
En las cárceles de alta seguridad de Italia, los líderes mafiosos no solo cumplen sus condenas: controlan las dinámicas internas del centro penitenciario, gestionan las comunicaciones entre bloques e incluso se desplazan fuera de sus celdas con total libertad. Esta situación alarmante ha sido recientemente denunciada por el sindicato de la policía penitenciaria Osapp, que ha puesto de manifiesto la increíble falta de control sobre los prisioneros más peligrosos, especialmente en establecimientos como Lorusso y Cutugno y Sulmona. Según el sindicato, los presos no solo disfrutan de una movilidad inusitada, sino que también gestionan las zonas comunes y controlan las llamadas telefónicas del resto de presos, facilitando la comunicación con el exterior y manteniendo el poder de sus organizaciones criminales dentro de las paredes de las cárceles.
Esta grave crisis del sistema penitenciario expuesta por el Osapp ha informado a los directores de las prisiones pata detallar cómo los presos de alto calibre, incluidos los miembros de mafias como la Camorra y la Cosa Nostra, se mueven por las cárceles con total impunidad, gestionando incluso los contactos con el exterior. “Circulan fuera de las celdas, controlan las zonas comunes y las llamadas telefónicas”, denuncia el informe, que señala la falta de control efectivo por parte de la administración penitenciaria. Con este documento se ha confirmado incluso por uno de los jefes de la Camorra, en la prisión de Sulmona al decir, según el medio italiano La Stampa: "Con lo nuestro, incluso podríamos abrir algunas celdas y enviar mensajes entre los bloques”.
“El Estado no se doblega” ante la presión de los mafiosos
Durante los últimos meses, las autoridades penitenciarias han vivido varios momentos de tensión con los prisioneros que pertenecen a las grandes mafias italianas. Concretamente, el pasado 5 de abril Il Fatto Quotidiano sacó a la luz unas amenazas de muerte que ha recibido el subsecretario de Justicia italiano, Andrea Delmastro, por parte de un preso la cárcel de Sulmona: “Ese cabrón de Delmastro tiene que volar por los aires”. Al parecer, esta ha sido la reacción de las primeras medidas que ha tomado el subsecretario ante la creciente preocupación de los trabajadores de las cárceles.

No obstante, Delmastro ha reaccionado a las amenazas proferidas por los mafiosos, asegurando en una publicación en Facebook que eso solo confirma una cosa: “Si nos atacan, significa que el camino que hemos elegido es el correcto”. Ante el mensaje, muchos integrantes del gobierno han aprovechado para mostrar su simpatía hacia la determinación del subsecretario. Entre los más destacados se encuentra la primera ministra, Giorgia Meloni, que ha indicado que “estas intimidaciones confirman que la dirección tomada por el gobierno en la lucha contra la criminalidad es la correcta. Conozco bien a Andrea y sé que él no se dejará intimidar, sino que seguirá adelante con la misma determinación de siempre. El Estado no se doblega”, ha confirmado. El gobierno italiano no piensa dar un paso atrás hacia las amenazas ni “dará un paso atrás en la lucha contra el crimen organizado”. Una idea con la que ha concordado también el presidente del Senado, Ignazio La Russa.
La guerra entre el Estado y las mafias se agravó el pasado 27 de febrero cuando se publicó la circular del Departamento de Administración Penitenciaria (Dap) en la que se ordena una ofensiva contra los detenidos en el régimen de alta seguridad, con el objetivo de cerrar las celdas y limitar los contactos entre los internos. Asimismo, los trabajadores penitenciarios deben tomar “todos los esfuerzos posibles para evitar que las celdas permanezcan abiertas”, con el fin de evitar que los presos sigan consolidando su poder.
A pesar de las duras restricciones que ha implantado el gobierno de Meloni, las autoridades penitenciarias, detrás del comunicado del sindicato, han alertado sobre el riesgo de las medidas y han manifestado su temor por posibles motines dentro de las cárceles. El secretario de Osapp, Leo Beneduci, denunció que las celdas de alta seguridad en diversas prisiones están abiertas de manera constante, y que los mafiosos siguen controlando gran parte de las comunicaciones entre internos y con el exterior. “Las celdas deberían estar cerradas, pero en muchas cárceles de alta seguridad, como en Prato, Avellino y Turín, los presos siguen circulando libremente”. Beneduci también subrayó la incapacidad del sistema para implementar el aislamiento total de los presos más peligrosos que solicitan las nuevas limitaciones.