
Una de las peores pesadillas de cualquier niño ha tenido lugar en la ciudad de Great Bend, en Kansas, Estados Unidos. Es una historia propia de una película de terror que desafortunadamente no podrán olvidar sus protagonistas, tan reales como los hechos ocurridos, documentados por los agentes que acudieron al aviso. Cuántas veces habrá temido un menor que un monstruo pueda estar bajo su cama, siendo solo fruto de su imaginación.
La policía del condado de Barton recibió una llamada sobre las 22:30 horas por un incidente en una casa situada en las afueras de la ciudad. Según el relato de la niñera, se encontraba preparando a los niños para dormir cuando uno de ellos expresó su temor por un supuesto “monstruo” debajo de la cama. Intentando tranquilizar al pequeño, la empleada decidió comprobar, para mostrarle, que efectivamente no había nada que temer. Pero lo que encontró no era una criatura imaginaria.
En ese momento, y según el comunicado de la oficina del sheriff, la niñera “se encontró cara a cara con un sospechoso que estaba escondido allí, se produjo un altercado y una niña fue derribada en el forcejeo”. Al verse descubierto, el hombre huyó de la casa antes de que los agentes llegaran y pudieran darle captura, pero lo lograron al día siguiente y lo arrestaron tras una breve persecución a pie.
Había vivido ahí
El sospechoso fue identificado como Martín Villalobos, un joven de 27 años que, muestran sus antecedentes, había vivido en esa residencia y tenía de hecho “una orden de protección” que le prohibía acercarse, por lo que su presencia allí había constituido una violación de la medida.
Fue detenido bajo diversos cargos, incluyendo secuestro agravado, robo con allanamiento de morada, agresión agravada, poner en peligro la vida de menores, obstrucción criminal a la labor de la policía y violación de la orden de protección contra abusos. El acusado fue puesto bajo custodia en la cárcel del condado con una fianza de 500.000 dólares.
Este incidente ha conmocionado a la comunidad local, que se solidariza con la familia afectada y arropa a los menores, traumatizados.

Otros dos casos
Este tipo de situaciones no son ajenas a la historia criminal reciente, si bien por fortuna no son comunes. En 2006, un exempleado del parking de un hospital en Washington D.C. acechó a una doctora del centro. Carlo Castellanos-Feria, así se llama, copió las llaves de la víctima, instaló una cámara oculta en su habitación y se escondió bajo su cama durante dos noches, hasta que su novio lo descubrió.
Castellanos-Feria, de 32 años, fue condenado a tres años y medio de prisión. “La planificación del delito -relató el juez antes de dictar sentencia- fue exhaustiva, astuta y devastadora para la víctima”. “No hay daño físico, pero sin duda el psicológico es extremo”, expresó el magistrado antes de enviar a la cárcel al delincuente, que quiso justificar lo que hizo: “Estaba locamente enamorado y eso nubló mi juicio”.
En otro caso de 2016, una mujer de Tennessee encontró a su exnovio oculto bajo su cama mientras instalaba un sistema de seguridad en su casa, tras haber tomado varias medidas legales para protegerse de él. En este caso, la mujer disparó al hombre en el pie y lo retuvo hasta que llegó la policía.
Según el informe de las autoridades, Tony Joe Gunter, de 52 años, y la mujer llevaban dos años saliendo cuando ella descubrió el extenso historial delictivo de su pareja. La mujer rompió con Gunter y le ordenó que no volviera. Según la víctima, él llegó a amenazar con matarla.