Embolia: causas, síntomas y tratamiento

Este evento médico debe ser tratado inmediatamente para evitar daños mayores o incluso la muerte

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Torrente sanguíneo (AdobeStock)
Torrente sanguíneo (AdobeStock)

La embolia ocurre cuando un vaso sanguíneo queda bloqueado por un cuerpo extraño, normalmente un coágulo de sangre, que viaja a través del torrente sanguíneo. Este fenómeno impide que la sangre fluya correctamente hacia órganos vitales como los pulmones, el cerebro o el corazón, lo que puede resultar en daños muy graves o incluso la muerte. Por ello, debe ser tratada de inmediato.

Esta condición médica severa puede originarse por múltiples causas, y aunque la más común es el coágulo sanguíneo, también puede producirse por burbujas de aire (embolia gaseosa), gotitas de grasa (embolia grasa), fragmentos de tumores o incluso líquido amniótico en mujeres embarazadas (embolia de líquido amniótico).

Uno de los principales antecedentes de una embolia es la trombosis venosa profunda (TVP), que consiste en la formación de coágulos en venas profundas, usualmente en las piernas. Según explica MedlinePlus, cuando estos coágulos se desprenden, pueden viajar hasta los pulmones provocando una embolia pulmonar, una de las formas más graves y comunes de embolia.

Los factores de riesgo incluyen la inmovilización prolongada, como en pacientes hospitalizados, personas que han viajado largas distancias sin moverse o personas con fracturas recientes. También se han identificado como factores predisponentes el embarazo, el uso de anticonceptivos orales, el sobrepeso, el tabaquismo, y ciertas cirugías recientes, especialmente ortopédicas.

Síntomas de la embolia

Los síntomas de la embolia varían dependiendo del tipo y la localización del émbolo. En el caso de una embolia pulmonar, los pacientes pueden experimentar dolor torácico repentino, dificultad para respirar, ansiedad extrema, latidos cardíacos rápidos y, en algunos casos, tos con sangre.

Cuando el émbolo bloquea una arteria cerebral, se produce un accidente cerebrovascular embólico, cuyos síntomas incluyen parálisis repentina en un lado del cuerpo, problemas para hablar o entender, visión borrosa o pérdida del equilibrio.

En casos de embolia arterial periférica, que afecta las extremidades, los síntomas comunes son dolor intenso, cambios en el color de la piel, frialdad en la extremidad afectada, e incluso pérdida de la función o sensibilidad. Todos estos síntomas deben ser tratados como emergencias médicas.

Diagnóstico y tratamiento de la embolia

El diagnóstico oportuno es fundamental para prevenir daños mayores. Los médicos suelen utilizar pruebas de imagen como la tomografía computarizada (TC), la resonancia magnética (RM), la ecografía Doppler, o la angiografía, dependiendo de la localización sospechada del émbolo. También se pueden realizar análisis de sangre, como el nivel de dímero D, para detectar la presencia de coágulos en el cuerpo.

Una vez confirmado el diagnóstico, el tratamiento depende de la gravedad y la ubicación del émbolo. En la mayoría de los casos, se administran anticoagulantes, como la heparina, la warfarina o medicamentos más nuevos como los anticoagulantes orales directos (ACODs), que ayudan a disolver el coágulo y prevenir la formación de nuevos. En situaciones críticas, se puede recurrir a trombolíticos, medicamentos que destruyen el coágulo rápidamente, o a procedimientos quirúrgicos como la trombectomía, que consiste en retirar físicamente el émbolo.

Episodio: Presión arterial.

Prevenir una embolia es posible en muchos casos, especialmente cuando se identifican los factores de riesgo. Entre las medidas preventivas más recomendadas están la actividad física regular, especialmente durante viajes largos o convalecencias; el uso de medias de compresión; y la movilización temprana tras cirugías. En pacientes de riesgo elevado, los médicos pueden recomendar el uso preventivo de anticoagulantes.