
Las tiendas de antigüedades se visitan para dar un toque vintage a tu casa, para encontrar chollos o muebles y otros elementos decorativos con más personalidad de la que podemos encontrar en el Ikea. Sin embargo, es difícil imaginar a alguien visitando un anticuario para hacerse rico.
Y, aunque en un principio no fuera su intención, esto es exactamente lo que le ha ocurrido a una mujer de Manchester, New Hampshire (Estados Unidos) que, tras comprar en agosto de 2017 un cuadro en una tienda de antigüedades. Años después, descubriría que el valor real de esa obra de arte era mucho más, algo que se confirmaría con su subasta por cerca de 180.000 euros (191.000 dólares).
Entre broma y broma...
En declaraciones al Boston Globe, la mujer aseguró que se encontraba revisando una pila de marcos viejos en el anticuario y que ahí encontró el cuadro, entre “pósteres y láminas dañados”. De hecho, el cuadro le llamó tanto la atención que le dijo en broma al dueño del negocio que se trataba de “una pintura real”.
Tan poca importancia le dio, que lo tuvo en su habitación durante años y hasta lo perdió. Hasta que un día, tiempo después, lo volvió a encontrar mientras limpiaba. Fue entonces cuando subió una foto a sus redes sociales: “historias de cosas que has encontrado en paredes, desenterrado en tu patio trasero o en esa casa abandonada al otro lado de la calle de la de tu abuela”.
Los comentarios de los usuarios de esta red social, no obstante, acabaron llamando la atención de Lauren Lewis, una experta en conservación de arte que, además, había sido comisaria en varias exposiciones del pintor Newell Convers Wyeth, uno de los pintores e ilustradores estadounidenses más importantes del siglo XX. Se pusieron en contacto y, finalmente, la mujer accedió a que Lewis examinara el cuadro para concluir que, en efecto, había un 99% de posibilidades de que se tratara de un cuadro de ese famoso artista.
El precio final
“Mi evaluación del estado fue que, si bien ciertamente tenía algunos pequeños rasguños y le vendría bien una limpieza superficial, estaba en condiciones notables considerando que ninguno de nosotros tenía idea de su trayectoria en los últimos 80 años”, señalaba Globe la experta. Hasta el marco parecía ser “una elección del artista”.
Al enterarse, la mujer se sintió “emocionada”, al igual que “un poco abrumada”. Al fin y al cabo, había estado durmiendo con un cuadro de un valor -según estimaron en un principio- de hasta 240.000 euros sobre su cabeza. Finalmente, el precio que pagaron por él en la subasta fue algo menor, pues se quedó en algo más de 176.000.
El cuadro, de 28 centímetros de largo por 19 de alto, es una de las cuatro obras que Wyeth preparó en 1939 para una nueva edición de la novela Ramona, de Helen Hunt Jackson, una historia que por aquel entonces había logrado un gran éxito como folletín. Por ello, es razonable pensar que el pintor acabara regalando el cuadro a algún editor o incluso a la autora.

Del ‘abuelo’ Wyeth al Caravaggio de Madrid
N.C. Wyeth (1882-1945) no fue el único pintor de la familia, sino que fue el primero de tres generaciones. A este le siguió su hijo, Andrew Wyeth (1917-2009), considerado uno de los más importantes del siglo -especialmente por El mundo de Cristina-, y a este le siguió el nieto, Jamie Wyeth (1946), seguidor además del mismo estilo realista que caracterizó a su abuelo.
De este modo, aunque pueda resultar difícil de creer, lo cierto es que este tipo de situaciones ocurren más a menudo de lo que cabría pensar. Sin ir más lejos, en Madrid hace unos años se vendió un cuadro en una subasta por un valor de 1.500 euros, hasta que finalmente alguien se dio cuenta de que podía tratarse de un Caravaggio auténtico. En 2024, ya identificado como el Ecce Homo del pintor, ese cuadro acabó expuesto de manera temporal en el Museo del Prado.