
El medio Orizzontescuola.it resume el sentimiento de una madre italiana que convirtió la calificación de su hija en un caso nacional con una frase, “no es un voto, es una herida”. El episodio comenzó tras la publicación de varios vídeos en redes sociales, donde la madre de la alumna denunció que su hija no había recibido la máxima nota en italiano durante los exámenes de secundaria, impidiéndole así alcanzar la puntuación perfecta de 100 en la selectividad.
Según la información publicada por Orizzontescuola.it, la polémica se centró en una supuesta “regla no escrita” llevada a cabo por el profesor, “El máximo es 9”. Según la madre, esa limitación impidió una valoración justa. La campaña cobró fuerza con la publicación de más de veinte clips en redes, posteriormente retirados, que llevaron a multitud de reacciones.
El conflicto se viralizó y la dirección del instituto involucrado respondió negando cualquier tipo de irregularidad. El director describió la actuación de la madre como “una irrupción arrogante en la discreción docente” y defendió la legalidad del procedimiento y la profesionalidad del profesorado.
Redes sociales y juicios públicos
La noticia recogida por este medio italiano desembocó en un debate sobre el papel de las redes sociales en el ámbito escolar. Lo que en otros tiempos se habría resuelto en privado entre familia y docentes, ahora se convierte en contenido público. “La enseñanza no se discute en TikTok”, afirmó con contundencia la directora del centro.
El caso expone algo que ocurre cada vez con más frecuencia, los desacuerdos escolares se trasladan al espacio digital mediante las redes sociales como principal altavoz. Según Orizzontescuola.it, esto obliga a las instituciones a emitir declaraciones públicas para defender criterios pedagógicos que deberían mantenerse dentro del ámbito educativo.

La obsesión por la excelencia y sus consecuencias
Según este medio, un aspecto muy significativo es que la protesta no surgió por una calificación baja, sino por un 9. Esta reacción también expone una tendencia respecto a que la calificación máxima se percibe cada vez más como un derecho, no como un reconocimiento. La presión por alcanzar la perfección puede llevar a que incluso notas muy altas se conciban como fracasos.
Esta mentalidad pone en ocasiones al profesorado en una difícil situación, ya que en algunos casos podría verse tentado a nivelar las notas para evitar conflictos. También existe el riesgo de que el mérito pierda significado y que los estudiantes no vean las críticas como una oportunidad de aprendizaje y crecimiento.
El medio también advierte sobre las consecuencias emocionales que sufren los estudiantes. La hija implicada, a pesar de haber logrado un resultado excelente, quedó en el centro de un debate que expuso su trayectoria académica sin necesidad.
Relación entre las familias y los centros educativos
Para Orizzontescuola.it, la solución no pasa por silenciar las críticas, sino buscar otras formas de confrontación sin quitar el derecho a realizar críticas. Entre las medidas, proponen crear espacios estructurados de diálogo entre escuela y familias y prestar atención al impacto emocional que esto puede tener en los alumnos.
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