
El cine bélico ha sido un género muy fructífero para los grandes directores. No en vano, algunas de las mejores películas de la historia han seguido de cerca conflictos reales, como Apocalypse Now (1979), de Francis Ford Coppola, El Lawrence de Arabia (1962), de David Lean o incluso El acorazado Potemkin (1925), de Eisenstein.
Sin embargo, quizá el mejor director de cine bélico de todos los tiempos haya sido Stanley Kubrick. Este director es recordado especialmente por títulos como La naranja metálica (1971), El resplandor (1980) o 2001: Una odisea en el espacio (1968). Sin embargo, suyas también fueron La chaqueta metálica (1987), ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú (1964) y, también, Senderos de gloria (1957), valorada por muchos como la mejor película bélica de la historia.
Esto hizo que, durante muchos años, los periodistas quisieran saber en qué películas se había inspirado el propio Kubrick a lo largo de su carrera para llegar a ser un maestro del género. Sobre ello, de hecho, se le preguntó en la revista Positif, algo a lo que el director sorprendió haciendo referencia a una coproducción italo-argelina de los años 60.
Un falso documental sobre un conflicto verdadero
Se trataba de La batalla de Argel, una película de Gillo Pontecorvo donde se narra la historia de la guerra de independencia de Argelia entre 1954 y 1962. Una película con banda sonora de Ennio Morricone y protagonizada por Jean Martin que comenzó a causar furor después de que Kubrick reconociera que le había impresionado.
“Todas las películas son, en cierto sentido, falsos documentales”, aseguró en su día el director estadounidense. “Intentas acercarte lo máximo posible a la realidad, pero no es la realidad. Hay gente que hace cosas muy ingeniosas que me han fascinado o engañado por completo. Por ejemplo, La Batalla de Argel. Es realmente impresionante”.
Cabe recordar que la película de Pontecorvo había sido filmada como si, precisamente, se tratara de un documental. Una técnica que seguía la tradición italiana marcada en décadas anteriores por autores como Rossellini, que en los últimos años de su vida se dedicó precisamente a este género con proyectos como India (1959).
De hecho, Pontecorvo utilizó combatientes reales para el rodaje, lo que le permitió transmitir mejor las diferentes fases del conflicto francoargelino, un conflicto clave en la historia del proceso de descolonización de África que supuso también un cambio de paradigma en la hegemonía europea. Así, Pontecorvo obtuvo el León de Oro en el Festival Internacinoal de Cine de Venecia ese año.
De ayer a hoy: el cine sobre guerras sigue dando grandes títulos
Varias décadas después, la película sigue ocupando los primeros puestos en las listas de mejores películas bélicas de todos los tiempos. Más aún si tenemos en cuenta solo los títulos europeos, donde destacarían otros trabajos italianos como Roma, ciudad abierta (1945) de Rossellini o La gran guerra (1959) de Mario Monicelli, sin olvidarnos de Una vida difícil (1961), de Dino Risi.
Afortunadamente, el siglo XXI también ha dado grandes títulos que serán recordados en las próximas décadas, con nuevas propuestas temáticas y formales que han renovado el espíritu del género. Es el caso de la ucronía con altas dosis de humor negro de Malditos bastardos (2009), 1917 (2019), la película en plano-secuencia de Sam Mendes o incluso Vals con Bashir (2008), donde los horrores de la guerra fueron fielmente reflejados con ayuda de la animación.