
“Nunca pierdas el tiempo lamentando errores, basta con que no los olvides”. Esta frase que escribió William Faulkner en una de sus novelas es aplicable a este caso, porque hay errores que, quieras o no, se recuerdan toda la vida.
El suceso ha ocurrido en una clínica australiana especializada en fertilidad llamada Monash IVF, a la que acudió una pareja que estaba teniendo dificultades para tener un hijo, así que buscó un tratamiento de fecundación in vitro. El proceso salió bien: la mujer se quedó embarazada y dio a luz a un bebé sano. Todos estaban felices, hasta que se descubrió que había habido un “error humano”, según ha informado la revista People. Y ya se sabe que Errare humanum est, pero lo cierto es que hay errores y errores, y algunos son más difíciles de aceptar...
Y es que, cuando la clínica descongeló el embrión para ‘transferírselo’ a la mujer —la técnica que consiste en depositar en el útero de la mujer un embrión (o varios) obtenido en el laboratorio tras una fecundación in vitro, a la espera de que implante y dé lugar a un embarazo—, hubo una equivocación. En lugar de transferirle el embrión fecundado por la pareja, le introdujeron otro diferente. El tratamiento fue un éxito, pero la pareja ha descubierto de que su bebé procede de unos desconocidos.
En sus declaraciones a la prensa, Monash IVF reconoció la gravedad del incidente, calificándolo como un caso de “falla humana”. “Un embrión de una paciente distinta fue descongelado y transferido por error a los padres de nacimiento, lo que derivó en el nacimiento de un niño”, confirmó la clínica en su comunicado oficial, citado por People.
Recuento de embriones
La situación salió a la luz cuando los padres decidieron trasladar el resto de sus embriones a otro proveedor de tratamientos. Según detalló la clínica, al realizarse un inventario de los embriones almacenados, no se encontró el número esperado. “En lugar de encontrarse con el número esperado de embriones, se descubrió un embrión adicional en almacenamiento perteneciente a los padres de nacimiento”, explicó Monash IVF. Así supieron que el bebé nacido de una pareja no procedía del embrión fecundado por ellos. “En nombre de Monash IVF, quiero expresar cuán profundamente lo lamentamos”, afirmó Knaap, añadiendo que “todos en Monash IVF estamos devastados y pedimos disculpas a todos los involucrados”. Además, destacó que “desde que tuvimos conocimiento del incidente, hemos realizado auditorías adicionales y estamos seguros de que se trata de un hecho aislado”, afirmó.
La clínica informó que ya ha iniciado una investigación exhaustiva para identificar cómo ocurrió la confusión y establecer protocolos más estrictos que prevengan errores similares en el futuro. Asimismo, el caso ha sido notificado al Reproductive Technology Accreditation Committee, el principal organismo regulador de tecnologías de reproducción asistida en Queensland, Australia. La historia trasciende además el ámbito legal, ya que menos de un año atrás, Monash IVF se vio envuelta en una demanda colectiva relacionada con errores en procedimientos de fertilidad. Según PEOPLE, la clínica alcanzó un acuerdo de compensación de 56 millones de dólares australianos con más de 700 ex pacientes debido a la destrucción de embriones viables, supuestamente por fallas en las pruebas de detección.