
El Vaticano se ha convertido estos días en el centro del mundo con la reciente muerte del papa Francisco, así como el cónclave que comenzará en los próximos días para elegir al nuevo Pontífice. Jorge Mario Bergoglio ha dejado un legado de cierto aperturismo dentro de la Iglesia Católica, por lo que todas las miradas están pendientes ahora de ver si su sucesor continuará la línea trazada por él o dará un giro de 180 grados a la inclusión que poco a poco el papa Francisco estaba configurando.
Desde hace años, las mujeres católicas han expresado su descontento con respecto a su estatus de segunda clase dentro de una institución que reserva el sacerdocio exclusivamente para los hombres. Sin embargo, se ha ido promoviendo el ascenso de las mujeres a posiciones de poder dentro de la Iglesia.
En 2023, el número de mujeres empleadas en el Vaticano, según Vatican News, alcanzó el récord histórico de 1.165, lo que representa aproximadamente el 23,4 % del total del personal. En 2013, cuando comenzó el pontificado del papa Francisco, la cifra era de 846 (19,2 %), lo que supone un aumento que refleja su apertura. Sin embargo, la presencia de la mujer dentro de la Iglesia Católica en general continúa siendo bastante limitada.
Las mujeres en la Iglesia Católica
Pese a que en los últimos años las mujeres han llegado a alcanzar puestos muy importantes dentro del Vaticano, lo que se refiere a los órganos de gobierno y administración central de la Iglesia Católica (Estado de la Ciudad del Vaticano y Santa Sede), dentro de la institución religiosa todavía continúa siendo muy limitado su poder.
La restricción clave se encuentra en que las mujeres no pueden ser ordenadas (recibir el sacramento del orden), lo que automáticamente les impide acceder a los cargos eclesiásticos más altos: diáconas (aunque existe un debate intento en la actualidad sobre esta cuestión), sacerdotes, obispos, cardenales y, por supuesto, papas.
Por tanto, dentro de la Iglesia Católica, el puesto más alto al que podría llegar una mujer es el de superiora general de una congregación religiosa femenina, que es la líder máxima de tal grupo, por lo que tiene autoridad sobre todas las casas y miembros de su congregación alrededor del mundo.
Este cargo, por tanto, es importante y cuenta con poder organizativo y espiritual dentro de su comunidad, pero no forma parte de la jerarquía clerical, reservada a los varones ordenados.

El papa Francisco y el ascenso de las mujeres
Pese a que históricamente el sexo femenino ha estado relegado dentro de la Iglesia Católica, el papa Francisco comenzó a dar pequeños pasos hacia la inclusión de un papel más importante de las mujeres en la institución: creó comisiones en el Vaticano en el que pueden tener puestos en toma de decisiones, nombró diversas teólogas y administradoras en cargos clave y modificó reglamentos internos que han permitido que esto sea posible.
Sin duda, el punto más destacado es el de sor Raffaella Petrini, que en febrero de 2025 fue nombrada presidenta de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, el cargo administrativo civil más alto del país. Se encarga de gestionarlo y de organizar su funcionamiento práctico. Petrini se convirtió en la primera mujer en alcanzar esta posición clave, abriendo un camino muy importante.
Por tanto, dentro del Vaticano sí comenzamos a ver mujeres en los puestos más importantes, mientras que en la Iglesia Católica en general todavía no han llegado a los rangos más altos. Esto refleja que, pese a la apertura que durante su pontificado realizó el papa Francisco, la presencia femenina continúa siendo limitada y queda un largo trayecto por recorrer para conseguir una igualdad dentro de una institución que sirve de guía para millones de fieles en todo el mundo.