
El pasado domingo, Salomé, una chica de 24 años residente en París, se dirigió a una tienda de jardinería con la intención de dar un nuevo toque a su salón. Eligió el establecimiento “Plante Pour Tous”, conocido por ofrecer plantas a bajo precio y consejos para su cuidado. Allí adquirió una Strelitzia por 70 euros, más conocida como “Ave del paraíso”, que pensaba colocar junto a su sofá.
Tras realizar la compra, emprendió el regreso a casa junto a una amiga. Para ello, decidieron coger la línea 3 del metro desde la estación République hasta Gambetta. Al llegar al acceso de la estación, fueron interceptadas por una agente de la RATP, la empresa pública que gestiona el transporte metropolitano de París. La agente les solicitó la documentación y el pase Navigo.
Según relata Salomé, el control tuvo lugar en un pasillo, después de haber pasado los tornos, pero sin haber accedido aún al andén. Durante varios minutos, la agente no dio explicación alguna sobre el motivo del control. Pensando que se trataba de una revisión rutinaria, la joven esperó sin mayor preocupación.
Una planta considerada objeto voluminoso

Tras ese lapso, la agente le comunicó que transportar una planta de ese tamaño constituía una infracción. La razón: se consideraba un objeto voluminoso. Salomé, sorprendida, aseguró que desconocía completamente esta norma. Afirmó que, de haberlo sabido, habría dado marcha atrás sin problema.
No queriendo entrar en conflicto, dejó que la agente procediera con el acta. La sanción, sin embargo, fue mucho mayor de lo esperado. Creyendo que el importe rondaría los 20 o 30 euros, se encontró con una multa de 150 euros. Esta cantidad le pareció desproporcionada, especialmente al compararla con otras infracciones como colarse en el metro o apoyar los pies en los asientos.
Salomé explicó que nunca había oído hablar de esta regla. Al buscar información posteriormente, encontró un cartel que prohibía “objetos peligrosos o voluminosos”, pero también señalaba que “los paquetes, bolsos o equipajes que uno pueda llevar sin molestar a los demás viajeros” estaban permitidos. La joven se consideraba perfectamente capaz de transportar su planta sin entorpecer el paso de otros usuarios.
Decidió pagar la multa en el momento, sin saber que al hacerlo estaba admitiendo automáticamente la infracción y renunciando a su derecho a reclamar. Esta medida, habitual en sanciones administrativas, limita las posibilidades de defensa posterior.
Interacción a través de X
El servicio de atención al cliente de la RATP respondió públicamente a Salomé a través de la red social X, donde la joven contó su experiencia. Justificaron la multa indicando que el transporte de objetos considerados molestos para otros viajeros está sujeto a sanción. Añadieron que los bultos no deben superar los 75 centímetros en ninguna dimensión, o, si son alargados, deben mantenerse en vertical y no sobrepasar los dos metros de largo ni los veinte centímetros de ancho. También se recordó que las patinetes están permitidas, siempre y cuando estén plegadas.
En este contexto, la planta de Salomé fue considerada un objeto no conforme a las normas. A pesar de la sanción, decidió tomárselo con humor y seguir adelante con sus planes de decoración. La planta fue colocada en su salón, recibiendo finalmente el nombre de “Prune”.