Qué significa que una persona esté siempre quejándose, según la psicología

Los que viven haciendo críticas constantes terminan por desgastar sus relaciones con los demás

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Un hombre quejándose a sus
Un hombre quejándose a sus compañeros de trabajo. (AdobeStock)

A todos nos gusta quejarnos. Cuando los planes no nos salen como esperábamos, cuando hemos tenido un día duro en el trabajo o cuando hemos discutido con algún ser querido, de manera casi natural nos nace expresar nuestra disconformidad. Este fenómeno, tan humano, es beneficioso para nuestra salud mental, ya que nos permite descargar nuestro malestar.

Sin embargo, existen algunas personas que parecen vivir envueltos en una nube de quejas, reproches y lamentos. Esta actitud, a largo plazo, desgasta las relaciones sociales y empeora la salud mental de la propia persona.

El psicólogo Xavier Molina explica que este tipo de personas utilizan la queja como un escudo contra la responsabilidad, pues en muchas ocasiones pretenden buscar un culpable de las cosas negativas que le ocurren sin hacer autocrítica. Este fenómeno, conocido como victimismo crónico, no es una simple actitud negativa, sino una dinámica emocional compleja que puede afectar profundamente la vida social, laboral y emocional de quienes la padecen y de quienes los rodean.

El victimismo crónico se manifiesta en personas que adoptan, muchas veces sin plena conciencia, una actitud de permanente queja y autocompasión. Se trata de individuos que deforman sistemáticamente la realidad para colocarse en el papel de la víctima, sin asumir responsabilidad alguna sobre sus acciones o decisiones. Ante cada problema, hay un culpable externo: la sociedad, la pareja, el jefe, los amigos, la familia o el propio destino.

El victimismo tiene consecuencias reales y profundas. Una de ellas es el deterioro del entorno emocional, tanto para el propio individuo como para quienes lo rodean, expresa Molina. La queja constante actúa como una especie de veneno invisible que contamina las relaciones, genera tensiones y erosiona la confianza mutua.

El perfil de una persona victimista

Aunque no siempre es fácil identificar a estas personas en un primer encuentro, existen ciertos patrones que se repiten. El psicólogo comenta que la persona victimista suele presentar al menos cuatro características fundamentales:

  1. Deformación de la realidad: todo se interpreta desde el filtro del agravio personal. Las intenciones de los demás se malinterpretan y se convierten en ofensas imaginarias.
  2. Lamento constante: lejos de buscar soluciones, estas personas encuentran en la queja una forma de validación personal. La atención que reciben por su sufrimiento les proporciona una especie de recompensa emocional.
  3. Búsqueda de culpables: siempre hay un otro al que responsabilizar. Nunca asumen que sus decisiones o actitudes puedan haber influido en el desenlace de una situación.
  4. Nula autocrítica: la introspección está ausente. No hay espacio para el análisis personal ni para la mejora. La culpa es ajena, y la responsabilidad también.
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Mejorar la autoestima para cambiar la actitud

Si bien esta forma de comportamiento puede parecer profundamente enraizada, no todo está perdido. Los psicólogos insisten en que el primer paso para superar el victimismo es reconocerlo. Aceptar que se está atrapado en una dinámica de quejas y culpas externas es esencial para iniciar un proceso de cambio.

La terapia psicológica, especialmente la cognitivo-conductual, puede ayudar a estas personas a reformular sus pensamientos, a asumir responsabilidad sobre su vida y a mejorar su autoestima. También es importante el entorno: familiares y amigos deben aprender a establecer límites y evitar reforzar el comportamiento victimista con atención excesiva o sobreprotección.