
Seis meses después del paso de la DANA que arrasó decenas de pueblos en Valencia y se cobró la vida de más de dos centenares de personas, la situación para muchos alumnos en las aulas sigue siendo similar a la que se encontraron días después del desastre. En total, hay 13 centros educativos que han quedado totalmente destruidos y cuya fecha de final de reconstrucción aún no se ha marcado en el calendario, conforme denuncia la ONG EDUCO, que pide a la Conselleria d’Educació de la Generalitat Valenciana un plan concreto de reconstrucción con un calendario claro. Sin embargo,
Barracones, autobuses y aulas llenas
“Tenemos a niños y niñas desplazados en centros educativos que no son los suyos, asistiendo a clase en aulas masificadas. A otros los han instalado en barracones. El alumnado que tiene que ir a otra escuela que no es la suya muchas veces llega tarde a clase porque el transporte ni es el adecuado ni los lleva a tiempo; nada está funcionando como debiera”, denuncia Pilar Orenes, directora general de la ONG Educo.
“Así, es muy difícil que puedan tener una educación de calidad, que es su derecho. Esto es especialmente alarmante en el caso de los niños y niñas más vulnerables. Si es tan complicado ir a la escuela, aumenta el riesgo de abandono escolar”, continúa Orenes en un comunicado de prensa en el que
La ONG también exige un mayor flujo de información por parte de las autoridades hacia las direcciones de los centros educativos. “No han sido informados de cómo y cuándo se van a reconstruir las escuelas, lo que está generando mucho desgaste emocional, ansiedad y estrés en el profesorado, que también ha sufrido en primera persona la tragedia de la DANA”, insisten.
Miedo a la lluvia y la tormenta
Desde la ONG se muestran preocupaos por las secuelas psicológicas de la catástrofe. Aseguran que los niños y adolescentes siguen necesitando apoyo psicológico y emocional: “Han pasado seis meses y muchos niños y niñas siguen asustándose cuando llueve o viven en casas en las que aún son visibles los estragos de la DANA. Esta catástrofe ha marcado su infancia y, si queremos que no marque sus vidas, deben recibir todo el apoyo que necesitan", cuenta Orenes, que pide la colaboración de las administraciones porque “si para una persona adulta es muy duro pasar por esto, aún lo es más para uno niño o una niña, que no ha tenido tiempo de desarrollar las herramientas para gestionar una vivencia así”.
“Cada vez que llueve a mi hijo mayor le da miedo, y me pregunta si le voy a ir a recoger al colegio. Siempre intento tranquilizarlo diciéndole que si eso vuelve a pasar suba al último piso, que no vuelva a casa, espere allí tranquilo y ayude a sus compañeros”, relata Eduvmary, vecina de Paiporta con un hijo de 10 años y un bebé de 10 meses cuya historia ha recogido Save the Children en un balance tras este medio año.

“El moho en mi apartamento ha destruido todo, afectado a todo tipo de cosas: la madera, la ropa… hemos tenido que tirarlo todo. Mis hijos han contraído a raíz de eso enfermedades respiratorias”, cuenta también la madre de los dos niños.
Save the Children también pone el foco en los problemas de salud mental a los que se enfrentan muchos de los más de 70.000 niños y niñas que viven en las zonas más afectadas por la catástrofe. “Poco a poco la situación de las miles de familias de las zonas afectadas va mejorando, pero todavía queda mucho trabajo por hacer”, concluye Rodrigo Hernández, responsable de la respuesta a la emergencia de la dana de Save the Children.