
Este sábado, 26 de abril, a las 10:00 horas, ha dado comienzo la misa de exequias en la que se dará el último adiós al papa Francisco y que será llevada a cabo en la Plaza de San Pedro. Tres horas después, se realizará la inhumación del féretro. Un acto que tendrá lugar de manera privada en la Basílica de Santa María la Mayor. Cerca de 170 delegaciones internacionales se han trasladado al país de la bota, entre ellos los reyes Felipe VI y Letizia.
Aunque al principio se sopesaba la idea de que la reina Sofía viajase en compañía de los soberanos, lo cierto es que Casa Real ha confirmado que esta no estará presente en el Vaticano. Otras de las personalidades que presencian la solemne ceremonia serán las vicepresidentas María Jesús Montero y Yolanda Díaz, quienes han acudido junto al ministro de Presidencia, Félix Bolaños. Aunque el presidente del Ejecutivo, Pedro Sánchez no ha estado presente en este actor, el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo ha querido rendir tributo al pontífice en su despedida oficial.
Los padres de la princesa Leonor llegaron a Italia este viernes, 25 de abril, y se alojaron en la embajada española, situada en la Santa Sede. A su llegada, los reyes fueron recibidos con una calurosa bienvenida, vítores y aplausos. Conscientes de que este acto tan significativo e importante conlleva un estricto protocolo, los reyes han seguido las instrucciones al pie de la letra.

Un estricto protocolo
El funeral del papa Francisco está regido por un estricto protocolo en el que minuciosamente se establecen los lugares que ocuparán cada uno de los asistentes a la ceremonia. De esta manera, la primera fila está ocupada por Giorgia Meloni, primera ministra de Italia, y Javier Milei, presidente de Argentina, los dos países vinculados al pontífice. La segunda fila está ocupada por los miembros de las Casas Reales Europeas. Es decir, los reyes Felipe VI y Letizia, los reyes de Bélgica, los grandes duques de Luxemburgo, Alberto y Charlène de Mónaco, el Príncipe Guillermo, que representa a la Familia Real británica, entre otros.
Se pensaba que el resto de los jefes de Estado se situarían en la tercera fila, organizados por orden alfabético en francés. Sin embargo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su esposa, Melania Trump, han estado ocupando la segunda fila, casi al lado de los soberanos españoles. Al parecer, la tercera fila ha sido ocupada por la comitiva española y un grupo de personas en situación de vulnerabilidad, a quienes el papa Francisco ayudó en vida.

Otros de los detalles a seguir en esta ceremonia ha sido el protocolo de vestimenta, que también es muy estricto. Las reinas católicas tienen permiso de vestir de blanco, aunque rara vez ocurre, pues, normalmente, van vestidas de negro. En el caso de la reina Letizia, ha optado por lucir un sobrio atuendo negro, complementado con una clásica mantilla, símbolo de respeto y solemnidad en actos religiosos de esta magnitud.
Un despliegue de seguridad histórico
Teniendo en cuenta que se trata de un acto de gran relevancia, Roma ha querido blindarse para proteger a todos sus invitados de cualquier imprevisto. Así, el país de la bota ha activado el nivel 1 de seguridad para el último adiós al pontífice. Unos 15.000 agentes participan en el amplio operativo del Ministerio del Interior, que ha movilizado francotiradores, unidades de detención de explosivos a pie de calle, así como subterráneos, y equipos de intervención canina.
Se trata de la máxima seguridad que solo está destinada a acontecimientos excepcionales como pueden ser las cumbres del G7. De esta manera, la ciudad permanece completamente blindada desde hace unos días. El dispositivo incluye un total de 15.000 agentes, coordinados entre la Seguridad Vaticana y las fuerzas del orden italianas. El coste está en torno a los 5.000.000 de euros. Se ha establecido una zona de exclusión aérea, también el vuelo de drones de vigilancia y francotiradores posicionados alrededor de la plaza de San Pedro.
Desde las cloacas a los túneles, así como las estaciones de tren y de metro, la ciudad ha sido rastreada al milímetro. La policía fluvial ha reforzado al máximo la supervisión a través del río Tíber. Además, las medidas en las estaciones y los aeropuertos también se ha intensificado, con especial mención a Fiumicino y Ciampino, donde se han recibido a las principales delegaciones llegadas del extranjero. Por último, también ha habido un control del espacio aéreo y, de hecho, hay una zona de exclusión patrullada por aviones de combate en el área que comprende el Vaticano. El operativo incluye detectores de metales en la plaza de San Pedro y medidas especiales destinadas al recorrido del féretro desde la basílica a la iglesia Santa María la Mayor, punto en el que será sepultado el papa Francisco,