Laura Bates, infiltrada en grupos ‘incel’: “Ven a las mujeres como objetos sexuales diseñados para tener bebés”

La autora británica logró adentrarse en estos grupos misóginos y plasmó sus descubrimientos en un libro, por el que ahora recibe amenazas

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Laura Bates, escritora británica, junto
Laura Bates, escritora británica, junto a la portada de su libro. (Montaje Infobae)

“¿Deberíamos considerar a las mujeres humanas?” Es uno de los mensajes que se encontró la escritora británica Laura Bates cuando logró adentrarse en un foro de hombres autobautizados célibes involuntarios, o incels, movimiento extremista que deshumaniza a las mujeres y les culpa de su falta de relaciones sexuales. “Las mujeres no son seres sintientes, son todas unas putas”, respondieron a la pregunta. “Yo casi no las considero cuerpos vivos, así que mucho menos con derechos humanos”, leía otro comentario.

Bates recogió esta y otras conversaciones en Los hombres que odian a las mujeres (Capitán Swing, 2023), una investigación periodística sobre las subculturas misóginas que se esconden en internet. Adentrarse en las profundidades de estos movimientos no fue sencillo: “Tuve que empezar por aprender el lenguaje porque, en los grupos más extremos, tienen todo un glosario y, si no lo utilizas, puede ser sospechoso”, explica a Infobae España.

Términos como machos alfa y beta, red pill (en referencia a la pastilla roja de Matrix, pues sienten que han despertado a la realidad supuestamente impuesta por el feminismo) o femoids (combinación de ‘hembra’ y ‘humanoide’) entraron en el vocabulario de Bates, que observó desde la distancia el comportamiento virtual de estos hombres.

-Pregunta: El tiempo que estuviste infiltrada, ¿sospecharon alguna vez que eras una mujer?

-Respuesta: La mayoría del tiempo me dedicaba a escuchar más que a participar, así que no hubo ningún momento en el que sospechasen de mí. Aunque, irónicamente, suelen sospechar unos de otros. Solían decir cosas como “¿Eres un agente del FBI de incógnito?”, lo que es irónico, porque por desgracia no están en el radar de las fuerzas de la ley. Una vez publicado el libro, hubo bastante publicidad al respecto y, al volver a los foros, había hombres publicando fotos de ellos con un machete, diciendo: ”¿Quién de vosotros, capullos, es Laura Bates? Voy a encontrarte”.

-P: En tu libro, los incels no son el único grupo misógino del que hablas. Están los Activistas por los Derechos de los Hombres o los gurús de la seducción. ¿Qué tienen todos estos grupos en común?

-R: Su principio básico es la idea de que las mujeres son objetos deshumanizados y los hombres son superiores; que tienen derecho al poder y tienen derecho a [poseer a] las mujeres. Son movimientos profundamente misóginos, pero también profundamente racistas y homófobos. Está en el lenguaje, en los términos enormemente racistas que usan para hablar de mujeres negras o asiáticas. En el hecho de que no solo están enfadados con las mujeres por no tener sexo con ellos, están todavía más enfadados si las mujeres eligen tener sexo, por ejemplo, con hombres negros.

Pero también están en la ideología de la extrema derecha y la supremacía blanca. Ven a las mujeres como objetos sexuales diseñados para tener bebés de una raza particular. Hay muchos individuos, por ejemplo, que han llevado a cabo ataques terroristas en nombre de los incels y la ideología de extrema derecha. Pero solo se refleja en los medios como ataques de extrema derecha.

Terrorismo machista no reconocido

Elliot Rodger acabó con la
Elliot Rodger acabó con la vida de seis personas en 2014. (AFP)

La ideología incel termina por materializarse en ataques violentos y masacres públicas. De ellos, Elliot Rodger fue su máximo exponente en 2014. Tras el asesinato de seis personas y su posterior suicidio en California, muchos veneran su obra y celebran su figura como un “héroe” y un “santo”. Y no son pocos los que han seguido sus pasos: Christopher Harper-Mercer mató a nueve universitarios en Oregón en 2015, antes de suicidarse; Alex Minassian protagonizó en Toronto un atropello masivo que dejó 10 muertos y 15 heridos en 2018, mismo año en el que Nikolas Cruz mató a 10 estudiantes de un instituto de Florida. “Marcarse un Rodger” se convirtió en un objetivo aspiracional para los llamados incels.

-P: ¿Por qué crees que no hablamos de terrorismo incel?

-R: Creo que hay dos puntos ciegos para la sociedad. El primero es un punto ciego racista: tenemos una definición muy racista del terrorismo y nos cuesta concebir a un hombre blanco como terrorista. Y el segundo es un punto ciego misógino, estamos tan desensibilizados ante la violencia de hombres contra las mujeres que nos cuesta mucho pensar en ello como una forma de extremismo, porque es normal.

