
Irse a vivir al extranjero es un paso muy grande. No solamente supone alejarte de todo lo que hasta el momento conocías y separarte de forma temporal de tus familiares y amigos, sino que debe comenzarse también un proceso de adaptación más o menos complicado en función de lo acusadas que sean las diferencias entre ambos países.
Hay que acostumbrarse a la gastronomía, al idioma, a la manera que tienen de relacionarse los locales y a una gran cantidad de cuestiones que pueden llegar a producir un choque cultural. La persona que decide mudarse al extranjero encontrará en su nuevo destino situaciones a las que nunca antes se había enfrentado, lo que puede llevarle a la extrañeza, la añoranza o la incomodidad.
Estas diferencias socioculturales provocan en ocasiones experiencias en las que chocan las costumbres del país con las del recién llegado. Esto puede ser cómico, pero también embarazoso si no se sabe bien cómo salir del paso o ninguna de las dos partes conocía esa distinción tan remarcable.
Mariona (@marionsfalomi), una joven española que reside en Estados Unidos desde hace un tiempo, vivió una de estas situaciones incómodas nada más llegar al país americano. No solo eso, sino que, además, no fue consciente de su error hasta pasadas dos semanas, lo que le hizo sentirse abochornada tiempo después de lo ocurrido.
“Me empecé a dar cuenta a las 2 semanas”
Nada más llegar a Estados Unidos, donde Mariona iba a trabajar como cuidadora de niños (una profesión muy socorrida por los jóvenes que quieren vivir una experiencia nueva a la vez que ganan algo de dinero y mejoran el idioma), fue recibida por la familia con la que iba a quedarse. La española explica que, “después de un vuelo de más o menos 24 horas”, ella se sentía “supercansada” y “superdesubicada”, lo que pudo influir en su error.
“Llego al aeropuerto, le doy un abrazo a los niños y le planto un beso en cada mejilla a la madre y al padre”, explica la joven española. Esto, en un primer momento, puede resultar un acto sin relevancia; sin embargo, Mariona explica que la forma de saludarse en cada país difiere en gran medida: “Si eres español, dirás: ‘¿Y qué hay de malo?’. Si eres de Centroamérica o de Sudamérica, dirás: ‘¿Y por qué dos besos?’. Y, si vives en Estados Unidos, dirás: ‘¿Qué haces, niña?’“.

La creadora de contenido destaca que “en este país, dar besos en las mejillas no es algo muy común”, sino que lo más frecuente es dar la mano o un abrazo si hay más confianza o si la relación es más estrecha. “Claro, yo cuando me empecé a dar cuenta de que aquí la gente no se daba dos besos, culpa mía por no haberme informado antes, ya fue al cabo de dos semanas”.
Tal y como explica Mariona, ya había generado un vínculo más estrecho con la madre de la familia, por lo que, aunque había pasado algo de tiempo desde su llegada al aeropuerto, lo habló con ella. Por suerte, la mujer estadounidense le explicó que no había ningún problema: “No, no, sabíamos que podía pasar porque buscamos cómo se saluda la gente en España”.
La joven española aconseja a todas aquellas personas que vayan a visitar o a vivir en otros países que tengan en cuenta esta cuestión y que se informen antes sobre la manera en la que se saluda en cada sitio para no producirse situaciones incómodas. La cercanía y el contacto físico dependen mucho del lugar en el que te encuentres.