El modelo de horario de la escuela española (pocos días, muchas horas, largas vacaciones) vuelve a estar en entredicho. A raíz del informe Revisión de evidencia sobre la jornada escolar, publicado por el Institut Catalá d’Avaluació de Politiques Públiques (Ivàlua), familias y expertos en educación reclaman una reforma profunda del calendario escolar y de la distribución de las horas lectivas.
España se sitúa entre los países de la OCDE con menos días de clase al año (175 frente a una media de 184) y, en cambio, con una de las jornadas lectivas más largas, especialmente en secundaria, donde predomina la jornada intensiva.
Además, la combinación de vacaciones prolongadas y días escolares densos genera, según los especialistas, efectos negativos tanto en el aprendizaje como en el bienestar del alumnado.
“Lo que tenemos nosotros es menos días lectivos al año y más horas al día, con una jornada continua inacabable, agotadora para todo el mundo. En otros países optan por otras estrategias: menos vacaciones y días más cortos”, explica Elena Sintes, autora del estudio A las tres a casa?
Vacaciones prolongadas y desconexión desigual
El parón veraniego de once semanas (entre el 20 de junio y el 8 de septiembre) es considerado por asociaciones de familias y docentes como un periodo excesivo de desconexión.
La preocupación se acentúa en el caso del alumnado más vulnerable, que no accede a colonias, campamentos o actividades estructuradas durante los meses estivales. “El tiempo de desconexión es demasiado largo”, señalan desde la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado (CEAPA).
Su vicepresidente, Rubén Pacheco, resume así la posición de las familias: “El calendario escolar se negocia entre los sindicatos y la Administración; las familias no tenemos ninguna voz ahí. Poder debatir sobre ello es algo que reclamamos desde hace décadas”.
CEAPA aboga por aumentar el número de días lectivos, distribuir los festivos con criterios pedagógicos y recuperar la jornada partida, vigente en muchos centros concertados y en los colegios de primera de Cataluña.
Resistencia sindical y carencias estructurales
La propuesta de volver a la jornada partida y redistribuir el calendario encuentra una oposición clara entre los colectivos docentes. Los sindicatos del profesorado advierten de que cualquier modificación debería ir precedida de una mejora de las condiciones estructurales de los centros.
En este sentido, la falta de climatización, cocinas y comedores escolares limita seriamente la posibilidad de extender la jornada escolar o prolongar el curso durante el verano. “El calor no es una excusa válida para justificar un parón tan largo en verano; no puede ser que a estas alturas de siglo XXI los centros educativos sigan sin estar climatizados”, sostiene Pacheco.
Desde los sindicatos, la visión es distinta. Joaquim Pintado, portavoz del sindicato ANPE, defiende la jornada intensiva tanto en primaria como en secundaria y considera inviable alargar el curso: “En julio y agosto es imposible dar clase”.
Además, añade que “Cataluña es de las pocas comunidades autónomas en las que se mantiene la jornada partida en primaria y los resultados no son mejores que en comunidades en las que hacen intensiva”.
Un Ministerio sin datos y sin posición
El Ministerio de Educación no dispone de estadísticas sobre cuántos centros optan por jornada intensiva o partida, ni se posiciona en favor o en contra de una u otra modalidad.
Al tratarse de una competencia autonómica, la decisión sobre el calendario y el tipo de jornada recae en las comunidades. En la práctica, en la mayoría de regiones los centros deciden su jornada en primaria, mientras que en secundaria la intensiva es la norma.
“No hay soluciones mágicas”
Algunas voces del ámbito sindical señalan que reducir el debate a los horarios y el calendario es insuficiente. “Analizar solo la jornada y el calendario escolar para valorar los resultados académicos puede ser tramposo, porque en educación no hay soluciones fáciles a problemas complejos”, advierte Teresa Esparabé Prieto, secretaria general de la Federación Estatal de Enseñanza de CCOO.
Para ella, factores como la pobreza infantil, la inversión pública o el acceso gratuito al comedor tienen más impacto sobre el rendimiento que la estructura del horario escolar. Una de las propuestas con mayor aceptación entre los especialistas es retrasar el inicio de la jornada en los institutos, que habitualmente arranca entre las 8.00 y las 8.30 de la mañana.
El objetivo sería adecuar el horario al ritmo biológico del alumnado adolescente, mejorando su descanso y capacidad de concentración.
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