“Todo hombre debe pensar que cuanto le ocurre es un instrumento; [...] esto tiene que ser más fuerte en el caso de un artista. Todo lo que le pasa, incluso las humillaciones, los bochornos, las desventuras, todo eso le ha sido dado como arcilla, como material para su arte; tiene que aprovecharlo”. Con esta defensa de la instrumentalización del sufrimiento, Jorge Luis Borges hablaba de la ceguera con la que convivió durante 29 años.
Borges, así como tantos otros genios de los distintos campos de las artes, sufría de una enfermedad que, inevitablemente, acabó modulando su realidad. Un contexto marcado por un problema de salud que parece más que “conveniente”, pues históricamente la sociedad ha hermanado dos conceptos: artistas y enfermedades, especialmente las relacionadas con la salud mental.
Desde 2022, el doctor Mario de la Piedra Walter (Ciudad de México, 1991) trabaja en el área de Neurología del Hospital UKB de Berlín. Su especialización en el campo de la neurociencia y su sensibilidad para el arte le han conducido a la publicación de Mentes geniales (Debate, 2025), un ensayo en el que explora cómo funciona el cerebro de los artistas. Desde Frida Kahlo a Van Gogh, pasando por Virginia Woolf o Andy Warhol, De la Piedra bucea en la relación entre las obras de los grandes genios de la historia y las alteraciones neurológicas que padecieron.

-Pregunta: ¿Por qué nos cautiva tanto la idea del genio atormentado? Parece que tuviéramos cierta predisposición a romantizar el delirio.
-Respuesta: Aristóteles dice que no ha existido una mente genial sin un grano de locura. Nos gustan esas vidas trágicas porque asociamos que genio es igual a sufrimiento, pero tener una enfermedad mental no te hace más propenso a ser artista. De hecho, más bien lo contrario. Por los contextos sociales probablemente no vas a estar bien integrado y solo va a ser sufrimiento, y nadie puede puede crear arte si no tiene las condiciones materiales. La genialidad en sí es algo relativamente raro, pero las enfermedades mentales son muy comunes: hasta el 10% de la población tiene algún tipo de trastorno. Lo que quería reflejar en el libro es que estos grandes artistas fueron grandes a pesar de sus enfermedades, no por la enfermedad.
-P: Cuando habla de la epilepsia que sufrió Dostoyevski, rescata una idea trascendental para comprender la obra del escritor ruso. La teoría de que quizá Dios existe en el cerebro. ¿Puede explicarla?
-R: Si aceptamos que los colores que vemos, los sonidos que escuchamos y lo que sentimos son producto de la interacción entre neuronas y que toda nuestra realidad está compuesta por estas células, entonces habría que aceptar que las experiencias místicas, la espiritualidad y la religiosidad también provienen de esta interacción.
Dostoyevski tenía un tipo muy específico de epilepsia que estimula un área del cerebro relacionada con la percepción del yo. Estas personas, antes de sufrir un ataque epiléptico, tienen síntomas de despersonalización y viven experiencias extracorporales, como religiosas. Dostoyevski venía de una familia ortodoxa cristiana, por lo que esa religiosidad se fue potenciando.
Se han hecho algunos estudios al respecto. Uno es el casco de Dios, con el que a través de estimulación electromagnética muchas personas viven experiencias paranormales. No se ha podido repetir este estudio, pero lo que a mí me gusta de Dostoyevski es cómo lo aborda. Él es un hombre que está entre la revolución científica y su contexto ortodoxo cristiano, y tiene una crisis de fe. Lo resuelve diciendo que las experiencias que vive por su enfermedad son parte de lo divino. No quiere decir que porque esté en su cerebro sea menos divino.

-P: ¿Cree que nuestra sociedad actual hipertecnológica desprecia todo lo “divino”, lo “mágico”? ¿Estamos perdiendo la espiritualidad?
-R: Después de la revolución científica surgió un hiperracionalismo que acabó por llevarnos a la Primera Guerra Mundial. La guerra empujó que los artistas del surrealismo pusieran en entredicho el abuso de la razón. Creo que reconectar con lo espiritual es bastante importante, porque esto no tiene que ver siempre con una religión, sino en el sentido de una comunión con las cosas y las personas que te rodean. Antiguamente, filosofía y ciencia eran parte de lo mismo: conocer el universo y el ser humano. Y la espiritualidad es una de las muchas dimensiones del ser humano.
-P: De ese surrealismo que menciona, Remedios Varo es una de sus representantes más icónicas, pues en su obra expone esa relación entre el psicoanálisis y el mundo onírico. En el caso de la neurociencia, ¿cómo se aplica el método científico a la interpretación de los sueños?
-R: Los estudios de Freud fueron toda una revolución, aunque hoy se le critica porque le faltó empirismo y muchas de sus teorías son incorrectas. Pero hay que aceptar que sus ideas del inconsciente eran totalmente revolucionarias. Esta idea de que nuestra vida mental sucede en un plano del cual no somos conscientes y que nuestros instintos, como nuestros deseos sexuales, son parte de esa psique humana.
A finales del siglo pasado se hablaba mucho de que tal vez los sueños eran una simulación, una forma de practicar ciertas cosas sin correr riesgos. Actualmente, se cree que los sueños son un epifenómeno, es decir, una cierta actividad cerebral que se produce porque mientras dormimos se están procesando momentos del día, emociones, memorias... que activan distintas áreas del cerebro. Aunque hemos avanzado mucho en la ciencia del sueño, el hecho de soñar sigue siendo un misterio.

