
Una bailarina profesional de Haute-Garonne (Francia) llevó a juicio a una esteticista no registrada después de un procedimiento de microblading que, según su testimonio, le dejó secuelas visibles y daños psicológicos. El caso se resolvió este martes 27 de mayo de 2025 ante el tribunal correccional de Toulouse. El incidente tuvo lugar en diciembre de 2021, cuando la víctima, identificada como Marie, acudió a un centro de estética en Blagnac, cerca de Toulouse, tras ver una publicación en redes sociales.
La profesional, que ofrecía servicios de estética y blanqueamiento dental, aseguraba tener varios diplomas y experiencia en tratamientos faciales. Entre los cursos realizados, figuraba uno relacionado con el tatuaje semipermanente de cejas, técnica conocida como microblading. Esta práctica consiste en dibujar líneas que simulan vello natural con el objetivo de modificar o intensificar la forma de las cejas.
El día de la cita, Marie acudió al establecimiento de la esteticista. Durante la intervención, según declaró posteriormente, no se utilizaron medidas higiénicas básicas. La profesional no llevaba ni guantes, ni mascarilla, ni protección para el cabello, pese a que el contexto sanitario exigía precauciones estrictas por la persistencia del Covid-19.
Un procedimiento sin control sanitario ni supervisión
Durante la sesión, Marie permaneció tumbada, sin acceso a un espejo. En un momento del tratamiento, solicitó hacer una pausa para ir al baño. Fue entonces cuando, al mirarse por primera vez, percibió un resultado asimétrico: una ceja apenas visible, de unos dos milímetros, y la otra de un grosor considerablemente mayor. Tras comprobar el resultado, decidió abandonar el local sin pagar, afirmando haber sido víctima de una desfiguración.

En los días siguientes, la zona tratada se inflamó y terminó por infectarse. Marie contactó entonces con la esteticista, quien le recomendó una mezcla casera de suero fisiológico con sal como tratamiento. La situación empeoró. Ante la ausencia de mejoría y el agravamiento del estado de la piel, la víctima presentó una denuncia, acompañada por sus abogados, Sarah Nabet-Claverie y Alexandre Parra-Bruguière.
Las consecuencias del procedimiento no se limitaron al ámbito físico. Según la denuncia, la bailarina se vio obligada a suspender su actividad profesional, al no poder presentarse en público ni realizar actuaciones. Para intentar revertir el daño, inició un tratamiento de eliminación con láser, cuyos costes trasladó posteriormente a la esteticista, solicitando que se hiciera cargo.
Condena económica y responsabilidad civil
Durante la investigación, se comprobó que la profesional no estaba dada de alta legalmente ni contaba con autorización sanitaria para ejercer. En el momento de la intervención seguía en fase de formación. Además, no existía ningún protocolo de higiene ni medidas de seguridad implementadas en el local.
El tribunal condenó a la acusada a pagar una multa de 800 euros. También dictaminó una compensación económica en favor de la víctima, para cubrir tanto los costes médicos como los derivados del proceso judicial. La sentencia refleja la gravedad de los hechos, así como la falta de regulación efectiva en algunos sectores de la estética que operan fuera del marco legal.
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