
La Guerra Civil fue un terrible episodio en la historia de España. Cientos de miles de personas fallecieron tanto en combate como en acciones contra los civiles, y supuso, además, el origen de una larga etapa de pobreza en los hogares de muchos españoles.
Entre los efectos de la Guerra Civil está, no obstante, también los daños materiales que provocó. A los edificios destruidos por los bombardeos había que sumarle los puentes dinamitados, los tesoros saqueados y, por supuesto, el arte destruido.
A los libros quemados -y los poetas fusilados- habría que sumarle, también, el importante patrimonio destruido en muchas iglesias quemadas, cuando en muchos pueblos algunos soldados o hasta vecinos decidieron atacar estos edificios por representar a una institución que ahora pretendía acabar con la República.
Un ‘tesoro’ reencontrado 90 años después
Esto fue lo que le ocurrió a la Iglesia de Sant Francesc de Reus el 21 de julio de 1936 cuatro días después del golpe de Estado del bando nacional, cuando unos cuantos milicianos de Barcelona decidieron prenderle fuego al edificio. Todo quedó reducido a cenizas: cuanto había en el interior del edificio se había consumido entre las llamas. O al menos, eso era lo que por aquel entonces se pensó.
El arzobispado de Tarragona ha informado de que esta parroquia ha recuperado la escultura Cristo ligado a una columna, creada por el escultor Joan Roig i Solé, que se creía que había sido destruida en el incendio de 1936. Se trata de una escultura de metro y medio de altura hecha con madera en 1855. Originalmente, presidía un altar lateral de la iglesia parroquial, algo que podrá volver a ocurrir después de que la familia de otro escultor catalán, Marià Bofarull Ferrer, haya devuelto la imagen al edificio donde originalmente se encontraba.

¿Qué ocurrió con la escultura?
Casi 90 años después, se ha conocido que Marià Bofarull, por aquel entonces un estudiante de la Escuela de Arte de Tarragona, descubrió la escultura entre los restos del edificio calcinado y decidió llevársela a su casa familiar, donde comenzó a restaurarla gracias a las indicaciones de uno de sus mentores, el también artista Joan Rebull.
Poco antes, el consejero de Cultura de la Generalitat había mandado a la Escuela de Arte y a sus estudiantes que protegieran las obras religiosas de los estragos de la guerra, aunque el conflicto pronto disolvió cualquier otro objetivo que no fuera protegerse a uno mismo. Tras la guerra, él y su familia optaron por conservar la obra en su vivienda durante muchos años, lo que hizo que, con el tiempo, todo quedara en el olvido.
“No nos cuadraba”
Cerca de nueve décadas más tarde, Anna María Bofarull i Solé descubrió la escultura entre las pertenencias de su padre difunto. “Nos extrañó porque nuestro padre siempre había trabajado con yeso y esta figura está hecha de madera, entonces no nos cuadraba”, declara en una entrevista con el periódico del Diari de Tarragona. Cuando comenzaron a consultar cuál podía ser su origen, dieron con la verdad.

Ahora se conoce que, de hecho, no fue el único elemento de arte religioso que Marià Bofarull salvó. Y es que, durante los primeros días de la Guerra Civil salvó también otra escultura y varias reliquias. Sin embargo, nunca terminó la restauración del Cristo ligado a la columna.
“Anna Maria Bofarull ha expresado la voluntad de que la imagen sea restaurada, pero que se pueda identificar que se intentó quemar durante la Guerra Civil y que, posteriormente, su padre empezó a restaurarla”, explican desde el arzobispado en su nota de prensa. En palabras del párroco de la comunidad, Josep Maria Gavaldà: “Con este acto de retorno, hoy se cicatriza una de tantas heridas de la guerra, en cuanto a la destrucción del patrimonio y del arte".