Un médico la llamó “neurótica” por insistir que revisaran a su hija: la joven de 19 años terminó muriendo por un mal diagnóstico

La madre ya había superado un cáncer y estaba familiarizada con los síntomas

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Un médico la llamó “neurótica”
Un médico la llamó “neurótica” por insistir que revisaran a su hija. (Imagen: The Institute of Cancer Research)

En 2019, Megan Kelly acudió sola a una consulta médica, donde un examen reveló una masa alarmente en su riñón. Este fue el primer paso del diagnóstico que cambiaría por completo su vida: sarcoma de Ewing de células blandas en estadio 4 (cáncer poco común que afecta a huesos y tejidos blandos).

No obstante, esta instancia médica llegaría después de dos años de lucha entre diagnósticos erróneos y desestimaciones que hicieron llegar tarde el tratamiento.

Megan Kelly fue diagnosticada con
Megan Kelly fue diagnosticada con sarcoma de Ewing de células blandas en estadio 4. (Imagen: The Institute of Cancer Research)

Megan Kelly

La historia de Megan comienza en 2017, cuando tenía 16 años y experimentó los primeros síntomas tras lo que pareció ser un virus común. Durante los dos siguientes años, las consultas médicas arrojaron diagnósticos como mononucleosis infecciosa y escarlatina.

No obstante, su madre, Jane Kelly, que había luchado contra el linfoma de Hodking, estaba familiarizada con los síntomas del cáncer e insistió a los sanitarios que lo de su hija se trataba de algo más grave. Sin embargo, los médicos atribuyeron los síntomas de hipotermia, infecciones urinarias y agotamiento a causas menos críticas.

Incluso, en una ocasión, una doctora calificó a Jane como “neurótica” por insistir tanto en una segunda opinión, según declaró la madre al medio británico People.

La joven, originaria de Gateshead (norte de Inglaterra), se enfrentó a un deterioro continuo que la obligó a abandonar sus estudios debido a las ausencias prolongadas causadas por su delicado estado de salud. “Mi intuición me decía que algo iba muy mal”, recordó su madre.

Para 2019, la situación se volvió crítica, hasta el punto que fue el examen consistente de un único médico el que descubrió la masa tumoral en el riñón de Megan y confirmó el cáncer.

Megan dijo “estar en paz”
Megan dijo “estar en paz” y que estaba preparada para afrontar su futuro. (Imagen: The Institute of Cancer Research)

Vivir hasta el final

El diagnóstico devastó a la familia, pero Megan adoptó una actitud decidida. “Megan era luchadora, fuerte, resiliente y siempre enfocada en soluciones. Escuchó su diagnóstico, lloró, luego se detuvo y dijo: ‘¿Y qué vamos a hacer?’”, explicó Jane.

La enfermedad presentaba un pronóstico desfavorable, con apenas un 30% de probabilidades de sobrevivir más de cinco años. No obstante, Megan aceptó someterse a intensas rondas de quimioterapia, enfrentándose con resiliencia a un tratamiento desgastante que, a pesar de todos sus esfuerzos, no logró evitar que el cáncer se extendiera hacia los pulmones y ganglios linfáticos.

A mediados de 2020, Megan experimentó una mejoría, pero esta etapa esperanzadora duro breve. En agosto de ese mismo año, los síntomas regresaron con una fuerza devastadora, y el diagnóstico tuvo un efecto rebote. “Fue la peor noticia: el cáncer de Megan había regresado y no podían hacer nada más por ella. Nos dijeron que le quedaba un año de vida”, señaló Jane.

A pesar de ello, Megan afrontó la noticia con serenidad, diciendo a su madre “que estaba en paz” y que estaba lista para enfrentar su destino. “Increíblemente, Megan ni siquiera se inmutó. A pesar de prometerme que nunca lloraría delante de ella, me derrumbé. Pero ella simplemente se giró hacia mí y me dijo: ‘Sabes qué, mamá, estoy bien. He estado pensando mucho en este momento y lo acepto con tranquilidad. Estoy lista‘”, subrayó su madre.

En diciembre de 2020, después de dos años de lucha, Megan falleció a la edad de 19 años.