Paul Thin (’OT’) ‘resetea’ su cabeza en ‘Reboot’, su álbum debut: “Hace años tenía síndrome del impostor, pero si no era yo el que creía en mí, nadie lo haría”

El segundo clasificado de ‘OT 2023′ estrenó este 7 de marzo su primera puesta de largo, un viaje por su consciencia que bebe de la ciencia ficción. “Es una muestra de lo densa que puede ser la cabeza cuando las emociones están por ahí, flotando” cuenta a ‘Infobae España’

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Paul Thin, en su entrevista
Paul Thin, en su entrevista con 'Infobae España'. (Helena Margarit Cortadellas)

Si Paul Thin (Armillas, Granada, 2002) tuviera que definir Reboot, su primer álbum, sería “intenso”. “Es denso, pero al mismo tiempo se deja escuchar. Una canción sola es escuchable, pero el álbum tiene densidad narrativa”, cuenta a Infobae España horas antes de su estreno este pasado viernes 7 de marzo. El trabajo del segundo clasificado de Operación Triunfo 2023 continúa con la estela robótica que empezó con Spawnpoint (2024) —término que en el mundo del videojuego significa ‘punto de partida’—, un EP de 11 canciones estrenado el pasado mes de noviembre que funciona como un prólogo combinando las canciones que hizo cuando arrancó en 2022, antes de comenzar su andadura en OT y que produjo él mismo; sus dos primeros singles tras salir de la Academia y dos versiones tan dispares como Me quedaré de Estopa y Punto de partida de Rocío Jurado, entre otras, en las que fusionaba la electrónica, la rumba y lo clásico. Pero ahora, va un paso más allá. Después del prólogo viene el primer capítulo. Eso es Reboot. Y al igual que su predecesor, es toda una declaración de intenciones. “Es una muestra de lo densa que puede ser la cabeza y lo pesado que se siente el cerebro cuando las emociones están por ahí, flotando”, explica refiriéndose a su salud mental. A fin de cuentas, este álbum es “un viaje por ese traspaso de emociones y recuerdos”. Una mezcla de su alma, la humana, su pasión por los videojuegos y su ambición por la vanguardia, que lo impulsa a experimentar.

Semanas antes de empezar su Spawnpoint Tour el pasado mes de agosto en el Concert Music Festival de Chiclana de la Frontera, y cuando todavía quedaban meses para que su EP viera la luz, tuvo una idea. “Al principio quería jugar mucho más con el concepto del jazz, pero justo tres semanas antes del show algo me dijo: ‘Espérate, igual no es el camino’”. Y así fue. “Tenía claro el concepto de pasar de una vida a otra, de pasar de Pablo a Paul”, explica sobre su alter ego musical, Paul Thin, cuyo nombre real es Pablo Delgado —la traducción literal al inglés—. “Al final todo se acabó yendo hacia algo mucho más electrónico que ya había empezado a hacer con Dónde y con Alondra”, dos de los singles incluidos en el EP. Así es como hiló Spawnpoint con Reboot y encontró la conexión que buscaba: renacer y transformarse.

Una vez visualizado qué quería hacer, tocaba ponerlo en marcha. Paul, de 22 años, estudia música desde los cuatro, y antes de entrar en el reality musical que hace un año y medio rescató Prime Video, producía sus propios temas (Brisa, Lola, La Camarera). Por eso, tanto el EP como el disco tenía que coproducirlo él.

Paul Thin estrena 'Reboot', su
Paul Thin estrena 'Reboot', su album debut. (Universal Music Spain)

Reboot es toda una amalgama de géneros llena de matices que consigue encajar con lo urbano y lo electrónico. Rumba, afrobeat, trap e incluso flamenco. Fusionar todo esto fue, precisamente, “lo más complejo”. Para llevarlo a cabo, Paul explica que tanto él como sus productores Enry-K —productor de C. Tangana—, Kiddo, Gio —ambos han trabajado con Quevedo en su último álbum, Buenas noches y Lex —Sebastián Yatra—, organizaron en “un folio” todos los géneros que querían tocar. ”Hizo falta mucho tiempo de entendernos. Para llegar a algo tan identitario, tan claro y específico hicieron falta muchas sesiones en las que saliesen canciones malas”, apunta, “pero malas que no las podía escuchar ni yo”, bromea. “A nivel conceptual todo iba de la mano, pero a nivel sonoro teníamos que hacer que todo tuviera un sentido. Ahí es donde aparece todo este sonido retrofuturista con tanta influencia en la música de los 80 y ese universo Daft Punk con los sintetizadores y también un poco Alan Parsons —productor de álbumes tan icónicos como Abbey Road (1969) de Los Beatles o The Dark Side of the Moon (1973), de Pink Floyd—”, explica. El tiempo de creación del álbum ha sido corto, pero en el estudio estuvo encerrado muchas horas. “Igual en vez de tener jornadas de seis horas han sido de diez o de 11″, relata.

