
Miguel (prefiere no dar su apellido ni mostrar su imagen) tiene 53 años y lleva dos décadas tocando música en las calles de Madrid. Es uno de los artistas urbanos más reconocidos de la ciudad. Batería y compositor, utiliza elementos cotidianos (como cubos de pintura y sartenes) para mezclar estilos como el hip-hop, el funk y el drum&bass. “La calle es dura, pero lo hago porque me gusta y porque me sirve para ganar algo de dinero y cubrir algunos gastos”. Miguel ha hecho los deberes y es uno de los músicos que este año ha obtenido la licencia, otorgada por el Ayuntamiento que dirige José Luis Martínez-Almeida, para poder actuar en la vía pública.
El permiso es obligatorio desde 2012 si un músico quiere mostrar su arte en el distrito Centro. Y desde febrero de este año también es necesario para tocar en el de Carabanchel. Son los dos únicos distritos que precisan de autorización municipal. Si no se tiene, no se puede actuar en estas dos zonas de Madrid. El problema es que el Ayuntamiento aprobó en diciembre de 2024 una nueva instrucción que reduce las licencias de 431 a 250 en Centro. “Se ha tomado esta decisión para hacer compatible esta actividad con el descanso de vecinos y comerciantes”, señala un portavoz municipal. Para Daniel Gismero, responsable del Área de Cultura de CCOO Madrid, se trata de una “puñalada a este colectivo. El Ayuntamiento no solo debe atender a criterios de convivencia, también debe considerar criterios relacionados con las garantías de los derechos de estos trabajadores, que viven de sus actuaciones en las calles”, señala.
“El Ayuntamiento cree que tiene un problema, pero no quiere escuchar para solucionarlo. Los verdaderos músicos actúan con responsabilidad. Lo que pasa es que hay mucha gente, como los que se disfrazan de personajes y muñecos, que piden la licencia de músico, y luego obviamente no la usan. El Consistorio ha creado un sistema injusto y viciado”, asegura Miguel. De la misma opinión es Andrés Freites, un músico de jazz que también ha conseguido la licencia y que es uno de los portavoces de ‘La calle suena’, un colectivo formado artistas cuyo interés es promover e impulsar el diálogo, la convivencia y la cultura a través del arte callejero.

“Nosotros surgimos para reflexionar sobre las problemáticas vinculadas a la música callejera encontradas en el distrito Centro de Madrid. Aquí pagan justos por pecadores. Porque el 90% de los músicos que actúa en las calles son profesionales, pero siempre hay unos pocos que actúan fuera de los horarios y zonas permitidas o sin permisos, peros son muy pocos. El Ayuntamiento no tiene interés en escucharnos, toma decisiones sin consensuar nada. Parece que les molesta que se pueda expresar este tipo de arte en la vía urbana”, asegura Freites.
Quejas vecinales en 2020
El distrito Centro, con una alta actividad económica y un referente a nivel turístico, fue declarado Zona de Protección Acústica Especial en septiembre de 2012, lo que implica desde entonces que toda actuación musical que se pretenda celebrar dentro de su ámbito estará sometida a autorización municipal. Varias instrucciones (2013, 2018, 2020, 2021 y ahora la de 2024) han regulado la música en la calle. El Ayuntamiento asegura que las quejas vecinales se incrementaron en 2020 porque estos artistas utilizaban equipos de amplificación. Por eso la instrucción de 2021 prohibió estos equipos, permitiendo los instrumentos de percusión.

Ahora en 2024 se ha vuelto a modificar la instrucción porque, según el Ayuntamiento, “en los últimos años se ha producido un gran crecimiento del turismo que visita nuestra ciudad, que tiene una especial manifestación en las calles y plazas de distrito Centro, ya que el centro concentra un gran número de los monumentos, museos y espectáculos. La alta densidad de ocupación de los espacios públicos aconseja que se revise la citada instrucción, tanto desde la perspectiva del número de autorizaciones, como su frecuencia, así como los espacios que pueden ser utilizados”.
Por ejemplo, el Ayuntamiento ha revisado las zonas comerciales y residenciales donde estos músicos pueden actuar solo de lunes a domingo, de 12 a 14 y de 18 a 21 horas. “Han prohibido tocar en la Gran Vía”, se lamenta Miguel. Otra zona sí permitida es El Rastro. “Para el ejercicio de la actividad será necesario que cada intérprete, ya sea solista o pertenezca a un grupo musical, disponga de autorización individual. Por lo tanto, cada intérprete, pertenezca o no a un grupo musical, deberá presentar la correspondiente solicitud”, señala el Ayuntamiento. Es una de las novedades. Ahora hay licencias individuales, no por grupos musicales.
“Se rompen grupos”
“Como se han reducido las licencias, hay más solicitantes que permiso, por lo que estos se adjudican por sorteo. El sorteo rompe grupos y formaciones artísticas establecidas. Imagínense un cuarteto de cuerda en que solo hayan obtenido la licencia el contrabajo y el chelo. No habría melodía sin los violines y el grupo tendría un grave problema. Imagínense que en un dúo recibe la autorización el guitarrista y no la vocalista. ¡Imagínenselo!”, se lamenta Freites.

Para Daniel Gismero, de CCOO Madrid, “la presente normativa no está basada en el consenso ni en datos objetivos sobre la realidad del sector. Son medidas discrecionales y restrictivas, medidas que siguen profundizando en las mismas políticas erróneas: las que alejan a la cultura del espectador ocasional y la orientan hacia el ocio de masas y de consumo. Por el contrario, cada vez hay más espacio para los grandes eventos patrocinados por multinacionales, música elevada, luces y pantallas LED en las puertas de los grandes negocios y un modelo de ocio basado en el consumo, alejado de la necesidad de transmitir el arte en vivo, las tradiciones, modos de vida y otros valores que faciliten la cohesión social”.
Jorge Donaire, concejal socialista en el Ayuntamiento de Madrid, está convencido de que estos músicos pueden convivir con comerciantes y vecinos. “Pero hace falta un debate a más alto nivel, no a nivel solo de distrito. El Consejo de la Cultura es hoy un órgano que no está operativo. Luego están las comisiones de evaluación, que deberían reunirse cada semestre y no se está cumpliendo estos plazos. ¿Por qué se limitan este tipo de actuaciones musicales en la calle y se promueven otras de gran envergadura?”