
El descubrimiento de un nuevo medicamento siempre es una buena noticia, pero no toda la innovación farmacéutica se centra en encontrar curas jamás vistas. Cuando un fármaco pierde su patente, otras compañías pueden empezar a desarrollarlo sin tener que cargar con los mismos costes de innovación. Es un producto totalmente equivalente, a veces hasta mejorado (con menos interacciones con otros o con formas mejoradas de administración) y se vende mucho más barato que el original. Pero a los médicos les cuesta recetarlo, especialmente en la atención primaria.
Son los conocidos como medicamentos biosimilares, una versión equivalente en calidad, eficacia y seguridad a un medicamento biológico original (producto de referencia) y su principio activo. En un inicio, solo los hospitales utilizaban este tipo de fármacos por su sostenibilidad y eficiencia, pero en 2015 lograron entrar en la atención primaria. Desde entonces, solo cuatro principios activos han conseguido hacerse un hueco en los centros de salud: la folitropina alfa (tratamiento hormonal para la fertilidad), la insulina glargina (utilizada en el tratamiento de la diabetes), la enoxaparina sódica (anticoagulante) y la teriparatadina (medicamento contra la osteoporosis).
El uso de los biosimilares se ha ampliado en los últimos años: si en 2017 no llegaban ni al 5% de los medicamentos recetados, en 2023 superaron el 30% y rozan un tercio de la facturación total, según el informe Biosimilares en Atención Primaria, presentado este jueves por la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP) y la Asociación Española de Medicamentos Biosimilares (BIOSIM). Sin embargo, su aplicación varía según el fármaco y la región en la que se encuentre el paciente.
Para José Manuel Paradero, presidente de SEFAP, el incremento del uso de biosimilares es evidente, aunque “quizá no con la velocidad que nos parecería razonable”. “Uno de los principales retos es que haya más medicamentos biosimilares, porque ahora mismo solamente tenemos cuatro”, ha valorado en la presentación del informe.
Influye igualmente la falta de formación a los profesionales sanitarios: la mayoría de los médicos conocen la existencia de estos fármacos, pero no saben cómo prescribirlos de forma adecuada (por nombre de marca y no por principio activo) y sienyen que su formación al respecto es escasa. “Se hacen políticas y estrategias que no llegan a atender a la lo que es la prescripción en consulta”, ha valorado Remedios Martín, presidenta de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), en la presentación del informe. “Hay que hacer comunicación, hay que hacer formación y, sobre todo, hay que apelar a que los prescriptores somos responsables también de la sostenibilidad, sostenibilidad y eficiencia del sistema”, ha añadido la médica.
Galicia lidera y potencia el uso de biosimilares

El principio activo más establecido es la enoxaparina, con un 58,2% de penetración en el sector. Más retrasada se queda la insulina, que solo alcanza el 19,4%. Esta variación se explica, según Ángel Mataix, uno de los autores del informe, por las grandes diferencias entre los cuatro tratamientos. “Tenemos un medicamento como la enoxaparina que es de corta duración, los cuales son más fáciles de conectar con un biosimilar; tenemos una insulina, un tratamiento crónico y tenemos otros dos medicamentos que, no es que sean de indicación absolutamente por parte del hospital, pero sí tienen una gran influencia”, explica.
Las variaciones son reseñables también a nivel autonómico. Mientras que en Galicia el 53,3% de los envases recetados eran biosimilares, en Canarias apenas superaron el 10,5% del total. Cuando se analiza por población, las diferencias son mayores: Galicia vendió 84,54 envases de biosimilares por cada 1.000 habitantes, mientras que en Navarra se vendieron 14,68.

En opinión de Mataix, en estas diferencias incluyen tanto la calidad como cantidad de políticas implementadas para incentivar el uso de medicamentos biosimilares. Son justo las comunidades autónomas que más medidas han aplicado tanto a nivel de atención primaria como hospitalaria las que consiguen una mejor penetración de los biosimilares. Asimismo, las estrategias de incentivación de la prescripción y la coordinación entre los distintos niveles asistenciales son las que mejores resultados aportan, pero las menos aplicadas en España, que se centra en políticas de formación y divulgación.