Olvida su DNI en una peluquería y usan su identidad para invertir en criptomonedas y apostar

Meses antes, la víctima había olvidado su mochila, con la documentación dentro, en una barbería de Sitges a la que acudía semanalmente

Guardar
Logotipo de Binance. (REUTERS/Dado Ruvic/Ilustración)
Logotipo de Binance. (REUTERS/Dado Ruvic/Ilustración)

El robo o la simple pérdida de un documento de identidad puede convertirse en el inicio de una auténtica pesadilla. Así lo demuestra el caso de David, un vecino de Sitges (Garraf, Barcelona), que ha relatado al medio El Periódico que lleva más de dos años luchando para demostrar que alguien ha usurpado su identidad y ha utilizado sus datos para abrir cuentas en plataformas de intercambio de criptomonedas y de apuestas online. En mayo se conoció la historia de Mar, una joven de Castelldefels que en 2023 fue víctima de una suplantación similar y que acabó con una deuda de 7.200 euros y un registro falso como pareja de hecho de un hombre sin papeles. Hace unas semanas, otra mujer, Tania Costa, también denunció algo similar.

En el caso de David, todo comenzó en marzo de 2023, cuando recibió en su domicilio una carta de una conocida plataforma de intercambio de criptomonedas, Binance, acompañada de una tarjeta de crédito. Como nunca había sido cliente, sospechó de inmediato y denunció la suplantación ante los Mossos d’Esquadra. Para abrir una cuenta en este servicio era necesario aportar una fotografía del DNI, y alguien la había presentado en su nombre.

La empresa le facilitó un correo y un teléfono que no eran suyos. Al repasar qué podía haber ocurrido, David recordó que unos meses antes había olvidado su mochila, con la documentación dentro, en una barbería de Sitges a la que acudía semanalmente.

La estafa de la ‘falsa compra’ de Bizum o cómo perder el dinero cuando crees que lo recibes.

El Juzgado de Instrucción número 6 de Vilanova i la Geltrú abrió diligencias por usurpación de identidad, falsedad documental y estafa. Pero la situación se complicó todavía más cuando, al revisar el borrador de su declaración de la renta, David descubrió que figuraban ganancias de juego procedentes de Bet365 y operaciones de compraventa de monedas virtuales.

De inmediato, volvió a denunciar los hechos y se inscribió en el Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego para evitar que alguien siguiera apostando en su nombre. Incluso detectó que el teléfono de registro en las casas de apuestas correspondía a una empresa inmobiliaria con sede en Valencia.

“Todo lo supe investigando solo”

Pese a las pruebas, el procedimiento judicial fue archivado por falta de pruebas. “Nunca recibí notificación alguna por parte del juzgado, ni sobre la existencia del procedimiento, ni sobre su archivo. Nadie me llamó para aportar datos, ni se me dio la oportunidad de intervenir como víctima. Todo lo supe investigando solo, y acudí personalmente al juzgado tras meses de silencio institucional absoluto”, relata David al medio citado. Indignado, presentó un escrito de amparo ante el Tribunal Constitucional y denunció una “grave falla sistémica de atención y protección”. Tras meses de insistencia personal, logró que el procedimiento se reabriera, aunque sin explicaciones oficiales.

Imagen de archivo de los
Imagen de archivo de los Mossos d'Esquadra.

En noviembre de 2024 presentó nuevas denuncias tras detectar un intento de registro en Betfair con sus datos. También se personó como acusación particular, con el respaldo de una abogada de oficio. “Tengo que monitorizar constantemente que no se sigan usando mis datos fraudulentamente”, lamenta.

El coste personal ha sido enorme: unos 4.000 euros en trámites judiciales, la pérdida de su empleo tras tres meses de baja y un fuerte desgaste emocional. “Mi vida cotidiana ha sido gravemente afectada”, insiste.

David acusa directamente al sistema judicial de inacción. Pese a haber acudido seis veces a la policía y aportar abundante documentación, denuncia que el proceso sigue prácticamente paralizado. Por ello, ha elevado quejas al Consejo General del Poder Judicial y al Decanato de Vilanova i la Geltrú. Mientras tanto, su identidad continúa bajo amenaza.