-P: Estas ideologías se han movido de Reddit a Facebook o TikTok y las vemos ahora en la política. Hablas en tu libro de un senador estadounidense al que descubrieron dentro de un grupo incel. ¿Estamos en peligro de normalizar este tipo de discursos?

-R: Sí, absolutamente. Quiero decir, el presidente de Estados Unidos da voz frecuentemente a conceptos e ideas que no distan mucho de estas ideologías misóginas extremas, y no está solo: lo hemos visto con Vox en España, en Reino Unido con políticos de diferentes partidos políticos. Estamos normalizando y justificando absolutamente la retórica porque, cuando viene de boca de políticos poderosos, manda un mensaje a la gente de que esto no es solo aceptable, es aspiracional. Y es algo que están utilizando de forma audaz para atraer votos. Se normaliza la legitimidad de estas ideas como parte del discurso público de masas, aunque empezó en estos rincones extremos de internet. Y es preocupante.

Imagen de archivo del presidente
Imagen de archivo del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en el Despacho Oval. (REUTERS/Nathan Howard/File Photo)

-P: ¿Es preocupante porque no estamos viendo el riesgo y los actos violentos que cometen estas personas?

-R: Sí. Y porque no estamos conectándolos a la retórica, hay una sensación de negación plausible. Tuvimos un caso reciente en Reino Unido en el que un joven asesinó a su exnovia, a su madre y a su hermana con un arco después de que rompiese con él. Y salió en los medios que había escuchado muchos de los pódcast de Andrew Tate los días anteriores al asesinato. Pero en los juzgados dijeron que no podía ser admitido como prueba porque era demasiado prejuicioso, circunstancial. Estos hombres están diciendo activamente que las mujeres deberían ser atacadas, que deberían ser controladas y poseídas por los hombres, pero eso no tiene nada que ver con el hecho de que una mujer sea asesinada cada tres días por su pareja o expareja, es una coincidencia. Es algo muy frustrante.

‘Adolescencia’ ayuda, pero no es la solución

Así se rodó la serie de Netflix 'Adolescencia'

-P: La serie ‘Adolescencia’ parece estar despertando conciencias sobre este problema. Ahora el Reino Unido va a emitirla en todos los institutos. ¿Es esta la forma de prevenir estas ideologías peligrosas?

-R: No. Quiero decir, es genial que una serie de televisión haga que la gente hable, es una pieza muy poderosa. Pero creo que las soluciones que las mujeres llevan pidiendo desde hace años son mucho más estructurales que poner una serie de televisión en colegios. Necesitamos recursos, financiación y formación para los profesores en los colegios, necesitamos guías actualizadas para relaciones y educación sexual. Necesitamos mirar a la Educación Primaria, no solo a los institutos, donde ya es demasiado tarde. Necesitamos darle a las profesoras el apoyo que necesitan cuando experimentan acoso sexual en el aula. Ninguna de estas cosas va a solucionarlas el emitir una serie de televisión. Lo que hará es plantear grandes conversaciones y experiencias de supervivientes de violencia sexual en esas clases que después, sin los recursos necesarios, no tendrán apoyo.

-P: Muchos padres que han visto la serie se preguntan qué pueden hacer para proteger a sus hijos de estos discursos violentos. ¿Qué recomendarías?

-R: No creo que sea justo que los padres sean los únicos que intenten arreglarlo. Necesitamos regulación tecnológica, esa es una de las grandes piezas del puzle. Las redes sociales están radicalizando a los niños con algoritmos que fuerzan este contenido hacia ellos y gran parte de la responsabilidad es de las compañías tecnológicas y de los gobiernos que fracasan al regularlas.

Dicho esto, hay cosas que los padres pueden hacer. La más importante es la comunicación. No se trata de ver las redes sociales de tu hijo y entrar en pánico porque usa un emoji particular. Es hablar con ellos de forma abierta y sin prejuicios. Y no solo una conversación larga y horrible, sino muchas pequeñas conversaciones: hablar en el coche de camino a clase, señalar ese cartel en el que una mujer está en bikini pero el hombre lleva puesto un traje y lo que significa, hablar de sus vidas y su mundo online, sobre lo que ven y lo que piensan sobre ello. Se trata de empoderar a los niños para tener conversaciones robustas donde hay oportunidad de contestar la desinformación que han absorbido en internet.

-P: Y los que han sido radicalizados, ¿pueden volver?

-R: Sí, creo que pueden, pero es un proceso difícil y lleva mucho tiempo, trabajo y esfuerzo. Y muy importante: ahora mismo hay sitios a los que mandar a una persona joven si piensas que han sido radicalizadas por el islamismo extremista o la extrema derecha, hay programas en marcha, pero no hay nada similar para jóvenes que han sido radicalizados en la misoginia extrema. Por eso la prevención es la aproximación que tiene más sentido. Pero tenemos que estar preparados como sociedad para implementarla en formas significativas.