Apatía en los pacientes de cáncer: descubren la causa biológica de la pérdida de motivación durante la enfermedad

La inflamación provocada por el cáncer suprime la liberación de dopamina, un neurotransmisor clave en la motivación

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Los pacientes de cáncer avanzado
Los pacientes de cáncer avanzado tienden a sufrir de apatía (AdobeStock)

La apatía, el cansancio extremo o la pérdida de motivación son síntomas frecuentes en los pacientes oncológicos en las fases más avanzadas. Además de por el desgaste emocional, la ciencia ha descubierto que esa falta de motivación también se explica por motivos biológicos.

Un equipo de investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en San Luis (Estados Unidos) ha explorado la posibilidad de que ciertas señales inflamatorias puedan afectar directamente al cerebro y alterar el comportamiento motivacional. Así, el cansancio y la falta de motivación que experimentan muchos pacientes con cáncer podría deberse a una afectación de neuronas específicas del cerebro que detectan la inflamación.

En el estudio, que ya ha sido publicado en la revista Science, los investigadores informan que identificaron una conexión directa entre la inflamación relacionada con el cáncer y la pérdida de motivación característica del cáncer avanzado. Al estudiar ratones con caquexia relacionada con el cáncer, una afección típica de la enfermedad que provoca atrofia muscular y pérdida de peso, descubrieron una vía cerebral previamente desconocida. Esta vía detecta la inflamación y suprime activamente la dopamina, un factor clave de la motivación, lo que provoca apatía y pérdida de impulso.

El bloqueo de la vía restableció la motivación, a pesar de que el cáncer y la pérdida de peso persistían. Esto indica que la apatía puede tratarse independientemente de la enfermedad en sí. “Las implicaciones de la investigación son profundas”, señala el doctor Adam Kepecs, autor principal del estudio y profesor de neurociencia y psiquiatría en WashU Medicine. “Hemos descubierto un mecanismo cerebral directo a través del cual la inflamación impulsa la apatía en el cáncer, y logramos restablecer la motivación normal en ratones con caquexia, a pesar de la inflamación continua a medida que el cáncer progresaba”.

El impacto de la caquexia

Aproximadamente el 70% de los pacientes con cáncer avanzado experimentan caquexia. Además del deterioro físico, los pacientes suelen sufrir fatiga severa, apatía y falta de motivación, lo que afecta su calidad de vida en general.

Para comprender si estos síntomas psicológicos son efectos secundarios derivados del deterioro físico o si surgen de mecanismos biológicos específicos, el equipo de investigación recurrió a un modelo murino de caquexia por cáncer bien validado. Se centraron específicamente en los síntomas conductuales, que no se habían investigado previamente, y mapearon las regiones cerebrales implicadas.

Descubrieron que una estructura del tronco encefálico, la parte del cerebro que controla funciones vitales como la respiración y la frecuencia cardíaca, actúa como sensor de señales inflamatorias en el torrente sanguíneo, en particular una molécula llamada interleucina-6 (IL-6), cuyos niveles se encuentran elevados en la caquexia por cáncer.

Cuando los niveles de IL-6 aumentan, las neuronas de esta región del tronco encefálico transmiten una señal a través de una vía específica que suprime la liberación de dopamina en el núcleo accumbens, una parte del cerebro clave para la motivación y la recompensa. La disminución resultante de la dopamina redujo la motivación de los ratones para realizar actividades.

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Para determinar si interferir con esta respuesta podía tratar la falta de motivación y la apatía, Kepecs y sus colegas probaron dos enfoques diferentes: aumentaron los niveles de dopamina y bloquearon las neuronas que detectan la inflamación en el tronco encefálico. Ambos enfoques eliminaron o redujeron la apatía en los ratones.

“Lo notable es que la motivación se recuperó incluso en la etapa avanzada de la enfermedad”, destaca el doctor Marco Pignatelli, profesor adjunto de psiquiatría en WashU Medicine. “Esto sugiere que podríamos mejorar la calidad de vida al actuar sobre el circuito cerebral”.

*Con información de Europa Press