
Apretar, rechinar o crujir los dientes de forma inconsciente durante la noche es un hábito que, de forma inconsciente, realiza el 23% de la población española, según los últimos datos del Consejo General de Dentistas. Este movimiento, conocido como bruxismo, puede tener graves consecuencias en la salud, tanto general como dental, si no se resuelve.
El bruxismo es especialmente frecuente en la infancia, donde se conoce como bruxismo juvenil, y se considera una forma natural de desarrollo de la dentición y un estímulo del desarrollo muscular y óseo de los huesos de la cara. Normalmente, desaparece con los años, pero en algunos casos puede mantenerse o incluso aparecer durante la edad adulta.
Las causas detrás de este hábito involuntario se desconocen, pero el estrés juega un papel importante, según la Clínica Universidad de Navarra. “Las personas con este hábito, generalmente soportan altos niveles de estrés y la intensidad del bruxismo depende del nivel de estrés en cada momento”, explican en su página web. Es algo que también reconoce el Consejo General de Dentistas, que achaca al aumento de la ansiedad y el estrés durante la pandemia al incremento de la incidencia del bruxismo, que creció un 17% entre 2019 y 2023.
Cefaleas, dolor y desgaste del esmalte
Dependiendo de la frecuencia y la intensidad de los episodios, el bruxismo puede dejar una serie de secuelas en la salud. “En un principio se empieza a desgastar el esmalte, pero, con el tiempo, ese desgaste puede llegar a la dentina y producir hipersensibilidad. A nivel de la lengua y de la mucosa yugal, pueden insinuarse además unas líneas que siguen la forma de los dientes en oclusión”, explicó la doctora Lucía Barallat en una entrevista con El Confidencial.
Las personas que sufren de bruxismo pueden no ser conscientes, pero despertar con una sensación de sobrecarga en la mandíbula. A largo plazo, este rechinamiento de los dientes “puede dar lugar a la pérdida de estructura dental y acabar ocasionando hipersensibilidad dentinaria” o, incluso “desencadenar una patología a nivel de la articulación temporomandibular”, advirtió Barallat.
El impacto del bruxismo va más allá de la mandíbula y los dientes. Si los episodios son muy intensos, pueden interrumpir el sueño, no consiguiendo la función reparadora y de descanso del mismo. Además, puede generar dolor muscular, limitación de la apertura de la mandíbula en incluso cefaleas, acúfenos o vértigos.
Causas del bruxismo

Aunque el estrés es una de las causas más comunes, no es la única que puede desencadenar este problema. El bruxismo “se asocia a momentos de estrés emocional, ansiedad y/o a perfiles psicológicos determinados, como por ejemplo personas muy exigentes y con tendencia a la perfección”, afirma Barallat en su entrevista con El Confidencial. “Además, múltiples estudios han encontrado asociación entre el bruxismo y ciertos hábitos, como el alcoholismo, el tabaco y la falta de sueño”, añade.
Según la Clínica Universidad de Navarra, si existen interferencias oclusales, es decir, alteraciones en los dientes, que provocan un mal engranaje de los mismos, el cuerpo puede obligarse a intentar desgastar el diente para conseguir un encaje correcto de la dentadura. Sin embargo, esto solo consigue agravar el problema.
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