
Sin duda, salir a comer fuera de casa es uno de los mayores placeres de cualquier amante de la comida. Son muchas las personas que se permiten el capricho de probar nuevos restaurantes y comidas diferentes, como si de cualquier otro tipo de ocio se tratase. De hecho, la variedad y la singularidad de cada restaurante se valora cada vez más, de forma que lo que para algunos es una ocasión especial o una forma de disfrutar de la comida, para otros es su dedicación diaria. Visitar distintos tipos de restaurantes y probar diferentes clases de comida es un contenido muy popular en redes sociales, y son muchos los influencers que se dedican a comer fuera de casa y valorar y recomendar los sitios que prueban.
Sin embargo, la experiencia gastronómica en un restaurante va mucho más allá de la comida. Aunque es cierto que lo principal es que los platos estén ricos y el producto tenga una buena relación calidad-precio, al ir a comer a un restaurante se deben valorar otros aspectos, como el ambiente o el servicio, para determinar si la experiencia ha sido realmente buena. Además de los platos, a cualquier comensal le gusta disfrutar de un ambiente tranquilo y agradable, con una decoración diferente y armoniosa y un servicio excelente. Aun así, esto no siempre ocurre.

Las reseñas de Internet: un relato de una mala experiencia
Las páginas web que valoran los restaurantes y los distintos establecimientos son una fuente inagotable de críticas, felicitaciones y todo tipo de reseñas. La libertad para incluir un comentario es tal que, en ocasiones, pueden encontrarse relatos inesperados y experiencias algo incómodas durante una comida en un restaurante. A pesar de que lo normal, cuando se trata de una crítica al local o una queja, es que el cliente reclame que la calidad del producto no era la esperada o que el precio era demasiado elevado, a veces es el servicio u otro aspecto externo el que marca la diferencia.
En este caso, una clienta que acudió con su marido a comer a un restaurante decidió poner una reseña al establecimiento en una página de valoraciones, en la que afirmaba que le daba “una estrella por la buena atención, las vistas y el pulpo”. La clienta solo sacó un rédito positivo en estos aspectos, ya que, según explica en su reseña, su experiencia “se arruinó” cuando una “supuesta ‘hosstess’” comenzó a pasearse por las mesas con un vestido “pegado y provocativo”: “En la sala había solo parejas a nuestro alrededor, salvo un grupo de cuatro hombres”, comenta la clienta en su reseña, que lamenta que no era nada apropiado que una joven con un apretado vestido de licra se pasease constantemente por el restaurante: “Si quisiera que mi marido viese culos, lo llevo a comer a un puticlub, no a un restaurante a la orilla del mar”, concluye tajantemente.

La clienta opina que existen “miles de maneras de vestir elegante” y que concuerden con un restaurante de ese tipo, pero que, en este caso, dice, la chica “no sé si estaba trabajando o buscando marido”. Además, esta mujer cuenta que su marido y ella pasaron “un mal rato” cuando, a punto de irse del restaurante, la chica comenzó a buscar algo en su cartera: “Entramos al aseo y, justo cuando nos vamos, ella también emprende su camino detrás de nosotros y corriendo delante, pavoneándose, como si estuviese en una pasarela”. Desde luego, no hay duda de que, si la reseña refleja la realidad de lo sucedido, la chica hizo pasar momentos bastante incómodos a la pareja: “No sé si fue el reloj de mi marido, de 20.000 euros, lo que le llamó la atención. Lo único que sé es que este sitio no lo pisamos más, ni él ni yo”.