
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, inicia esta semana una visita oficial a Vietnam y China con un enfoque comercial y económico. El propósito principal del viaje es reforzar la presencia de las empresas españolas en ambos mercados, en un momento en que la guerra arancelaria impulsada por el presidente estadounidense, Donald Trump, ha agitado el comercio internacional.
Ambos destinos se encuentran entre los más perjudicados por las medidas proteccionistas de la Administración de Trump, que impuso tarifas del 46% a las exportaciones vietnamitas y un 34% —sumado a un 20% ya existente— a las chinas. Como respuesta, China ha contraatacado con aranceles equivalentes sobre productos estadounidenses.
España mantiene con ambos países un marcado desequilibrio comercial, con importaciones muy superiores a las exportaciones. En este contexto de creciente tensión global, el Gobierno busca abrir nuevas vías de negocio que contribuyan a reducir ese déficit, en un escenario donde el comercio internacional está siendo reformulado a gran velocidad.
Aunque los encuentros de Sánchez serán de carácter bilateral, el Gobierno ha afirmado que estarán alineados con los esfuerzos más amplios de la Comisión Europea, que en los últimos meses ha priorizado el fortalecimiento de las relaciones con Asia.
El plan de España en Vietnam y China

El objetivo no es desplazar a Estados Unidos como socio prioritario, sino diversificar las relaciones exteriores en busca de lo que se ha denominado “autonomía estratégica abierta”. Este enfoque se centra en reducir vulnerabilidades económicas a través de una mayor apertura a mercados como India, Sudamérica, Mercosur o Sudáfrica, sin dejar de negociar con Washington para mitigar los efectos negativos de sus políticas arancelarias.
En el marco de su estancia en China, Pedro Sánchez volverá a reunirse con el presidente Xi Jinping, así como con empresarios e inversores. El mandatario español ya visitó Pekín en 2023 y 2024. China, considerada a la vez socio, competidor y rival de la UE, juega un papel crucial en sectores clave como el automovilístico. Su superior capacidad industrial y tecnológica le permite mantener un abultado superávit con Europa. En el caso de España, las cifras son claras: importamos bienes y servicios por alrededor de 40.000 millones de euros y solo exportamos unos 7.000 millones anualmente.
Para mejorar este balance, el Ejecutivo español está trabajando en la firma de protocolos que eliminen trabas no arancelarias que dificultan la entrada de las empresas nacionales, como barreras administrativas, regulatorias o técnicas. Sectores como el agroalimentario, farmacéutico y cosmético están particularmente atentos a estos avances, dado que podrían redirigir parte de sus ventas afectadas por los aranceles estadounidenses, que encarecieron sus productos en torno al 20%.
Además, España busca atraer inversiones relevantes en sectores estratégicos como las baterías, el hidrógeno verde o la automoción. En este sentido, se espera que Pedro Sánchez se reúna con representantes del gigante chino BYD, que estudia instalar una planta en Europa. Este sector es especialmente sensible, ya que antes del agravamiento del conflicto comercial, Bruselas ya impuso aranceles a los vehículos eléctricos procedentes de China para proteger la industria europea.
El impacto de los aranceles estadounidenses también se deja sentir en países como Camboya, Tailandia o el propio Vietnam, convertidos en centros de producción global. “Supervisaremos de cerca los posibles efectos colaterales de estas medidas, porque no vamos a permitir prácticas de ‘dumping’ ni un desbordamiento de nuestra capacidad de absorción comercial”, afirmó Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, tras el discurso conmemorativo del expresidente Trump.
La UE contempla medidas de defensa comercial como la activación de cláusulas de salvaguardia de la OMC o investigaciones específicas, como la ya abierta sobre los coches eléctricos chinos, en caso de que se detecte un perjuicio significativo para su mercado interno.
Otro punto clave en la relación con China sigue siendo el respeto a los derechos humanos y su colaboración con Rusia en el contexto bélico. Según fuentes del Ejecutivo español, el diálogo con Pekín es lo suficientemente sólido como para tratar incluso estos asuntos delicados.
Primera visita de un mandatario español a Vietnam
En cuanto a Vietnam, el viaje de Sánchez representa un hito diplomático. Se trata de la primera vez que un presidente del Gobierno español visita el país. El país ha organizado una agenda institucional al más alto nivel, en la que participarán también los ministros de Exteriores, José Manuel Albares, y de Agricultura, Luis Planas, además de representantes de la CEOE, la Cámara de Comercio y una decena de empresas españolas. Entre ellas destacan nombres del ámbito industrial como Indra, Grupo Antolín, Rosler, EM&E o Premo; del textil, como Recover; y del sector turístico y ferroviario, como Palladium, ADIF, Renfe o Talgo.
El desequilibrio comercial con este país también es notable: exportamos apenas 500 millones frente a unas importaciones superiores a los 5.000 millones anuales. En el apartado textil, Vietnam tiene un peso destacado y es esencial para grupos como Inditex.
Al igual que en China, existen obstáculos fitosanitarios y agropecuarios que limitan la entrada de productos españoles en ese mercado, y que el Ejecutivo confía en rebajar a través de esta visita. Más allá del sector ferroviario, el Gobierno ve un fuerte potencial de negocio en el ámbito de las energías renovables y el tratamiento del agua, dos sectores aún poco explorados por España en la región.