
“Con sentido común, con calma, pero no de rodillas”. Los líderes europeos quieren llegar a un acuerdo con Donald Trump para desmantelar la aplicación de los aranceles generales del 25% que entrarán en vigor a partir de este miércoles, 2 de abril, y evitar así el inicio de una temida guerra comercial. De no ser así, recuerda el bloque comunitario, “reaccionará de manera firme y proporcionada”.
“¿Cuál es la prioridad de Trump en este momento? ¿Enfocar los aranceles en sectores estratégicos? ¿Quiere que los países den prioridad a los productos estadounidenses? ¿Puede hacerlo todo el 2 de abril?”, se pregunta una experta estadounidense en aranceles y comercio que pidió permanecer en el anonimato.
La misma fuente señala que la tensión que hay con la Unión Europea no desaparecerá en los próximos años, sino que en realidad seguiremos viendo un “uso robusto” de sus herramientas comerciales: “Estados Unidos va a intentar exprimir a cada país con el fin de lograr las mejores condiciones”, añade.
José Parra, analista político de la firma estadounidense FGS y exasesor y portavoz del expresidente del Senado de EEUU, Harry Reid, señala en una conversación con Infobae España que Trump está buscando atraer y reconstituir ciertos sectores industriales estructurales en Estados Unidos, como la industria automotriz.
Precisamente, el magnate estadounidense, después de anunciar aranceles generalizados al acero del 25%, ordenó imponer las mismas tarifas a todas las importaciones de vehículos no estadounidenses. “Parece que el cometido es traer operaciones que en este momento se realizan en México y otros países y traerlas a Estados Unidos. Vimos hace un par de semanas que la coreana Hyundai anunció la apertura de una inversión para abrir una fábrica nueva, pero esto no es algo que se hace en seis meses”, afirma Parra, que se pregunta si esta estrategia de creación de empleo va a ser lo suficientemente rápida como para poder esquivar cualquier tendencia inflacionaria que pueda causar.

El asunto del automóvil preocupa en especial a Europa, que ve cómo uno de sus principales pilares industriales, que ya atraviesa una crisis de competitividad, puede recibir un impacto que se cebaría con economías como la alemana, la principal exportadora del coche europeo a Estados Unidos: las ventas de la UE a este país y en esta industria estuvieron valoradas en más de 40.000 millones de euros.
A pesar de la cautela que muestra la Comisión en sus mensajes, Bruselas asegura que no le temblará el pulso a la hora de “defender los intereses de sus trabajadores”. La comisaria europea, Teresa Ribera, criticó este viernes la medida del mandatario estadounidense, afirmando que es “una torpeza desde el punto de vista económico y evidentemente es una mala noticia”. “Y Europa no se puede quedar sin hacer nada. Evidentemente, evaluaremos las medidas concretas que se propongan y reaccionaremos”, sentenció.
Pero la cosa no va solo de coches. En las últimas semanas, Trump ha amenazado con gravar a otros productos Made in Europe, entre ellos los relativos al sector vinícola: Concretamente con aranceles de hasta el 200% si Europa decide (como contramedida a los impuestos al acero) imponer tasas a las importaciones de whisky estadounidense. Semejante gravamen dejaría en fuera de juego del mercado estadounidense a los productos españoles, franceses o italianos.
De momento, la mera amenaza ya tiene congelado al sector. Por ejemplo, “casi todos los pedidos” de vinos gallegos se encuentran paralizados sin enviarse a Estados Unidos, principal destino de las bodegas de Rías Baixas, a la espera de los aranceles. En una entrevista con la agencia Europa Press, el director de HGA Bodegas y Viñedos de Altura, Iván Gómez, explicó que “no está saliendo ningún contenedor” a “la expectativa” por conocer en qué quedará el anuncio de Trump.
“Es paradójico ver a los principales aliados de Estados Unidos ser los primeros en ser gravados”, criticó el presidente francés Emmanuel Macron.
