Natron, el lago africano que quema la piel y los ojos de la mayoría de los animales y convierte a algunos en “piedra”

El horror y la belleza coexisten en las orillas del lago Natron, donde la química extrema pone a prueba la supervivencia y crea un hogar inesperado para millones de aves

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El lago Natron tiene una
El lago Natron tiene una composición química que 'petrifica' a la mayoría de animales (@nickbrandtphotography)

El lago Natron, ubicado en el este de África (al norte de Tanzania, haciendo frontera con Kenia), parece sacado de un mito. Su composición química resulta tan extrema que para la vida, salvo para unos pocos organismos adaptados, supone un lago letal.

Este cuerpo de agua destaca por sus elevadas concentraciones de sodio y carbonato. No es un detalle menor, sino su característica más ejemplar: el pH del agua puede alcanzar valores de 10,5, situándose cerca de la causticidad de una disolución de amoníaco. Las consecuencias quedan claras echando un vistazo a su orilla: los animales que mueren en las márgenes del lago se preservan convertidos en auténticas momias calcificadas.

La composición química del lago Natron lo hace letal para la mayoría de especies

La singularidad de Natron no es casual. Su ubicación exacta se sitúa a lo largo del sistema del Rift de África Oriental, una frontera tectónica divergente que está desgarrando poco a poco la placa africana y que otorga al lago una peculiar historia geológica. Según el medio especializado Live Science, los procesos volcánicos predominan en la zona y, gracias a ellos, abunda el carbonato de sodio y de calcio. Estas sales y minerales se cuelan en el lago desde las colinas circundantes y emergen también de los manantiales termales subterráneos. Todo queda atrapado en el Natron, porque sus aguas no desembocan en ningún río ni mar: el cóctel químico se mantiene concentrado todo el año.

Flamencos enanos en el Lago
Flamencos enanos en el Lago Natron (Flickr)

Sobrevivir a un entorno así es fácil. La mayoría de los animales sufren quemaduras en la piel y los ojos solo por intentar beber o nadar un instante en sus aguas. Sin embargo, la vida siempre encuentra caminos insospechados, y algunas especies han hecho del lago su refugio natural. Entre ellas, los flamencos enanos (Phoeniconaias minor) y algunas tilapias han logrado prosperar donde otros solo encuentran la muerte.

Letal para muchos, hogar de flamencos

De hecho, lejos de ser un simple refugio, el Natron es el principal centro reproductor de flamencos enanos en todo el mundo: alrededor del 75% de toda la población global de la especie eclosiona aquí, según la Tanzania Wildlife Management Authority, lo que representa entre 1,5 y 2,5 millones de aves solo en África Oriental. Las patas de estos flamencos cuentan con una piel resistente, cubierta de escamas, que protege frente a las quemaduras y les permite anidar en pequeñas islas que emergen durante la estación seca. Los polluelos nacen a salvo de la mayoría de los depredadores, protegidos por las aguas mortales.

Nada en el lago resulta convencional. Además de su marcada alcalinidad, el Natron es tan poco profundo que, durante los periodos más calurosos, la temperatura del agua puede alcanzar los 60 grados Celsius, según la NASA. La profundidad rara vez supera el medio metro, mientras que la anchura puede rozar los 15 kilómetros, aunque sus dimensiones varían dependiendo de las lluvias anuales y la llegada de caudales fluviales. Cuando el lago se reduce, una explosión de microorganismos que se alimentan de las sales tiñe sus aguas de tonos rojizos. Las haloarqueas (organismos amantes de la sal que carecen de núcleo) y las cianobacterias (o algas azul-verde) se multiplican y, gracias a los pigmentos de sus células, pintan el paisaje. El famoso color rosado de los flamencos proviene precisamente de su dieta, basada casi exclusivamente en esas algas.

Las imágenes de animales “petrificados en las orillas del lago dieron la vuelta al mundo en 2013, cuando el fotógrafo Cpublicó “Across the Ravaged Land” (A través de la tierra devastada). Brandt describió así la escena: “Inesperadamente encontré criaturas - aves y murciélagos de todo tipo - arrastradas hasta la orilla del lago Natron. Nadie sabe con certeza cómo mueren”. Sus fotografías, que muestran desde una paloma hasta un águila pescadora, revelan cómo la química del Natron momifica a quienes se aventuran en él.

No todos los animales de la zona se arriesgan con el lago. Muchas especies, incluidas las mencionadas aves, prefieren habitar los humedales y marismas frescos de los alrededores. Allí conviven, junto a los flamencos y pelícanos, avestruces, búfalos, ñus y una variada colección de vida animal, siempre bordeando las fronteras que marca este extraño y letal lago africano.