Un viaje por su consciencia y mente creativa

Una de las canciones que mejor refleja su puesta de largo se resume en Mi Corazón, en la que introduce flamenco. Y es además la última canción que metió en el álbum. “Ay mi corazón, ya se ha vuelto esclavo de mi única intención. Demostrar que siempre he sido un robot sin emoción”, dice la letra. “Siempre estaba como con esta cosa de ‘el yo persona y el yo artista’. Al final el artista de alguna manera pasa a ser un producto propio de sus emociones”, explica sobre la canción, para añadir que estas “ya no son únicamente” suyas, sino que pasan a ser “efectos narrativos” a disposición del oyente. A lo largo del disco, mientras combina una apabullante variedad de géneros, Paul explora su identidad personal y artística en Vértigo o en Luz; para hablar también de las críticas en redes sociales en El diablo se viste de mí o en Quién —canción qué tardó en producir cerca de dos semanas con más de 12 horas en el estudio— o incluso tiene tiempo para el romance en Fiebre del Oro, uno de los temas más melódicos y suaves del disco, donde muestra el amor como un descubrimiento tan valioso como casi milagroso. Pero entre líneas, casi todas las canciones tienen algo en común, que te deja ver lo más hondo y honesto del artista: su salud mental.

Por si fuera poco, también deja un hueco hasta para incluir a Joaquín Sabina. Es en la canción número siete, la que da nombre al disco, cuando la voz del cantautor se deja escuchar en los últimos segundos. “El hombre que más sabe, yo creo que lo que sabe es vivir”, dice respondiendo al periodista Jesús Quintero en una entrevista del 2002. Paul explica que la influencia de Sabina tiene mucho que ver con Reboot aunque “de forma muy indirecta”. “Cuando yo estaba escribiendo Vértigo, acababa de escuchar Un último vals de Sabina. Es una persona que es un ejemplo a seguir”, explica, motivo por el que Lex, uno de sus productores, probó a meter esa misma frase en la canción. El disco se completa con tres interludios intercalados a lo largo del álbum, a los que ponen voz los actores de doblaje Elisa Waves, Claudio Serrano —voz habitual del actor Ben Affleck— y Laura Márquez.

“La gente tiene una doble vara de medir en cuanto a lo raro, porque cuando lo raro es mainstream pasa a ser especial”

Buscar la excelencia

Las canciones que ha ido lanzando el granadino desde su salida de la Academia, sumado a que quedara segundo por detrás de Naiara en el podio de la edición, hace que, en ocasiones, haya sentido presión por darle forma al proyecto. “Había un poco de presión en cuanto a nivel artístico, por esto de que quien quede segundo es la persona que triunfa”, relata. “Yo siempre tenía claro que lo que iba a hacer de primeras no iba a ser para el gusto del oído general. Es cierto que hago un estilo urbano, pero a la hora de escuchar las canciones hay un trabajo que no es para nada comercial”, añade. Para quitarse presión, se tranquilizó así mismo. “Tiene que ser mi primer álbum y ya está”, se dijo. “No sé si cumple las expectativas de la gente, pero al menos las mías propias, creo que sí”, resume sobre el resultado de su trabajo.

El cantante y la actriz de doblaje son los elegidos, junto a Chenoa, para presentar la nueva edición del concurso musical. Infobae España ha hablado con ellos

Con este álbum parece que Paul Thin tiene todo claro, pero no siempre fue así. “Un año y medio antes de entrar a OT tenía dilemas de identidad artística. Me puse malo y tuve que dejar de cantar durante un tiempo. Investigué y descubrí muchas cosas nuevas”, relata. “Fue eso lo que me llevó a saber qué es lo que quería y qué no. Ha hecho falta mucho tiempo de inseguridad hasta llegar a este punto”, añade.

¿Ha tenido síndrome del impostor? “Hace años que lo empecé a tener, pero me di cuenta de que si no era yo el que creía en mí mismo, nadie lo haría. Es una cosa con la que intento luchar porque el día que dejé de creer yo en mí mismo, mal vamos”, añade. Por esto mismo no le teme a las críticas. Ni a las que puedan venir con el performance teatral que le caracteriza (y le caracterizaba en OT) y que montará en los escenarios a partir del próximo 13 de marzo, cuando arranque su gira en la Sala del Movistar Arena, con todo agotado, ni con lo que llegue. “Una cosa que he tenido siempre clara es que yo soy un pedazo de friki”, sentencia entre risas. “La gente tiene una doble vara de medir en cuanto a lo raro, porque cuando lo raro es mainstream pasa a ser especial”, finaliza. Pero aun así, no le teme a nada, y su público lo sabe.