París, 18 nov (EFE).- La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, ha advertido este lunes de que el retraso de la Unión Europea (UE) en las tecnologías emergentes le impedirá obtener recursos suficientes para mantener su modelo social y afrontar sus ambiciones en defensa y para la transición ecológica.
En un discurso en el Colegio de los Bernardinos de París, Lagarde ha insistido en que para corregir esa dinámica los europeos deben actuar de forma colectiva, sobre todo para eliminar las muchas barreras existentes en el mercado único y crear un verdadero mercado único de capitales con el que reorientar el ahorro para inversiones a largo plazo.
"Si permitiéramos a las familias de la UE invertir más fácilmente su ahorro -ha subrayado-, se podrían reorientar hasta 8 billones de euros a inversiones a largo plazo. Así dispondríamos de financiaciones importantes para desarrollar la innovación y desarrollar y transformar las tecnologías del futuro", ha dicho.
Ha alertado del riesgo para el modelo europeo de dos importantes mutaciones. En primer lugar, el hecho de que la UE se está quedando descolgada de los avances de productividad de Estados Unidos, algo que relaciona con su retraso en las tecnologías digitales.
La segunda gran evolución -a su juicio- es de orden geopolítico, por la fragmentación del mundo en "bloques rivales", la marcha atrás en la apertura de mercados y las divergencias en la reglamentación del sector tecnológico.
En ese nuevo contexto, en que las dependencias económicas se transforman en debilidades, la UE que es el bloque más abierto (con una tasa de apertura comercial superior al 50 %) sufre también las mayores presiones de un mundo en el que ganan peso los reflejos proteccionistas, ha estimado.
A ese respecto, y sin referirse directamente al agravamiento de esas tendencias que se pueden esperar con la llegada a la Casa Blanca en enero de Donald Trump, Lagarde ha explicado que el BCE ha calculado que los sectores en que los exportadores de la zona euro están en competencia directa con China han pasado de un cuarto en 2002 a casi dos quintos actualmente.
En paralelo -ha añadido- el peso de la UE en el comercio mundial está disminuyendo de forma todavía más fuerte desde el comienzo de la pandemia.
Pero el aspecto en el que ha puesto más atención es en el retraso que están acumulando los europeos en "las tecnologías emergentes. que serán los motores del crecimiento futuro", ha afirmado.
Entre las principales razones de ese retraso, ha apuntado el que "nuestros ecosistemas de innovación y financiación no están adaptados al desarrollo de las nuevas tecnologías punteras".
A ese respecto, ha asegurado que el problema es que el mercado único "está subdimensionado" y en esas circunstancias los mercados de capitales no son eficientes para dirigir el dinero hacia los inversores del sector".
Para ilustrar esas ineficiencias, Lagarde ha puesto como ejemplo el que los europeos tienen más de un tercio de su ahorro en dinero al contado o en depósitos bancarios con baja rentabilidad, cuando eso únicamente supone un décimo del ahorro en Estados Unidos.
Eso tiene como consecuencia que la mayoría de las inversiones tecnológicas en Europa se financian con especialistas del capital-riesgo de Estados Unidos y únicamente "una pequeña minoría" por entidades europeas.
Al final, "eso se traduce en una ralentización progresiva del crecimiento de la productividad en Europa, lo que significa que nuestra capacidad de generar ingresos disminuye" y, a la larga, supondrá "una caída de los ingresos fiscales y un aumento de los ratio de endeudamiento, lo que tendrá serias implicaciones para nuestras capacidades de financiación", ha avisado..
Y eso cuando el envejecimiento de la población europea hará necesario aumentar el gasto público para las pensiones y cuando se calcula que los gobiernos tendrán que consagrar más de un billón de euros anuales para inversiones sobre el cambio climático, la innovación y la defensa, ha recordado.
Para Lagarde, la solución tiene que venir de una acción colectiva, teniendo en cuenta que "la UE es una gran economía próspera".
En la práctica, ha pronosticado que habría "enormes ganancias" si se desbloqueara el mercado único, ya que las barreras comerciales que se mantienen en su interior suponen alrededor de un 10 % del potencial económico.
Otro problema que ha identificado la presidenta del BCE es la mala capacitación de los trabajadores para sacar partido de la inteligencia artificial, en particular por carencias en la formación de los adultos: en 2016 se calculó que sólo un tercio de ellos realizó formación, y ese porcentaje prácticamente no ha aumentado desde entonces.
Sobre ese punto, ha resaltado que los trabajadores poco experimentados o poco cualificados pueden aumentar su productividad en un 35 % cuando utilizan la inteligencia artificial. EFE