
Las autoridades siguen investigando las causas que provocaron la muerte de cinco trabajadores y dejaron a otros cuatro heridos tras la explosión ocurrida en la mina de Cerredo, en Degaña (Asturias) este lunes 31 de marzo.
Los fallecidos, residentes en la provincia de León, tienen edades comprendidas entre los 32 y 54 años, según informa la Guardia Civil. Por el momento, las primeras hipótesis apuntan a que la explosión podría haber sido causada por la acumulación de grisú, un gas inflamable presente en las minas. No obstante, la investigación continúa abierta para esclarecer todos los detalles de este trágico suceso.

Qué es el gas grisú
El gas grisú es una mezcla de gases inflamables, principalmente metano, que se acumula en las minas subterráneas, especialmente en las de carbón. Este gas es altamente peligroso debido a su capacidad de explosión cuando se combina con el oxígeno en el aire. Su presencia en las minas representa una grave amenaza para los trabajadores, ya que una chispa o una fuente de calor puede desencadenar una explosión devastadora.
El grisú se forma como resultado de los procesos biológicos de descomposición de la materia orgánica en el interior de la mina. Aunque no es perceptible a simple vista, los mineros pueden detectarlo a través de su olor característico, aunque no siempre es posible identificar su presencia con rapidez.
Para mitigar el riesgo, las minas están equipadas con sistemas de ventilación que permiten reducir la concentración de grisú y mantener los niveles de oxígeno adecuados, evitando su acumulación en zonas de trabajo. Además, se realizan constantes mediciones para garantizar que las condiciones sean seguras. A pesar de estos esfuerzos y los avances en la tecnología, las explosiones de grisú han sido responsables de numerosas tragedias a lo largo de la historia minera.
Otras grandes tragedias provocadas por el gas grisú
La de Degaña no ha sido la única tragedia provocada por este gas. Así, uno de los peores recuerdos de la historia reciente de la minería española ocurrió el 31 de agosto de 1995 en el pozo San Nicolás, ubicado en la cuenca de Mieres. En este accidente, una explosión de grisú en una galería a gran profundidad causó la muerte de 14 mineros. La explosión provocó un incendio que complicó enormemente las labores de rescate, retrasando la recuperación de las víctimas y aumentando la magnitud del desastre. Este trágico suceso se sumó a una larga lista de accidentes en el sector minero.
Años más tarde, otro grave accidente tuvo lugar el 28 de octubre de 2013 en la mina Emilio del Valle, en León, donde seis trabajadores perdieron la vida debido a la acumulación de grisú. Este gas desplazó el oxígeno en la galería, lo que provocó la asfixia instantánea de los mineros, quienes no tuvieron tiempo de reaccionar.
Sin embargo, el accidente más trágico de las últimas décadas ocurrió el 3 de noviembre de 1975 en la mina barcelonesa de Figols, donde una explosión de grisú cobró la vida de 30 personas. Esta tragedia permanece como el peor desastre minero de la historia reciente de España.