Las próximas olas de calor pueden traer a Europa varias semanas seguidas a 40 °C y sequías extremas, según un estudio

El calor extremo y la sequía podrían duplicar su intensidad en los próximos años, según simulaciones

Guardar
Las próximas olas de calor
Las próximas olas de calor pueden traer a Europa varias semanas seguidas a 40 °C y sequías extremas. (Susana Vera/Reuters)

La falta de humedad en el suelo no solo seca cultivos y ríos, también puede bloquear el cielo. “La sequedad del suelo en realidad genera sistemas meteorológicos que pueden durar mucho tiempo”, advierte Pascal Yiou, del Laboratorio de Ciencia del Clima y el Medio Ambiente en Francia.

Este mecanismo, además, prolonga las olas de calor, uno de los ejes de investigación liderado por la española Laura Suárez Gutiérrez en el ETH Zurich, que alerta de la posibilidad de veranos europeos con temperaturas cercanas a los 40 °C durante semanas y sequías extremas.

“Las olas de calor más extremas plausibles hoy no solo superan los récords históricos en intensidad, sobre todo, en persistencia, sino que también exceden los niveles considerados extremos en un mundo 3 °C más cálido por amplios márgenes”, advierte el estudio.

Simulaciones del peor de los casos

El equipo ha empleado la técnica de Ensemble Boosting, capaz de generar miles de simulaciones alternativas de eventos extremos a partir de ligeras perturbaciones en el estado atmosférico.

Se seleccionaron siete veranos simulados entre 2015 y 2028 y, con el modelo climático global CESM2 (válido frente a datos de reanálisis ERA5), se exploraron escenarios físicamente plausibles sin depender de probabilidades estadísticas.

“Las storylines producidas representan secuencias emergentes de condiciones potencialmente sin precedentes y peligros compuestos que, al menos dentro del modelo, son físicamente plausibles”, explican los autores.

La Aemet ha activado la alerta naranja y amarilla la península. Las temperautras extremas están de regreso

Calor más persistente desde 2003

Los resultados muestran olas de calor con temperaturas elevadas durante más de 30 días consecutivos y excesos de calor acumulado de hasta 80 °C, frente a los 10 °C registrados en 2003. “Las olas de calor más intensas alcanzan intensidades acumuladas, superando ampliamente los 10 °C de la ola de calor de 2003″, subraya el equipo.

Pero lo más preocupante es la secuencia: “Nuestro trabajo muestra un riesgo adicional. Las olas de calor más extremas ocurren predominantemente después de otra ola de calor extrema”.

En los registros históricos, solo el 20% de las olas de calor siguen a otra; en las simulaciones más extremas, el 100% de los cinco eventos más intensos se producen de forma consecutiva.

Ingredientes para la situación extrema

El análisis identifica dos factores clave que, combinados, potencian estos escenarios. “Depleción extrema de la humedad local y temperaturas superficiales oceánicas extremadamente cálidas en las cuencas cercanas”, especialmente en el Mediterráneo y el Atlántico.

Esta combinación agrava los déficits de humedad del suelo, casi el doble de severos que en 2003 y 2018, y dispara el calor acumulado a niveles cuatro a seis veces superiores a los registros históricos.

Un cóctel para incendios y crisis

El riesgo de incendios forestales, medido por déficit de presión de vapor, puede situarse hasta cuatro desviaciones estándar por encima de los picos históricos. Incluso partiendo de condiciones moderadas, se alcanzan niveles extremos.

“Nuestros hallazgos exponen el potencial de condiciones sin precedentes de calor compuesto, riesgo de incendio y sequía del suelo por encima de los extremos históricos en el pasado reciente”, señala el equipo.

Palacios de Jamuz, el pueblo arrasado por las llamas. (X/@Robercc41)

Impacto en la salud, energía y ecosistemas

El calor persistente y la sequía intensifican el estrés térmico, incrementando la mortalidad, la proliferación de algas, la pérdida de productividad laboral y la presión sobre infraestructuras críticas.

El uso masivo de aire acondicionado podría disparar el precio de la electricidad y tensionar el sistema energético, como ocurrió en 2018, el verano más severo registrado en Europa.

Llamada a la adaptación urgente

El estudio insiste en que estos escenarios, aunque no inevitables, son plausibles bajo el clima actual y deben incluirse en la planificación.

“Dado el alcance, la intensidad y la naturaleza sin precedentes de estas storylines de calor y sequía, subrayamos la necesidad urgente de estrategias de adaptación y resiliencia bien informadas que tengan en cuenta riesgos compuestos y en cascada”.