
Si hay un protagonista esta semana en la actualidad española es sin duda Juan Carlos I. El padre de Felipe VI ha acaparado todos los titulares del país por demandar al expresidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, y este miércoles, Pilar Eyre afirma en la revista Lecturas que el rey Juan Carlos ultima los detalles de su próxima querella por vulneración al honor: Corinna Larsen y su abogado, Dante Canonica.
Durante décadas, Dante Canonica ha operado los hilos lejos del foco mediático, construyendo una reputación como uno de los abogados más discretos y eficaces en el ámbito del derecho financiero internacional. Su nombre, sin embargo, llegó a los titulares envuelto en polémica por su cercanía a figuras tan poderosas como Juan Carlos I y por su supuesta participación en estructuras societarias vinculadas a entramados financieros de alto perfil.
Canonica (65 años), de nacionalidad suiza y formado en Derecho en la Universidad de Ginebra, inició su carrera en los años setenta y se especializó pronto en asesoría fiscal y financiera para clientes de alto patrimonio. Su paso por Nueva York reforzó su enfoque global, y más adelante fundaría su propio bufete junto a Michel Valticos y Eve Delaloye. La firma, Canonica Valticos de Preux, se estableció como referencia en Ginebra, aunque a día de hoy su propio nombre ya no aparece en la página oficial del despacho.
Su carrera ha estado marcada por un denominador común: la gestión legal y fiscal de grandes fortunas. Por ello, su clientela incluye empresarios prominentes, aristócratas europeos y millonarios de Medio Oriente. Un ejemplo de ello es su vínculo con Mohamed Al Fayed, antiguo propietario de Harrods, quien acudió a Canonica para reorganizar su patrimonio cuando trasladó su residencia a Mónaco. También figura entre sus clientes Alberto Cortina y Alberto Alcocer, dos de los empresarios más acaudalados de España, cuya fortuna es administrada a través de la sociedad Alcor Holding, gestionada por el bufete de Canonica desde 2001.

La figura del abogado suizo saltó al foco público por su presunta implicación en la creación de estructuras fiduciarias para ocultar fondos del rey emérito Juan Carlos I. Según admitió Corinna Larsen en los audios publicados OK diario y El Español, el abogado ejerció como testaferro en varias de las cuentas que el rey emérito tenía ocultas en Suiza.
“Han puesto algunas cosas a nombre de su primo, que es Álvaro de Orleans de Borbón, que también vive en Mónaco. Las cuentas de banco en Suiza se han puesto a su nombre…. Ahora están tratando que yo pase las cosas que pusieron a mi nombre a Álvaro a través de Dante (Canonica). Me están haciendo la guerra porque yo no quiero cometer un delito”, se oía decir a la princesa.
Según publicó El Confidencial, el suizo fue quien diseñó la Fundación Lucum en 2008, que habría servido de vehículo para recibir una transferencia de 100 millones de dólares procedente de Arabia Saudí. Esta fundación se disolvió en 2012, y años después el propio Canonica declaró telemáticamente ante la justicia española, explicando que el encargo le fue hecho en el Palacio de la Zarzuela.
Un vínculo muy cercano con España
Más allá del caso Lucum, su nombre también se ha visto empañado por la justicia española en otros escándalos financieros como el caso Gürtel, la mayor trama de corrupción política destapada en nuestro país. Canonica aparece como eslabón clave en una cadena de gestores financieros encabezada por Arturo Fasana, con quien ha trabajado en múltiples ocasiones. Fasana, gestor de la conocida cuenta “Soleado” en el banco suizo Mirabaud, habría movido millones para políticos y empresarios españoles implicados en la trama, y siempre se ha especulado que detrás de esa cuenta podrían ocultarse fondos del propio rey emérito.
La empresa Toralipo, radicada en España y vinculada directamente a Canonica, también ha sido objeto de escrutinio. Se trata de una sociedad dedicada al negocio hotelero, participada por la cadena Hospes, en la que figura como administrador único. Según registros, esta firma fue utilizada en su momento para adquirir discretamente el hotel Maricel en Mallorca, presuntamente en nombre de un jeque árabe, aunque con el tiempo la gestión del hotel pasó a manos del hijo de Alicia Koplowitz.