No tiene todavía ni 30 años y ya se ha convertido en una de las promesas del panorama literario español. Se llama Mercedes Duque Espinau, nació en Sevilla y acaba de publicar su primera novela, Animales pequeños (Tusquets), después de haber sido galardonada con su libro de relatos Los días breves.
De hecho, ambas obras se relacionan entre sí y tienen un cierto poso autobiográfico. Los días breves se centraba en la etapa más infantil y preadolescente, mientras que, Animales pequeños, la edad de la protagonista se acercaría a la de la propia autora. “Es un periodo que me queda muy cerca y me interesan mucho los momentos de quiebre personal, de desubicación, que puede ser tanto física como geográfica”, cuenta la autora a Infobae España.
De qué va ‘Animales pequeños’
La protagonista de la novela se llama Rita y vive en Londres (Mercedes también pasó una época en la ciudad británica) con la que fue su mejor amiga. Estudió periodismo, pero trabaja como camarera y su futuro permanece en ‘stand-by’. Pasa las noches bebiendo, esnifando cocaína y manteniendo sexo con desconocidos hasta que se obsesione con quedarse embarazada o contraer una enfermedad de transmisión sexual.
Aunque no se trata de una novela confesional, Mercedes Duque asegura que es incapaz de narrar sensaciones o emociones que no haya tenido. “Hay mucha ficción en la novela, pero también vivencias propias a través de los tres personajes femeninos que aparecen. No soy capaz de impostar sentimientos”.
La autora no tiene claro si Animales pequeños es una novela generacional, porque piensa que, de alguna manera, todas las generaciones precedentes han sentido esa sensación de desorientación vital en algún momento. “A mí me interesa plasmar una especie de estado de ánimo, que es un poco el desencanto. Cuando eres joven y te vas a una ciudad grande a vivir, al principio te sientes ilusionada, piensas que ahí vas a encontrar tu identidad, que vas a encontrar trabajo, independencia o diversión. Mucha gente la encuentra, pero otra no y se da de bruces con la realidad dentro de un espacio urbano muy complejo que puede ser una experiencia muy descorazonadora”.
Londres, sexo sin condón y machismo ‘estructural’
De hecho, Londres se convierte en un personaje más dentro de la novela. Una ciudad que nunca descansa y en la que las diferencias culturales se magnifican. “Allí hay una forma de relacionarse más introspectiva y silenciosa, menos expresiva. Luego te acostumbras, pero al principio es inquietante”.
La maternidad (o la decisión contraria), es uno de los elementos que vertebra la novela. Rita va a la farmacia a comprar una píldora abortiva, mientras que su hermana Eva, que se queda embarazada, se plantea ir a una clínica para interrumpir el embarazo para después decidir tener el bebé. Ambas, además, ha sido hijas de padres ausentes.
“Las dos ven la maternidad de una manera diferente y su educación sexual es muy escasa, por ejemplo, tienen muy poca conciencia de las enfermedades venéreas, que también es algo que conecta con mi generación. Yo fui a un colegio de monjas y recuerdo que en 4º de la ESO, nos dieron una charla sobre sexualidad (o algo así). Nos enseñaron a poner un condón en un pene de madera y nos dijeron que no nos quedáramos embarazadas, pero solo a las chicas, como si ellos no tuvieran ningún tipo de responsabilidad. Así que acostarse con alguien sin condón significaba eso, poderte quedar embarazada, pero no te hablaban de que podías coger enfermedades venéreas”, cuenta la autora.
“Creo que la protagonista está condicionada por una manera de entender el sexo muy errónea de la que se irá dando cuenta y creando conciencia. Lo que busca no es su propio placer, sino la necesidad de ser deseada y es algo que nos ha pasado a muchas. Es lo mismo que con las drogas, las consume para evadirse”.
En ese sentido, piensa que las nuevas generaciones tienen más claras las cosas (tras el MeToo) en cuestiones como el consentimiento, y que haya conversaciones en torno a eso, que se abran al público, que se compartan las experiencias. “Es importante que se deje de juzgar a las mujeres, pero también tenemos que dejar de juzgarnos a nosotras mismas”.