Un padre deshereda a sus dos hijos por abandonarle antes de morir y la Justicia le da la razón: solo le llamaban para pedirle dinero y “le ignoraron totalmente”

Un tribunal de Ávila reconoció la validez de la causa invocada en el testamento, negando a los descendedientes cualquier derecho a participar como herederos en la partición de la herencia o a recibir la legítima

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Un hombre mayor solo. (Pixabay)
Un hombre mayor solo. (Pixabay)

La escena central de este conflicto familiar se desplegó en torno al testamento que Roque otorgó ante notario en Ávila el 15 de enero de 2020. El documento, lejos de ser una mera formalidad, se convirtió en una declaración definitiva de ruptura: desheredó a sus hijos Ismael y Cesareo, alegando que no le prestaron ninguna atención ni cuidado, ignorándole totalmente. Con esa cláusula, Roque dejó constancia no solo de una decisión legal, sino del dolor de sentirse desacompañado en su última etapa de vida. Un hijo —Ismael— llevó el legado del desencuentro hasta el juzgado, reclamando su derecho a la legítima como heredero forzoso y enfrentándose tanto a la última voluntad paterna como al relato unánime de los testigos más próximos a su padre.

La Justicia ha fallado en favor de la voluntad testamentaria de Roque, avalando la desheredación de Ismael y condenando a este hijo a perder completamente sus expectativas hereditarias. Tanto la sentencia como el proceso judicial pusieron el foco sobre la ausencia real de vínculo: las declaraciones de quienes convivieron y acompañaron a Roque en su enfermedad describieron un cuadro de abandono afectivo que la mera existencia de llamadas telefónicas, en su mayoría para solicitar dinero, no logró contrarrestar. Para los testigos y para el tribunal, la distancia física y emocional que Ismael mantuvo respecto a su padre, incluso en los momentos más críticos, constituyó una forma de maltrato psicológico suficiente según la jurisprudencia para legitimar la exclusión testamentaria. La justicia reconoció la validez de la causa invocada en el testamento, negando a Ismael cualquier derecho a participar como heredero en la partición de la herencia o a recibir la legítima.

Entrevista a David Jiménez, abogado especializado en herencias.

Las raíces de la ruptura entre Roque y su hijo Ismael se hunden en una historia de distanciamiento que, según las pruebas, no encontró consuelo ni siquiera en los últimos años de vida del padre. El testamento, firmado en Ávila en enero de 2020, selló con palabras simples pero tajantes un largo y doloroso desencuentro: “Deshereda a sus hijos Cesareo y Ismael, por no haberle prestado ninguna atención ni cuidado, ignorándole totalmente”. A lo largo del procedimiento, los testimonios de la pareja de Roque, Luisa, y del hermano codemandado, Millán, así como de otros allegados, reforzaron la imagen de soledad y desamparo que sufrió el padre. Declararon que fue Millán —junto con su esposa— quien se encargó personalmente de los cuidados del enfermo, mientras que de Ismael y sus hijos no recuerdan ni visitas ni atenciones, solo llamadas telefónicas cuyo propósito principal, según el tribunal estimó probado, era solicitar dinero.

El hijo asegura que iba a visitar a su padre

La versión del demandante, que aseguraba la existencia de visitas periódicas tanto en el domicilio de Ávila como en el de Navalperal de Pinares, no resultó acreditada a ojos del juzgado. Frente a sus alegatos, el tribunal subrayó la absoluta falta de pruebas documentales, como justificantes laborales o testimonios independientes, que pudieran avalar esa supuesta implicación afectiva. Las evidencias presentadas —incluyendo facturas de llamadas telefónicas— fueron interpretadas en el sentido de que no buscaban un acercamiento emocional, sino solventar necesidades económicas puntuales. Aquellos episodios, según se reconoce en la motivación de la sentencia, provocaron un sufrimiento moral al padre, alimentando así el criterio jurisprudencial de que el maltrato psicológico y el abandono familiar pueden constituir legítima causa de desheredación.

La resolución judicial constituye el desenlace de un recorrido marcado por la confrontación entre la voluntad última del causante y las expectativas sucesorias de su descendiente. Todo comenzó formalmente el 22 de junio de 2023, cuando Ismael, a través de su representación procesal, interpuso demanda de impugnación del testamento. Tras superar incidentes formales y la admisión a trámite, se celebraron la audiencia previa en junio de 2024 y el juicio en abril de 2025. La sentencia fue clara y firme: el tribunal de Primera Instancia e Instrucción número 2 de Ávila descartó cualquier irregularidad en el consentimiento o la capacidad de Roque al testar, y validó tanto la forma como el fondo de la desheredación. Se desestimó íntegramente la demanda, y se condenó a Ismael al pago de las costas del proceso.

Imagen de archivo de una
Imagen de archivo de una jueza. (Freepik)

Queda abierta, no obstante, una última puerta procesal: la posibilidad de interponer recurso de apelación ante la Audiencia Provincial de Ávila en el plazo de veinte días. La sentencia advierte que será necesario consignar el depósito legalmente establecido para poder seguir adelante en la defensa de los intereses hereditarios de Ismael. Por ahora, la justicia ha blindado el derecho de Roque a decidir el destino de su patrimonio, aunque esa decisión haya cortado para siempre los lazos legales y patrimoniales con uno de sus hijos.

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