“Europa no puede ceder ante un abusón”
Las cifras que da Trump asustan a los sectores afectados y a líderes europeos, que piden a Bruselas reformular su lista de objetivos. El primer ministro francés, François Bayrou, afirmó que el arancel de la UE al bourbon estadounidense probablemente “sea erróneo”, y la italiana Giorgia Meloni hizo un llamamiento al “pragmatismo”. Otros, como el español Pedro Sánchez, repite que la UE será firme: “Vuelvo a ser claro: si se nos imponen estos aranceles, responderemos con decisión. Europa se defenderá. Con rapidez, con proporcionalidad y con unidad”.
¿Pragmatismo a la desesperada o firmeza? Parra argumenta que Europa, a diferencia de otros países como México, desde el punto de vista económico puede y debe responder, “y tiene herramientas para responder de manera conjunta”. “El que era mi jefe, Harry Reid, decía: ‘Si le permites a un abusón que te cachetee una vez hoy, mañana va a regresar y te cachetea tres veces. Es decir, si cedes una vez con Trump, va a seguir insistiendo y va a seguir apretando las tuercas”, explica.
Según adelanta el diario Financial Times, Bruselas estudia limitar las multas a Apple y Facebook en un último intento de contener la ira de Trump, pero, de no ser así, los funcionarios de la UE piden aplicar medidas más poderosas ante la magnitud de los gravámenes estadounidenses. Y sitúan en la diana, precisamente, a las grandes tecnológicas. De acuerdo con la misma información, la UE tiene capacidad de suspender los derechos de propiedad intelectual y apartar de los concursos de contratos públicos a estas compañías, de acuerdo a su Reglamento de Aplicación.
Entre las herramientas que también podría usar la Comisión Europea se encuentra el instrumento anti-coerción, un arsenal de medidas arancelarias que en última instancia puede ser utilizado en caso de chantaje económico.
Los aranceles... ¿también para presionar sobre Ucrania?
El desprecio de la administración Trump hacia los europeos ha quedado constatado en la filtración del chat privado de Signal donde la esfera más cercana a Trump discutía un bombardeo en Yemen que finalmente se llevó a cabo. El vicepresidente estadounidense, JD Vance, admitió que detestaba “tener que rescatar otra vez a los europeos”. “Comparto plenamente el rechazo a los gorrones europeos. Patético”, le contestó el secretario de Defensa, Pete Hegseth. Trump mismo no oculta que, para él, el bloque comunitario fue creado para “joder” a Estados Unidos.
En las negociaciones para la paz en Ucrania, Trump podría volver a recurrir a su instrumento favorito para presionar a Europa para que levante las sanciones a Rusia, después de que Vladímir Putin condicionase el alto el fuego en el Mar Negro a la reconexión al sistema SWIFT de su banco agrícola.
El bloque europeo ha sido hasta ahora apartado de las conversaciones y mantiene que la demanda de Putin no es una opción en el corto plazo. Dependerá, afirmaron los líderes europeos, del cese de las hostilidades y la retirada de tropas de Rusia.
Una oportunidad para atraer inversión a Europa
La rapidez con la que Trump hace y deshace los anuncios puede convertirse en la espada de Damocles para los mercados estadounidenses. Sin conocer el final de las negociaciones arancelarias, la incertidumbre puede hacer que los inversores abandonen las acciones estadounidenses por sus contrapartes europeas.
El pasado 22 marzo, el London Stock Exchange lanzó una campaña para convencer a empresas que estén buscando anunciarse o tener una presencia dentro de los mercados bursátiles. “Los inversores están mirando dónde aparcar su dinero, y la incertidumbre estadounidense no es buena”, señala Parra.
El especialista añade que el gran daño de los aranceles no es tanto el impacto inflacionario que puedan tener, “porque una vez los quitas, los precios pueden comenzar a bajar otra vez”. “El problema que tiene Trump con los aranceles, y que mucha gente no ha tomado en cuenta, es que le ha causado un daño estructural al sistema de comercio exterior de Estados Unidos, porque ya la palabra de Estados Unidos no tiene el peso que tenía anteriormente”, asegura.
El experto comenta que la primera decisión de imponer aranceles a Canadá y a México convirtió los tratados de libre comercio en papel mojado. Y la confianza del inversor, por tanto, se pierde: “Pueden cambiar dependiendo del presidente de turno o de cómo amanezca el presidente que hay en ese momento, ese día”, sentencia Parra.