
Una gran bola de fuego surcó el cielo del sureste de España la noche del domingo, generando una oleada de especulaciones en redes sociales y entre los observadores que, desde Andalucía, Murcia, Comunidad Valenciana y Baleares, presenciaron el fenómeno. Muchos lo asociaron de inmediato con la lluvia de las Perseidas, pero la realidad era otra: lo que iluminó el firmamento fue la desintegración de la etapa final de un cohete chino modelo Jielong-3, convertido en basura espacial tras cumplir su misión.
La Red de Investigación de Bólidos y Meteoritos (SPMN), dependiente del Instituto de Ciencias del Espacio (ICE-CSIC), confirmó, según ha publicado El Mundo, que el objeto reingresó en la atmósfera terrestre alrededor de las 23:50 del domingo, citando al astrónomo Jonathan McDowell. El cohete, lanzado el 8 de agosto desde la barcaza Bo Run Jiu Zhou en aguas del Mar Amarillo, había completado su sexta misión: poner en órbita un satélite de comunicaciones LEO para la automotriz Geely Automotive, con el objetivo de probar servicios de conducción autónoma y comunicación entre vehículos.
El Jielong-3, un vehículo de lanzamiento orbital de 31 metros de longitud, está compuesto por cuatro etapas. Tras desplegar la carga útil en una órbita baja, la última etapa realizó una maniobra para situarse en una órbita de perigeo bajo, lo que redujo su tiempo como residuo espacial. Esta estrategia, cada vez más habitual en la industria aeroespacial, busca minimizar el riesgo de colisiones y la proliferación de basura en el entorno orbital terrestre.

La reentrada del cohete se distinguió por una trayectoria larga y rasante, con múltiples fragmentos incandescentes, un comportamiento típico de los restos espaciales y diferente al de los meteoritos naturales. Según la SPMN, este tipo de eventos puede durar varios minutos y suele recordar a escenas de ciencia ficción, lo que subraya la importancia de explicar racionalmente estos fenómenos para evitar confusiones.
Velocidad de 29.000 kilómetros por hora
El doctor José María Madiedo, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC), detalló, según recoge el citado perioódico, que el objeto penetró la atmósfera a una velocidad de 29.000 kilómetros por hora, iniciando la bola de fuego a una altitud de 118 kilómetros sobre el Océano Atlántico. Desde ese punto, avanzó en dirección noreste, sobrevolando Andalucía, Murcia y el sur de Alicante, para luego dirigirse hacia las Islas Baleares. La hipótesis más aceptada es que los fragmentos que resistieron la reentrada terminaron en el mar Mediterráneo.
La visibilidad del fenómeno se vio favorecida en el este peninsular por la luminosidad de la luna llena, aunque la bola de fuego pudo haberse apreciado en toda la Península Ibérica. Este tipo de reentradas no es infrecuente: cada día, varios fragmentos de chatarra espacial —restos de cohetes o satélites en desuso— alcanzan la atmósfera terrestre. La mayoría cae en océanos o zonas despobladas, por lo que suelen pasar inadvertidos.
Proliferación de basura espacial
No obstante, la proliferación de basura espacial plantea riesgos significativos para las operaciones en órbita y para la propia Tierra. Entre los peligros se cuentan daños a satélites activos, interrupciones en servicios esenciales como comunicaciones y navegación, y la posibilidad de un efecto dominó de colisiones que podría inutilizar regiones enteras del espacio cercano. Además, algunos restos contienen materiales peligrosos, como combustibles o sustancias radioactivas, y aunque la probabilidad es baja, existe el riesgo de que fragmentos alcancen áreas habitadas.
La confusión entre basura espacial y meteoritos se acentuó este fin de semana, ya que la lluvia de las Perseidas también dejó su huella en los cielos españoles. La noche del viernes, una “brillante bola de fuego” procedente de un cometa cruzó Castilla-La Mancha, Valencia y Murcia, según la Fundación Astrohita, que opera en el Complejo Astronómico de la Hita (Toledo). El fenómeno, registrado a las 21:55 del 8 de agosto, fue captado por los detectores de la Red de Bólidos y Meteoros del Suroeste de Europa (Red SWEMN), así como por observatorios en Calar Alto (Almería), Sierra Nevada (Granada), Sevilla, La Sagra (Granada) y Huelva.
El investigador responsable del Proyecto Smart, José María Madiedo, precisó que la roca, originada en el cometa 109P/Swift-Tuttle, ingresó en la atmósfera a 217.000 kilómetros por hora. El intenso rozamiento la volvió incandescente, generando una bola de fuego que se inició a 116 kilómetros de altitud sobre Jarafuel (Valencia). El bólido avanzó hacia el suroeste, sobrevoló Albacete y se extinguió con una explosión a 86 kilómetros de altitud sobre Los Arejos (Murcia). Su luminosidad permitió que se avistara desde más de 600 kilómetros de distancia y recorrió 182 kilómetros en la atmósfera.
La coexistencia de fenómenos naturales y artificiales en el cielo nocturno, sumada a la proliferación de basura espacial, exige una labor constante de divulgación científica para distinguir entre ambos y comprender los riesgos asociados a la actividad humana en el espacio.
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