
Quedarse sin batería en un coche eléctrico en plena carretera puede parecer una situación desesperante, pero no tiene por qué serlo. Aunque la escena puede generar cierto nerviosismo —vehículo detenido, sin posibilidad de avanzar y, en ocasiones, lejos de ayuda inmediata—, la clave está en mantener la calma y actuar con método.
Pasos a seguir
El primer paso siempre es respirar hondo y evaluar con precisión el nivel de batería restante. Muchos modelos ofrecen un modo de bajo consumo que permite exprimir los últimos kilómetros antes de que la energía se agote del todo. Si el coche aún responde, conviene utilizar esa autonomía residual con inteligencia para intentar llegar a la estación de carga más cercana. En este punto, las herramientas digitales juegan un papel crucial: ya sea a través del GPS del vehículo, la app del fabricante o plataformas como PlugShare o Google Maps, podrás localizar puntos de recarga cercanos, conocer su disponibilidad, tipo de cargador e incluso el coste.
Pero si la batería ya se ha agotado por completo y no puedes continuar, lo esencial es buscar un lugar seguro para detener el coche. Activa las luces de emergencia, ubica el vehículo en el arcén o en una zona fuera de la vía siempre que sea posible, y coloca los triángulos reflectantes reglamentarios para alertar al resto de conductores. La seguridad personal y la del resto de ocupantes debe ser siempre la prioridad.
Una vez estés a salvo, llega el momento de contactar con el servicio de asistencia. Hoy en día, muchas aseguradoras ofrecen coberturas específicas para coches eléctricos que contemplan esta situación: desde remolques especializados que respetan el sistema de tracción, hasta unidades móviles de carga que permiten suministrar energía en carretera y continuar el viaje sin necesidad de grúa. Si tu seguro no incluye este tipo de servicio, puedes recurrir a empresas privadas de asistencia o a programas de ayuda ofrecidos por algunos fabricantes, especialmente si el coche está aún en garantía.
Consejos para no volver a quedarte tirado

Una opción menos conocida pero muy útil es disponer de un cargador portátil. Aunque su potencia no suele ser elevada, puede aportar energía suficiente para alcanzar una estación cercana. Algunos vehículos lo incluyen de serie, mientras que en otros casos debe adquirirse por separado. Si decides comprar uno, asegúrate de que sea compatible con tu modelo, cuente con buena capacidad de carga y ofrezca protecciones frente a sobrecargas o sobrecalentamientos.
Para evitar que esta situación se repita, la planificación es fundamental. Antes de iniciar un viaje, sobre todo si es largo, conviene revisar bien la ruta y ubicar los puntos de recarga disponibles. Tener claro un plan B en caso de que una estación esté ocupada o fuera de servicio puede ahorrarte más de un disgusto. Llevar siempre un cargador portátil y prestar atención a las condiciones meteorológicas o del tráfico también es recomendable, ya que factores como el frío o las cuestas pueden aumentar el consumo energético.
Además, durante la conducción, es buena práctica mantener control constante sobre la batería y adaptar tu estilo de conducción a las circunstancias. Evitar aceleraciones bruscas, mantener una velocidad estable y utilizar la frenada regenerativa cuando sea posible son estrategias efectivas para conservar energía y maximizar la autonomía.