
La princesa Amalia de Holanda ha realizado su primera visita oficial a España, país con el que mantiene un estrecho vínculo personal. Durante el último año, residió de incógnito en Madrid debido a amenazas contra su seguridad, y ahora ha querido rendir homenaje a la ciudad que la acogió con un gesto muy especial: la inauguración de un jardín de tulipanes en su honor, situado frente al Teatro Real, en plena Plaza de Oriente.
Acompañada por el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, la heredera al trono holandés ha presidido este lunes un acto sencillo pero significativo, que no ha superado los veinte minutos de duración. Aun así, su presencia ha marcado un antes y un después en su agenda institucional, ya que ha sido la primera vez que ejerce de representante de la casa real en el extranjero sin compañía. Cercana y sonriente, Amalia se ha mostrado muy natural, consolidando así la buena imagen que ya tiene entre los españoles.

Para este momento tan especial, Amalia ha optado por un estilismo que esconde algunos detalles muy especiales. La princesa ha elegido un vestido de la firma francesa Ba&sh, el modelo Batsa, en tonos burdeos. Con escote en V, detalles drapeados, aberturas bajo el pecho y una falda de corte midi, la prenda mezcla sofisticación y frescura. El vestido, con un precio de 275 euros, está disponible también en color verde a través de la tienda online de la marca.
El look fue completado con piezas del armario de su madre, la reina Máxima. En concreto, lució unas elegantes botas de piel burdeos del diseñador Gianvito Rossi y un bolso de hombro a juego de la firma belga Natan, habitual en el vestuario de las figuras femeninas de la realeza del Benelux.
Pendientes ‘made in Spain’
Sin embargo, el detalle que más llamó la atención fueron los pendientes que llevó Amalia, un guiño a la moda española. La princesa apostó por un modelo de la marca Aristocrazy, una firma que combina diseño contemporáneo con producción de alta calidad. Se trata de unos aros grandes con forma ondulada, realizados en plata de ley (925) con baño de oro amarillo de 18 quilates. El precio: 99 euros. Un accesorio accesible y elegante que conquistó tanto por su estilo como por su simbolismo.

Fundada en 2010 como parte del Grupo Suárez, Aristocrazy nació con la misión de democratizar el lujo, ofreciendo joyas de alta gama a precios más asequibles. Bajo la dirección de Juan Suárez, descendiente directo de la familia fundadora, la firma ha experimentado una expansión notable, consolidando su presencia tanto dentro como fuera de España; por lo que no es de extrañar que haya llegado a las manos de la heredera de Holanda.
Pero no es la primera vez que una figura de la realeza elige esta firma española para completar sus estilismos. La reina Letizia ya lució unos pendientes parecidos en una aparición pública en Mallorca en verano de 2011. En aquella ocasión, optó por unos aros sencillos valorados en 89 euros, demostrando que la elegancia no siempre va de la mano de precios altos.