-P: Frida Kahlo dijo que no pintaba sueños, pintaba su propia realidad. ¿Hasta qué punto cree que podría haber desarrollado su obra si no hubiera sufrido aquel accidente de autobús que le generó un trastorno de estrés postraumático?
-R: No se puede saber, pero uno depende de su realidad material. Frida Kahlo quería estudiar medicina. Si no hubiera tenido ese accidente que la dejó postrada en una cama por meses, no hubiera tenido esa discapacidad para moverse y no hubiera empezado a pintar. El accidente provoca este trastorno de estrés postraumático, pero también potencializa que ella explore otras áreas. No podríamos entender a Frida Kahlo sin su accidente y sin su sufrimiento como la entendemos hoy.
-P: Es el “yo soy yo y mis circunstancias” de Gasset. Imagino que es también el caso de Van Gogh.
-R: Ocurre lo mismo. Van Gogh padecía probablemente de bipolaridad, una enfermedad donde se tienen cambios violentos de estado de ánimo. Un día era espléndido y otro día era miserable. Su obra es bastante prolífica: pintó más de un cuadro por día en diez años. No creo que haya un artista hoy que pueda estar haciendo eso. Si eso es parte de la enfermedad o no, es discutible. Pero lo que vive y la alienación con la pobreza es muy importante. Él estaba intentando crear algo nuevo que en ese momento no se supo reconocer.
-P: En Mentes geniales dedica un espacio a Andy Warhol, máximo representante del pop art. Pienso en los retratos de Marilyn Monroe o en las latas de sopa Campbell. ¿Se puede ver en estas obras tan famosas algún indicio de que perteneciera al espectro autista?
-R: Warhol era una persona que tenía muchos problemas sociales. No podía mirar a la gente a los ojos y solo le interesaban sus propios temas, que son características que definen el espectro autista. Creo que Andy Warhol estaba dentro del espectro, pero supo utilizarlo a su favor. Él supo explotar en su arte estas obsesiones y repeticiones que hacen las personas autistas para tener cierta seguridad. De ahí nació el pop art y cambió el arte del siglo XX.
-P: Entiendo que para saber cómo beneficiarse de su condición debía ser muy consciente de ella.
-R: Por supuesto. No solo era hiperconsciente, sino que lo expresaba en sus diarios. Podemos discutir horas sobre si la fama y el arte son lo mismo, pero él quería ser famoso.

-P: Todo lo contrario que Fernando Pessoa. El portugués creó más de 70 heterónimos con voces y estilos distintos de escritura para que no fuera reconocido. ¿Cuál es la línea que divide la genialidad de la locura que él mismo decía que sufría?
-R: Es un autor que me fascina. Pessoa dice que cada persona tiene un dote de locura y un dote de genialidad. Si uno no es consciente de uno o del otro, entonces está loco o está cuerdo. Pero si uno es consciente tanto de su locura como de su genialidad, entonces es un genio.
Lo de Pessoa es totalmente opuesto a lo de Warhol. Lo hacía por crear, no buscaba la fama. Los heterónimos son una forma de evitarla. Él decía que no quería vivir, que lo que quería era crear. La literatura es una forma de vivir otros mundos, y no lo digo metafóricamente. Gracias a nuestras neuronas espejo, podemos empatizar y experimentar el sufrimiento y la alegría de los personajes como si fuera propio.
-P: Entre otras autoras de la literatura universal, destaca en su libro a Virginia Woolf, Sylvia Plath y Anne Sexton. Todas ellas fueron escritoras cargadas de talento que se quitaron la vida tras sufrir graves problemas de salud mental. ¿Cuáles son los mecanismos neurobiológicos que pueden conducir a la depresión y al suicidio?
-R: El tema de la depresión lo hemos atacado tal vez desde el lado incorrecto. Desde los años 50 y 60 se estipuló que se trataba de un desequilibrio de neurotransmisores, por lo que solo había que recetar medicamentos que recuperaran el balance y así se acabaría la depresión. Evidentemente, no se ha acabado y cada vez tenemos más casos. Esta situación ha llevado a teorizar de que quizás este desbalance de los neurotransmisores viene por un problema más profundo y se ha hablado de la inflamación.
Estas tres escritoras fueron abusadas por sus familiares y vivían en una sociedad heteropatriarcal. Desgraciadamente, muchas de estas cosas no han cambiado. Esto genera un estrés que hace que se liberen hormonas como el cortisol. Hoy en día existen marcadores de la inflamación que se muestran mucho más elevados en personas que sufren depresión y que tienen ideas suicidas. Esto nos podría ayudar para saber quién está en mayor o en menor riesgo, pero también para hacer terapias que se focalicen de una mejor manera. Es importante ver cómo se trata esta inflamación crónica con los medicamentos, con la psicoterapia y, por supuesto, también el contexto cultural. No hay que olvidar que somos también parte de este contexto cultural, que es lo que causa esto. Al final es un círculo vicioso.
-P: ¿Considera que con este libro ha traído a la tierra a esos genios, que los ha hecho más humanos?
-R: Creo que es importante desmontar algunos mitos. Mucha gente me pregunta cuál es la chispa que hace que estas personas sean genios. No hay una chispa, todos podemos hacerlo. Desde luego existen factores biológicos y ambientales, ciertas predisposiciones, pero ellos son seres humanos. Así como quienes hicieron aquellas pinturas del Paleolítico eran seres humanos intentando expresarse como cualquiera de nosotros.