo lo local se convierte en universal
El Eternauta es una serie argentina orgullosa de serlo. Todo el equipo es autóctono, tanto el artístico (encabezado por Ricardo Darín) como el técnico. Todos los escenarios que aparecen son simbólicos de la nación y todo transcurre en Buenos Aires. Es una forma de reivindicar lo propio por encima de esa masa homogénea que impregna nuestras vidas y, de paso, las ficciones que vemos en las plataformas, que copian modelos de forma ininterrumpida y que no tienen un espíritu propio.
El Eternauta ha conseguido ser única reivindicando su esencia, y eso, no tiene precio en los tiempos que corren.