Tu hijo deja de celebrar su cumpleaños con toda la clase, cambia de amigos y dejas de conocer a sus padres y sobre todo, reclama independencia y cierta autonomía. Así comienza la adolescencia, entre los 10 y 12 años, una etapa de inflexión en la relación de padres con hijos.
Durante esta etapa, los jóvenes experimentan un proceso de transición marcado por los cambios físicos, sociales y emocionales que resultan vitales para crear la esencia e identidad de su futura persona.
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Entre estos cambios, uno de los que más notan los progenitores es la confianza. De saber mucho o todo de su hijo a no saber prácticamente nada. Algo que a muchos padres les preocupa y agobia.
La confianza es esencial a la hora de mantener conversaciones sobre aquello que más preocupa, pero también para saber qué es aquello que les hace felices, lo que más les gustas, qué perspectivas tienen de la vida.
Aprender a volar solo
Como padres es impensable no acompañar a los hijos durante el camino, serviles de ayuda o de apoyo, y mostrar orgullo de lo que se están convirtiendo. Sin embargo, dentro de unos límites, también se debe respetar que ya empiezan a reclamar su propio espacio, tiempo e intimidad.
Da vértigo, sin embargo, necesitan sus propias alas con las que aprender a sobrellevar lo duro del camino. No quieren que se les atosigue, pero también demandan seguir bajo unas normas que les hagan sentir que siguen siendo importantes y queridos.
Siete conductas de confianza entre adolescentes y padres
No obstante, desde temprana edad, se puede enseñar al hijo a comunicarse abiertamente, con sinceridad y claridad, aquello que sobre lo que piensa, sus dudas, creencias, etc.
Es decir, un adolescente tiene confianza con sus padres cuando la forma de hablar es abierta y sincera, y cuenta lo que le pasa, ya sea buscando consejo o simplemente por sentirse escuchado. A pesar de ello, siempre habrá temas donde se sentirá incómodo.
Otra conducta relacionada con esta primera es la búsqueda del consejo de sus padres. Aunque es cierto que, en principio, un adolescente no hará caso de las primeras indicaciones, más tarde madurarán, aceptarán los consejos y reflexionarán sobre ellos.
En este sentido, una de las señales que demuestran confianza es cuando un adolescente está seguro de que no se le va a juzgar, y por ende, se siente capaz de transmitir sus emociones con total libertad.
Asimismo, no tienen miedo de sentirse juzgado, y cuentan a sus padres ciertas situaciones que hasta ellos mismos desearían no saber o sentimientos a los que les cuesta enfrentarse. Esto lo hacen porque saben que se van a sentir apoyados.

Por otro lado, la muestra de respeto hacia sus padres es una señal de completa confianza. Así, los adolescentes empiezan a aceptar comentarios, opiniones y reprobaciones, aunque no siempre estén de acuerdo.
De esta manera, cuando hay confianza, los adolescentes no mienten a sus padres. En algunas ocasiones, los jóvenes se sienten tentados a mentir por miedo a las represalias, principalmente cuando no existe el permiso de sus padres.
Sin embargo, el adolescente que sí confía en sus padres, prefiere ser sincero y no suele actuar así. Comprende que si pasa algo grave, es mejor que sepa cuáles son sus planes reales, con quién va a estar y dónde.
Por último, si hay confianza entre padres a hijos, estos aprenden a resolver las situaciones más estresantes y complicadas a las que se enfrentan porque saben que cuentan con su respaldo y apoyo, demostrando resiliencia y autonomía.