
La sabiduría innata del cuerpo humano no deja de sorprender, pese a que todavía quedan muchos aspectos por conocer de nuestro organismo. Cuando una mujer se encuentra en periodo de lactancia, su metabolismo experimenta una serie de transformaciones para ajustarse a las exigencias del bebé.
Un equipo de investigadores del Baylor College of Medicine y del Pennington Biomedical Research Center se han acercado a una mayor comprensión de este proceso a través de un reciente estudio publicado en la revista Nature Metabolism. Así, los científicos descubrieron un mecanismo que conecta la prolactina, el estrógeno, el cerebro y las adaptaciones metabólicas durante la lactancia.
“Trabajamos con modelos animales para investigar cómo las hormonas y el cerebro trabajan juntos para adaptarse a las demandas metabólicas que enfrentan las madres lactantes para mantener la producción de leche”, explica la doctora Chunmei Wang, coautora del estudio.
La prolactina es una hormona que segrega la glándula pituitaria o hipófisis, que se encuentra en la base del cerebro y que regula el equilibrio de muchas hormonas en el organismo. La función de la prolactina es la de estimular el desarrollo mamario y la producción de leche en las mujeres.
En condiciones normales, el estrógeno ayuda a controlar el apetito y aumenta la capacidad del cuerpo para quemar grasa, mientras que la prolactina hace lo contrario. Mientras la madre está dando el pecho al bebé, los niveles de estrógeno disminuyen y los de prolactina aumentan, lo que provoca un aumento del hambre y una menor quema de grasa para compensar las demandas energéticas adicionales que plantea la producción de la leche.
“Descubrimos que las células cerebrales llamadas neuronas del receptor de estrógeno α (ERα) en una pequeña área del hipotálamo son significativamente menos activas durante la lactancia”, expresa el doctor Meng Yu, coautor principal de la investigación.
Los científicos observaron que al eliminar el ERα de estas neuronas en los animales, su apetito aumentaba y ahorraban energía por quemar menos grasa. “Cuando se eliminaron las neuronas ERα en ratones hembra no lactantes, los animales mostraron altos niveles de prolactina y cambios similares a los de la lactancia: comían más y quemaban menos grasa. La reactivación de estas neuronas en ratones lactantes redujo estos efectos, lo que demuestra su papel en el control del metabolismo”, afirma el doctor Yu.
“Sabíamos que la prolactina es producida por las células pituitarias y que el estrógeno puede actuar sobre estas células para aumentar los niveles de prolactina. En este estudio, descubrimos una función novedosa del estrógeno en la regulación de los niveles de prolactina: activa las neuronas ERα en el hipotálamo, lo que a su vez inhibe los niveles de prolactina durante la lactancia. Estos hallazgos tienen posibles aplicaciones clínicas”, aclara la doctora Wang.
“El estudio arroja luz sobre cómo el cerebro integra las señales hormonales para regular el equilibrio energético, lo que podría tener implicaciones más amplias para comprender la hiperprolactinemia (niveles elevados de prolactina en sangre), la obesidad, la menopausia y otras afecciones en las que se alteran los niveles de prolactina o estrógeno. Este trabajo abre nuevas vías para futuras investigaciones sobre el control neuroendocrino del metabolismo”, concluye.