
La displasia cervical, también conocida como neoplasia intraepitelial cervical (NIC), es una afección que afecta a miles de mujeres cada año y que, si no se detecta a tiempo, puede evolucionar en cáncer de cuello uterino. Se trata de una alteración anormal en las células del cuello uterino, generalmente causada por una infección persistente con el virus del papiloma humano (VPH).
La displasia cervical ocurre cuando las células normales que recubren el cuello uterino comienzan a mostrar cambios anormales en su forma, tamaño o número. Aunque no se trata de cáncer, estas alteraciones pueden convertirse en cancerosas con el tiempo si no se tratan adecuadamente.
De acuerdo con MedlinePlus, este trastorno se detecta con mayor frecuencia mediante pruebas de rutina como el Papanicolaou (Pap) o la prueba del VPH. La mayoría de los casos de displasia son leves y desaparecen por sí solos. Sin embargo, en otros casos, especialmente si la displasia es moderada o grave, se requiere tratamiento para evitar complicaciones mayores.
La causa más frecuente de displasia cervical es la infección persistente con tipos de alto riesgo del virus del papiloma humano. Según la Clínica Mayo, existen más de 100 tipos de VPH, pero solo algunos se consideran de alto riesgo debido a su capacidad para inducir cambios precancerosos en las células del cuello uterino.
Además del VPH, hay otros factores que pueden incrementar el riesgo de desarrollar displasia cervical, como el inicio temprano de relaciones sexuales, tabaquismo, sistema inmunológico debilitado (por VIH o medicamentos inmunosupresores), infecciones de transmisión sexual previas y el uso prolongado de anticonceptivos orales.
Es importante resaltar que no todas las mujeres con VPH desarrollarán displasia. La mayoría de las infecciones con este virus se resuelven espontáneamente gracias al sistema inmunológico.
Uno de los principales desafíos en el diagnóstico temprano de la displasia cervical es que, por lo general, no presenta síntomas evidentes. Tanto MedlinePlus como la Clínica Mayo coinciden en que la mayoría de las mujeres afectadas desconocen que tienen esta condición hasta que se someten a un examen ginecológico de rutina.
En algunos casos menos frecuentes, puede presentarse sangrado vaginal anormal, especialmente después de las relaciones sexuales. También podría haber flujo vaginal inusual, pero estos síntomas suelen ser señales de displasias más avanzadas o de otros problemas ginecológicos.
Diagnóstico y tratamiento de la displasia cervical
El diagnóstico de displasia cervical se realiza principalmente a través de un Papanicolaou anormal, que posteriormente puede requerir una colposcopia (una visualización ampliada del cuello uterino) y una biopsia.
El tratamiento depende del grado de displasia, la edad de la paciente y otros factores médicos. En casos leves, a menudo se opta por la vigilancia activa, es decir, seguimiento periódico con pruebas de Papanicolaou y del VPH, ya que muchas displasias leves se resuelven sin intervención.
Cuando el grado es moderado o grave, los médicos pueden recomendar diferentes métodos para eliminar las células anormales:
- Crioterapia: congela las células anormales.
- Conización: extirpación quirúrgica de una porción del cuello uterino.
- Terapia con láser: destruye las células dañadas mediante energía lumínica.
- LEEP (procedimiento de escisión electroquirúrgica con asa): utiliza una corriente eléctrica para retirar tejido afectado.
Según la Clínica Mayo, la mayoría de los tratamientos son efectivos y tienen tasas altas de curación, aunque es fundamental el seguimiento posterior para evitar recurrencias.