Desde la aparición en 2008 de canciones como Poker Face, LoveGame o Paparazzi, Lady Gaga se ha convertido en una de las figuras más reconocidas del pop a nivel mundial. Desde entonces, la Mother Monster ha cautivado a oyentes de todo el mundo con nueve álbumes de estudios -es la única, junto con Michael y Janet Jackson, en alcanzar el número uno en las listas de lo más escuchado en tres décadas diferentes-. Su último disco, Mayhem, se ha lanzado este mismo fin de semana, en lo que supone una vuelta a los orígenes de la cantante.
A Lady Gaga se la ha visto inundar las discotecas a golpe de música electrónica, emocionar con la fuerza de su voz en temas más rockeros o cercanos al country; incluso deleitar a los oídos más exquisitos con temas de jazz junto al cantante Tony Bennett. La cantante, incluso, ha traspasado el mundo de la música para convertirse, también, en una estrella del cine, con su participación en películas como Ha nacido una estrella, La casa Gucci o, más recientemente, Joker: Folie à Deux.
Sin embargo, pocas veces la artista se había mostrado tan humana como con el lanzamiento de este nuevo trabajo, con el que incluso se ha atrevido a hablar de temas de los que, afirma, antes temía abrirse. Es el caso de una reciente entrevista para el medio estadounidense The New York Times, donde ha sido interrogada por los problemas de salud mental que tuvo hace ahora cinco años.

“Era algo de lo que me avergonzaba”
“Tuve un brote psicótico”, confiesa en esa conversación la cantante. “No estuve en contacto profundo con la realidad durante un tiempo. Me alejó de la vida de una manera importante, y después de muchos años de trabajo duro, he recuperado mi estado”. Un proceso de recuperación en el que conoció también a su prometido, Michael Polansky, quien pese a que ya se encuentra mejor, le insistió en que aún podía ser “mucho más feliz”.
“Fue realmente difícil para mí escucharle decir eso porque no quería que pensara eso de mí”, revela Lady Gaga. “Quería que pensara que yo era una persona feliz y totalmente sana”. No lo era, algo que temía que la definiera. “Era algo de lo que me avergonzaba. Pero no creo que debamos sentirnos avergonzados si pasamos por momentos así. Lo único que quiero decir es que puede mejorar. En mi caso, lo hizo y estoy agradecida por ello”.
La artista ha asegurado que en ese brote psicótico le costó mucho desprenderse de los personajes que ella misma interpretaba cuando se subía a un escenario. "Tuve que encontrar una manera de integrarme completamente con mi personaje sobre el escenario y de habitar la energía de Lady Gaga en mi vida cotidiana".
El proceso de recuperación fue, en cierto modo, recuperar el control sobre sí misma, o sobre el personaje y la persona, para “mantener esas dos cosas y hacer que no estuvieran en guerra”. “He aprendido a no echar gasolina a la situación. Antes me gustaba más el caos, vivir la vida al límite constantemente. Ahora estoy orgullosa de ser mucho más aburrida”.

Soltar el pasado para caminar hacia el futuro
Lady Gaga, de 38 años, ha buscado en Mayhem la superación de los múltiples problemas contra los que ha luchado en los últimos años. Más allá de la salud mental, la cantante también ha tenido que frenar en su vida debido a diferentes problemas personal, entre ellos los síntomas de una fibromialgia que volvió a lastrar su carrera.
Una vez recuperada, ahora toca mirar hacia el futuro e, incluso, pensar en otros objetivos que no tengan que ver con el escenario. “Estoy emocionada por ser madre. Solía tener mucha aprensión al respecto", explica en la entrevista. “Cuando salió Mayhem, fue como mi cumpleaños. Pero tal vez haya un momento en que sea la fiesta de otra persona".