
Cada vez son más las personas que renuncian al éxito profesional, con todo lo que eso implica: una enorme dedicación de tiempo y sacrificio, por una vida más tranquila, donde priorizarse a uno mismo. Viajar y descubrir nuevos países se encuentra entre los principales objetivos de las personas más aventuras que deciden dejarlo todo y empezar de nuevo en otro lugar.
Así fue la decisión de Parrie Hartler. A sus 30 años decidió dejarlo todo -a su familia, amigos y su trabajo en una empresa de software de Austin- y trasladarse a España.
“El panorama tecnológico de Austin está en auge. Muchas corporaciones, como Amazon, Tesla y Meta, han abierto oficinas allí, lo que ha generado muchos empleos. Esto, sin duda, impulsó mi carrera y me hizo ganar mucho dinero”, asegura Parrie.
Sin embargo, a pesar de sus buenas condiciones laborales y de todo el dinero que ganaba, algo no le estaba permitiendo ser feliz del todo. Sentía que la aventura le estaba llamando y que debía aprovechar para descubrir nuevos sitios ahora que aún era joven. A sus 30 años nada le retenía. Sus padres tenían buena salud, no estaba casada ni tenía pareja, ni tampoco hijos. El futuro inmediato se le presentaba como la oportunidad perfecta de cambiar su vida y cumplir ese deseo por aprender de otros lugares.
Un billete hacia el otro lado del Atlántico
España, ese sería su lugar de destino. A pesar de considerar otros lugares, al final, la joven se decantó por Europa y concretamente Barcelona como el sitio elegido donde probaría suerte. Además, a la hora de conseguir un visado, España era de los países (junto con Portugal e Italia) que se lo ponían más fácil. Matriculándose en una escuela de idiomas podría conseguir uno. Como ya había estado en Barcelona a sus 22 años, y conocía la ciudad, pensó que esta sería un buen lugar para comenzar su nueva vida. Además, la cultura barcelonesa le atraía profundamente y la posición geográfica del país le parecía idónea para poder viajar al resto de países europeos.

“Me tomó unas cuatro semanas organizar toda la documentación para la visa. Tuve que obtener una verificación de antecedentes del FBI, una autorización médica, presentar comprobante de seguro médico y presentar mis extractos bancarios para demostrar que tenía fondos suficientes en mi cuenta”, explica la estadounidense en el medio digital Business Insider.
De esta forma consiguió que su visa fuese aprobada a solo tres días del viaje. Así comenzó su aventura la joven.
Su cotidianeidad en España
Vive cerca de la Sagrada Familia, en un apartamento que pudo alquilar por Idealista. Sus gastos son los siguiente: 600 euros por su habitación, 10 euros al mes por el wifi y 40 euros por el agua y la luz. El apartamento son 70 metros cuadrados y ya estaba amueblado cuando llegó. Cuenta con aire acondicionado y lo único malo es que no llega a su habitación durante los meses de verano.
En cuanto hacer amistades, si bien es cierto que al principio fue algo difícil, por el choque cultural y la diferencia de idioma, más adelante pudo empezar a relacionarse. Todo fue gracias, según ella, a Bumble. La multiculturalidad que ha encontrado en España es impresionante. A conocido a personas españolas, pero también colombianas, brasileñas e incluso de Holanda.

Para ganarse la vida en su nueva etapa en España, Hartley ha encontrado un equilibrio entre la enseñanza y el trabajo remoto. Por las tardes, imparte clases particulares de inglés a niños y adultos, mientras que a distancia colabora con su primo —un abogado en Texas— brindándole apoyo en tareas administrativa.
Con una visa vigente hasta febrero de 2026, Hartley ya contempla su futuro en Europa. Su intención de quedarse más tiempo la ha llevado a explorar la opción de una visa para nómadas digitales, una alternativa disponible en varios países del continente. Este tipo de visado permite residir y trabajar de forma remota, siempre que se cumplan ciertos requisitos.
A pesar de estar entusiasmada con su nueva vida en España, Hartley admite que la distancia tiene su precio. Extraña a su familia y confiesa que le entristece perderse momentos importantes o no poder estar presente en ciertos eventos. Sin embargo, ha aprendido a aceptar que la vida sigue adelante, tanto para los que están lejos como para ella.
Su filosofía personal lo resume con claridad: “Tú eliges lo difícil”. Para Hartley, asumir una vida familiar en este momento sería complicado. Para otros, lo difícil podría ser mudarse sola a otro país sin hablar el idioma. “Pero ese es el tipo de dificultad que elegiría con gusto cualquier día”, afirma con convicción.
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