
Con la llegada de la primavera y el comienzo del ascenso de las temperaturas, vuelve a surgir una de las principales amenazas de nuestras mascotas: la oruga procesionaria del pino, una plaga extendida por los pinares de Europa, especialmente en la Península Ibérica. Este año, además, su aparición se ha adelantado.
Estos insectos suelen encontrarse en zonas con pinos, cedros y abetos, sobre todo en parques, bosques y zonas ajardinadas. Por tanto, es en estas áreas donde se debe tener especial cuidado, utilizando bozales preventivos en ciertas rutas y fijándonos en los nidos blancos de los árboles, así como en las filas de orugas que pueden encontrar en el suelo.
Lo que hace tan peligrosas a estas plagas son sus pelos urticantes, que son miles de pelitos microscópicos con una toxina. Estos se desprenden fácilmente y se esparcen por el aire o se quedan en el suelo, plantas o la ropa. Cuando las mascotas se acercan a oler, lamer o morder a las orugas, estos pelos se clavan en sus lenguas, encías, hocico o garganta, pudiendo provocar una grave reacción alérgica.
Los veterinarios de la Policía Nacional, a través de un vídeo publicado en la red social de X, han compartido una serie de recomendaciones en caso de que algún perro o gato entre en contacto con una oruga procesionaria del pino: “Necesitará la atención inmediata de un veterinario, ya que es un peligro tóxico y potencialmente mortal”.
Síntomas y cómo proceder
“En casa, tengo que intentar quitar el mayor número de pelos de la oruga”, destaca la veterinaria. Sin embargo, esto debe hacerse con mucho cuidado para evitar que se expandan por otras partes de la piel y generen una reacción mayor; por ello, nunca debemos frotar: “La mejor manera es intentar arrastrarlos con agua tibia”. Además, se debe ir rápidamente al centro veterinario de urgencia más próximo posible.

A veces el dueño de una mascota puede no haberse percatado de que su perro o gato ha entrado en contacto con una de estas orugas. Sin embargo, existen algunos síntomas a los que tenemos que atender y que pueden indicarnos que el animal está sufriendo una reacción alérgica por la presencia de esta plaga: “Puedes ver la inflamación de diferentes partes de la cara del perro, como en la zona de la boca, de la nariz, de toda la zona de los párpados...”. Además, existen otros signos:
- Aumento de la salivación.
- Hipertermia o fiebre.
- Vómitos, jadeo y debilidad.
- Necrosis parcial de la lengua o shock anafiláctico en casos graves.
- Irritación facial y de patas en las zonas de contacto, por lo que puede rascarse desesperadamente.
- Dificultades para respirar por inflamación de la faringe.
- Irritación ocular grave, pudiendo llegar a causar ceguera.
- Rinitis y blefaritis si los pelos tóxicos entran en contacto con la trufa o los ojos.
Al intentar lavar con cuidado la zona afectada (siempre sin frotar), es muy importante protegerse con guantes y gafas para evitar también que la toxina se extienda por nuestra piel u ojos. Una vez el animal llegue al centro veterinario, el experto valorará la administración de antihistamínicos, corticoides y antibióticos en función de la gravedad de sus síntomas; además, en situaciones más graves, puede necesitar hospitalización.