Cuando Joël Dicker vino a España a presentar su última novela, Un animal salvaje, ya anunció que había creado un sello propio para publicar a autores con los que sentía una conexión y darles una dimensión internacional. Pues bien, uno de grandes fichajes fue Nicolas Feuz, de origen suizo (como él) y que, además de ejercer su profesión como fiscal, también es escritor novelas negras.
Su primera colaboración juntos se concretiza en El Filatelista (Alfaguara), un thriller apasionante en el que el autor rebasa las dosis de virulencia de su ‘padrino literario’ para configurar una pieza maestra de psicopatía extrema.
“En efecto, mi trabajo como fiscal en Suiza ha tenido una influencia fundamental a la hora de escribir novelas”, cuenta Nicolas Feuz a Infobae España. “Y si, a Joël Dicker le pareció muy extrema mi novela, demasiado violenta porque él, en ese aspecto, es más prudente”.
Doble faceta: fiscal y escritor
Y es que el principio de El Filatelista no deja títere con cabeza: describe una sesión de tortura con una víctima a la que, a través de un instrumento, le quitan trozos de piel de su espalda para configurar un tablero de ajedrez. Y eso es solo el principio de toda una serie de aberraciones que se describen y que son muy difíciles de digerir para los lectores poco acostumbrados a los elementos más truculentos del género ‘noir’.
Reconoce que dada su doble faceta como fiscal y como escritor, conoce de primera mano los procedimientos, por lo que su libro está repleto de detalles en ese sentido. “Cuando hay un caso de asesinato, además de la policía, también tiene que asistir a la escena del crimen el fiscal”, cuenta el autor. “Así que he intentado ser lo más minucioso posible en este sentido”.
Por eso, como lector de novelas negras, reconoce que, de vez en cuando, se encuentra con incongruencias en el proceso de investigación, cosas que no corresponden a la realidad. “No puedo decir quienes son, pero sí que pienso que se deberían haberse documentado un poquito más. También es cierto que los procedimientos penales cambian de un país a otro. Yo tendría que estudiar el sistema español si quisiera ambientar una novela aquí”, continúa. “Eso sí, si una novela mía transcurre en Suiza, tengo una responsabilidad porque, como fiscal, no puedo cometer errores”.
El servicio postal, protagonista de ‘El Filatelista’
En ese sentido, El Filatelista ofrece una imagen muy precisa de los espacios geográficos y de los diferentes cantones que conforman el país. De Neuchâtel (de donde precisamente él procede) a Lucerna pasando por Friburgo, Berna o Ginebra. Y es que, una de las particularidades de la novela, tiene que ver con que el asesino envia paquetes desde las diferentes oficinas postales de cada una de estas unidades territoriales.
“Una compañera del servicio de Correo suizo me sugirió escribir una novela ambientada en este particular microcosmos. Y me di cuenta de que había muchas posibilidades ahí que nunca hubiera pensado. Yo soy coleccionista de sellos, así que es algo que siempre me había gustado, pero por ejemplo, conocía menos el universo de los paquetes y me impresionó visitar el centro donde se clasifican, que es casi como un aeropuerto internacional. También pude ver la clínica de paquetes, que es donde los arreglan si se han estropeado. Así que me pareció un escenario increíble para hacer una novela”.
En cuanto al título, corresponde, cómo no, al sobrenombre con el que se bautizará al psicópata. Tanto en la ficción como en la realidad, estos apodos terminan incrustándose de alguna manera en el imaginario popular, ya sea desde Barba Azul, Leatherface, Jack el destripador o el Asesino del Zodiaco. “La verdad es que primero vino la historia y después el nombre del asesino, que de alguna manera viene impuesto por lo que se cuenta”.
Una mujer detective atípica
También sorprende la elección de la protagonista, que se aleja de los estereotipos de las mujeres detectives que podamos tener en la cabeza. Ana Bartomeu tuvo en algún momento de su vida un matrimonio perfecto, hijos y estabilidad, hasta que lo dejó todo por una compañera de trabajo que desapareció sin dejar rastro. Desde entonces arrastra una severa depresión que la hace comer compulsivamente, por lo que se ha convertido en una mujer madura con problemas de sobrepeso y una grave insuficiencia cardíaca.
“Quería a una policía atípica y, sobre todo, evitar la caricatura del alcohólico o drogado. Pensé en un perfil que no se hubiera visto tanto ni en el cine ni en la literatura. Además, quería que escapara de los criterios de belleza (entre comillas) que establece la sociedad, de ese cuerpo ideal que se impone y por el que las mujeres parece que tienen que ser anoréxicas para encajar”.
A lo largo de la novela, también descubrimos a un personaje, Sam, del que se cuenta su pasado como víctima de bullying y cuyo rol resultará esencial en el desarrollo de la trama. “En mi trabajo he visto muchos casos de suicidio de chicas de 12 a 14 años que me parecen terribles. Así que quería hablar también sobre ese tema”.
Y, hablando de la violencia que recorre la novela, que genera imágenes de lo más impactantes que se quedan incrustadas en la memoria, el autor asegura que no se puso límites, aunque piensa que hay cosas que son más delicadas de contar que otras. “De acuerdo con los criterios de la sociedad moderna, y estoy pensando especialmente en el impacto de la cultura woke, hay que tener cuidado, porque en cualquier momento puedes ser censurado”, comenta. “Te arriesgas a perder lectores si eres demasiado extremo”. En ese sentido, dice que prefirió comenzar la novela en el punto de más álgido y que luego los niveles fueran bajando poco a poco.
Próxima adaptación al cine
Cuenta que los derechos de El Filatelista han sido comprados por un productor francés y que el proyecto se encuentra en fase de preparación. “Yo tengo una forma de escribir muy cinematográfica. Cuando escribo tengo la pantalla del ordenador frente a mis ojos mientras pienso en una pantalla de cine imaginaria. Así es como hago mis novelas”.
Nicolas Feuz reconoce que la difusión que le ha dado estar en el sello de Joël Dicker ha sido fundamental para que el libro haya tenido una mayor repercusión. “Todo el mundo conoce a Joël y como editor tiene las cosas muy claras. También es muy generoso. Cuando estaba de gira de promoción de Un animal salvaje, siempre mencionaba El Filatelista, cuando no tenía por qué, así que su apoyo ha sido fundamental. Defiende sus libros pero, también la literatura en general, y fomenta la lectura entre los más jóvenes”.
Eso sí, reconoce que sus estilos son diferentes: “Dicker hace novelas negras más suaves, más accesibles al gran público. Yo soy un poco más hardcore”.