
El papa Francisco murió este lunes a los 88 años en su residencia de la Casa Santa Marta del Vaticano. Tras el fallecimiento del pontífice argentino, cuyo mandato ha tenido una duración de 12 años, se procederá en los próximos días a la celebración del cónclave para la elección de su sucesor, designando así al nuevo máximo representante de la Iglesia Católica. Posteriormente, el próximo obispo de Roma será encumbrado en un acto solemne.
En el caso de Jorge Mario Bergoglio, hasta 132 delegaciones oficiales asistieron a la ceremonia del inicio del Pontificado, celebrada el 19 de marzo de 2013, cinco días después de la fumata blanca que alumbró su mandato. Entre las autoridades y representantes de organizaciones internacionales que viajaron a Roma, la representación española contó con una “nutrida” delegación, presidida por Felipe VI.
Un real decreto de la Presidencia del Gobierno, con Mariano Rajoy al frente, confirió al entonces príncipe de Asturias “la representación de España en la Misa Solemne de Inicio del Ministerio como Pastor Supremo de la Iglesia Universal de Su Santidad Francisco (...) La delegación oficial española estará integrada, además de por SS.AA.RR. los Príncipes de Asturias, por el presidente del Gobierno y los ministros de Asuntos Exteriores y de Cooperación, Justicia e Interior”.
De este modo, más allá de Felipe VI y Letizia, al acto acudieron Mariano Rajoy y los entonces ministros de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo; de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón; y del Interior, Jorge Fernández Díaz. Pero no solo eso, según una respuesta parlamentaria escrita por parte de la administración popular, fechada el 13 de septiembre de 2014, también asistieron las esposas del expresidente del Gobierno y del exministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, y “nueve personas de Presidencia del Gobierno, que incluyen personal de protocolo y seguridad”.
Más de 5.000 euros en gastos de manutención y alojamiento
Según la información del Gobierno de Rajoy, que respondía a dos preguntas con respuesta escrita presentadas por los exdiputados del grupo parlamentario de izquierda plural Gaspar Llamazares (IU) y Joan Coscubiela (ICV-EUiA), el coste total de la delegación “ascendió a 10.674 euros, de los que 5.500 correspondieron al Ministerio de Asuntos Exteriores y 5.174 a Presidencia del Gobierno. De los 10.674 euros totales, 5.534 se destinaron a gastos de transporte, y el resto a los de manutención y alojamiento”.
En sus iniciativas, ambos parlamentarios progresistas afearon la “nutrida” representación española en dicha ceremonia: “Desoyendo la petición del Papa Francisco, que llamó a los argentinos a abstenerse de viajar a El Vaticano para su entronización con el fin de dar ese dinero en caridad, 132 delegaciones oficiales de países y organizaciones internacionales viajaron a Roma, incluyendo a 31 jefes de Estado y 11 jefes de Gobierno, así como a determinadas primeras damas, vicepresidentes, presidentes del Parlamento, ministros, embajadores y otros dignatarios”, añadieron.
Además, pusieron en contexto dicho viaje para cuestionar la amplia representación: “Sin minimizar un ápice la importancia que tiene la toma de posesión de un nuevo Papa, cabe pensar que se hubiera podido compatibilizar una delegación digna con criterios de austeridad. Para muchos ciudadanos, su composición ha podido resultar desproporcionada, máxime en tiempos de crisis, en un país con seis millones de parados y estando en vigor una Constitución en la que España se define como Estado aconfesional”.
Para “conciliar la austeridad con el respeto que se merecen los contribuyentes”, Llamazares y Coscubiela plantearon que “hubieran sido prescindibles tanto el ministro del Interior como el de Justicia, ambos sobradamente representados por el presidente del Gobierno y por el ministro de Asuntos Exteriores”. Asimismo, compararon la composición de la delegación española durante la misa de entronización del papa Francisco con la de sus predecesores en la historia de la democracia reciente.
En la ceremonia de inicio del Pontificado de Benedicto XVI, en abril de 2005, la delegación española estuvo presidida por los reyes Juan Carlos I y Sofía, incluyendo a los ministros de Asuntos Exteriores, Justicia y Defensa. No asistió el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Tampoco en octubre de 1978, a apenas dos meses de aprobarse la Constitución Española, acudió el entonces presidente Adolfo Suárez a la entronización de Juan Pablo II, como no lo había hecho un mes antes a la de Juan Pablo I.
Si bien, en su respuesta, el Gobierno de Rajoy argumentó que la delegación oficial enviada a la ceremonia del inicio del Pontificado del Papa Francisco fue “acorde con las funciones representativas y de acción exterior que corresponden al Gobierno, que son compatibles con los criterios de austeridad que esta Administración viene impulsando en esta Legislatura”.
Del mismo modo, el Ejecutivo del PP consideró que dicha delegación fue “respetuosa y compatible” con la aconfesionalidad del Estado español, además de “coherente con la importancia del acto, como pone de relieve el amplísimo número de delegaciones oficiales de países y organizaciones internacionales, y de jefes de Estado y de gobierno asistentes al mismo”.